Lidia Blake
Edición Impresa | 16 de Julio de 2020 | 01:33

Fue una docente de extensa trayectoria en el Bachillerato de Bellas Artes, pero además se destacó en su faceta como escritora, por eso el fallecimiento de Lidia Blake provocó numerosas muestras de pesar entre quienes la valoraron como una personalidad de la cultura platense.
Había nacido el 30 de diciembre de 1945 en La Plata. Sus padres fueron Claudia Varetto y Oscar Adolfo Blake y creció junto a su hermano Oscar, en su casa de Barrio Norte. Estudió en la Escuela Primaria N°33; en el Colegio Normal Mary O ‘Graham y completó su formación, en la facultad de Bellas Artes de donde se graduó como licenciada en Artes Plásticas y profesora.
Con un fervoroso amor por la docencia, se desempeñó como profesora en el Bachillerato de Bellas Artes y formó a decenas de profesores de plástica hasta el 2010, año en el que se jubiló. No obstante, continuó dando clases y talleres de capacitación de manera particular.
Además fue inspectora de la rama artística, cargo que desempeñó en la Dirección de Escuelas.
Su vida siempre giró en torno al arte y la cultura, pasión que compartió con Mario Humberto Toto, a quien conoció cuando eran estudiantes universitarios y con quien recorrió la vida familiar por 50 años, un camino marcado por el amor y el compañerismo.
La pareja se casó el 14 de febrero en 1969 y la familia creció con los nacimientos de sus hijas Paula, Marina y Lila, que a su vez les dieron cuatro nietos: Sienna, Camilo, Lucio y Rafaela.
Junto a una de sus hijas, realizó un taller de literatura dictado por el reconocido escritor Gabriel Báñez. Eso no hizo más que despertarle otro de sus grandes intereses, la escritura.
De mirada sensible y espíritu agudo, Lidia escribió cuatro libros: “Hogueras y silencios”, “Taquicardia”, “Memorias del asombro” e “Índice de luna”. Algunas de sus obras fueron reconocidas con varios premios.
En el tiempo libre le gustaba viajar, junto a su esposo recorrió la Argentina, también visitó Europa y México, siempre priorizando los puntos que saciaran su interés artístico. Además realizó cursos en el PEPAM.
Lidia entendió el arte como una forma de celebrar la vida junto a su familia, sus amigos y sus alumnos, a los que estimuló para que sacaran la mejor de sus expresiones artísticas.
La generosidad y su carácter sociable fueron algunas de las cualidades que la distinguieron. Además fue una mujer de fe que adhirió al culto metodista protestante.
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