Alarma a los veterinarios el aumento de la violencia

“Los colegas sufren estas agresiones a diario, trascendió el caso de Morón porque se hizo público, pero ocurren todo el tiempo”, dijo ayer a este diario el presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia, Osvaldo Rinaldi, días después de que un colega suyo casi muere por la golpiza que le propinó un cliente tras la muerte de su perra y la Jornada de Reflexión contra la Violencia que organizó el sector el último miércoles.

Fue en la noche de ese mismo día que el sindicado agresor, Cristian Javier Sosa, se entregó tras haber permanecido prófugo por este gravísimo ataque que ocurrió la semana pasada en la veterinaria Adap, en Hipólito Yrigoyen al 900, de Morón. Según la información oficial, el acusado y su esposa, que es abogada, hacían atender a su perra caniche en esa veterinaria por un problema de pulgas y garrapatas, tratamiento que implicaba que el matrimonio le cortara el pelo a la mascota en su casa. En esas circunstancias le provocaron una herida cerca de la tetilla, que derivó en una infección por la que llevaron a consulta al animal después de varios días. “Le hicieron la asistencia requerida y se la devolvieron, con la indicación de que al otro día volviera para control”, explicó una fuente judicial, pero la perrita murió esa noche y la pareja se presentó en la veterinaria para pedir explicaciones. Figura en la causa que todo terminó con Sosa golpeando a Claudio Burgarella (58) hasta desmayarlo en el suelo. En esa agresión el profesional sufrió fractura de cráneo, de mandíbula y una grave herida en el ojo. Pese a todo, el agresor quedó libre en pocas horas, con una restricción de acercamiento a la víctima y una imputación por “lesiones graves”.

“Como no hay obra social para perros, los clientes tienen que pagar al contado y se enojan”

Todo cambió cuando llegaron a manos de los investigadores los antecedentes penales del acusado, que lo expusieron como un hombre peligroso. “Tiene condenas por robo, lesiones, tenencia ilegal de arma de guerra y robo calificado”, detalló una fuente judicial, sin pasar por alto que “estuvo preso 18 años en Capital Federal y la última condena fue de 8 años y 10 meses, que la cumplió en 2019”. Como pasaron sólo 2 años se lo considera reincidente. Por eso debía estar preso. Fueron a buscarlo entonces para detenerlo, pero no lo encontraron y se lo declaró prófugo, condición que mantuvo hasta el último miércoles, cuando finalmente se entregó.

Desde el Colegio de Veterinarios bonaerense pusieron la lupa sobre este incidente y convocaron a una jornada de reflexión nacional, “que incluyó el cierre de negocios, la entrega de folletos y reuniones en las plazas”, contó Rinaldi a este diario, conforme con la repercusión que tuvo esta medida, que sumó “adhesiones de todo el país y del extranjero” por una problemática que “afecta también a los médicos”, dijo.

Es que “la gente tiene una percepción equivocada de la profesión; cree que los veterinarios podemos trabajar gratis porque queremos a los animales o que es un hospital público, cuando no es así”, reflexionó el presidente del Colegio que nuclea a 8.500 profesionales activos

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en toda la Provincia.

Héctor Rodríguez es el presidente del Distrito 2 de la entidad, que abarca a la Región.

Consultado por este diario, dijo que la medida “tuvo bastante repercusión; en Berisso, La Plata y Ensenada cerraron veterinarias o se adhirieron a la jornada de restricción, ya que el tema nos entristeció a todos”. Sobre el caso específico, coincidió con Rinaldi en decir que “la noticia se manejó mal y es por eso que algunas personas apoyaron al agresor, pero no hubo un tratamiento previo y la perrita ya venía mal”. Destacó que “toda la comunidad veterinaria haya apoyado abiertamente al colega para marcar una postura unánime”, sobre todo porque “las veterinarias que hacen urgencia tienen episodios permanentemente y todos hemos sufrido algún tipo de agresión a lo largo de la carrera”.