Mario Luis Crispiani
Edición Impresa | 29 de Septiembre de 2020 | 03:47

Diferentes expresiones de tristeza provocó el fallecimiento de Mario Luis Crispiani, un reconocido médico de extensa trayectoria en el Hospital Italiano que fue muy apreciado por su profesionalismo, pero también por sus numerosas virtudes.
Fue el hijo mayor de Hilda Scian y Luis Crispiani, médico de quien heredó su pasión por la profesión. Había nacido el 5 de febrero de 1953, en La Plata y creció junto a sus hermanos Jorge y Rodolfo –ya fallecido-. Vivió siempre en la zona de 14 y 37.
Después de completar sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”, etapa en la que se hizo de entrañables amigos, ingresó a la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata, de la que el 14 de diciembre de 1977 se graduó como médico.
Con el tiempo se especializó en clínica médica, una rama a la que se dedicó por entero con el objetivo de aplicar nuevos conocimientos y perfeccionarse para brindar la mejor atención a los pacientes.
Se desempeñó durante casi toda su carrera en el Hospital Italiano, institución a la que se dedicó por completo y en la que fue muy respetado.
Sus colegas lo recordaron como un médico serio, estudioso y empático; siempre pendiente de la información científica sobre distintas patologías. Su forma de llevar adelante la labor profesional siempre se vinculó a llevar calma a los pacientes con la mayor cantidad de información disponible.
En el plano deportivo fue un fervoroso simpatizante de Estudiantes y uno de sus planes preferidos era ir a la cancha para seguir las instancias de su equipo. En el tiempo libre también le gustaba viajar a Pinamar.
Fue un hombre cálido, afectuoso y sensible que periódicamente se encargó de mantener el vínculo con sus amigos de la secundaria y, cada vez que sus ocupaciones se lo permitieron, asistió con gusto a las reuniones del grupo.
Tuvo tres hijos: Carolina, Guillermina y Guido, por quienes se desvivió y a quienes siempre impulsó para que, además de buenas personas, completaran sus carreras y se consolidaran. También tuvo la felicidad de convertirse en abuelo de Felipe, Tomás, Gregorio y Álvaro.
Mario Luis Crispiani fue un apasionado de su profesión, a la que se dedicó con un temple humanista y riguroso, por eso sin dudas, será recordado por su excelencia, pero también por los valores que supo transmitir en cada uno de sus gestos.
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