Campaña mundial para reducir a la mitad las muertes por el tránsito

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La decisión de nuestro país de sumarse a una iniciativa de las Naciones Unidas para reducir en un 50 por ciento las muertes y lesiones causadas por el tránsito constituye un paso formal positivo, cuya importancia se acentuará sólo si se promueven en forma inmediata medidas de seguridad y políticas de prevención que incluyan, por ejemplo, la promoción del transporte público, el uso de bicicletas o el traslado peatonal.

Tal como se informó ayer, el organismo internacional puso de relieve que por día mueren en el mundo en accidentes de tránsito unas 3.500 personas mientras, que alrededor de 50 millones resultan heridas en esos siniestros. La iniciativa de la ONU, a la que adhirió nuestro país, busca reducir esos indicadores a la mitad.

La Organización Mundial de la Salud, integrante de las Naciones Unidas, especializada en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención a nivel mundial en la salud, calcula que cada año mueren en las calles 1,3 millones de personas por lo que los accidentes de tránsito son la principal causa de fallecimiento de niños y jóvenes en el mundo.

En este marco, la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), dependiente del Ministerio de Transporte, anunció que se sumará a los objetivos impulsados por Naciones Unidas para reducir en un 50 por ciento las muertes y lesiones causadas por siniestros viales en los próximos diez años. Como bien se conoce, los indicadores colocan a nuestra ciudad entre las más peligrosas del país.

Desde el organismo argentino se indicó que entre las principales metas figura que todos los caminos nuevos alcancen estándares técnicos para todos los usuarios de la vía; que los vehículos nuevos cumplan con normas de seguridad de alta calidad; reducir a la mitad los vehículos que exceden los límites de velocidad; aumentar la proporción de motociclistas que usan casco y el uso del cinturón de seguridad en los vehículos; y reducir a la mitad la cantidad de siniestros viales y muertes relacionadas por conductores en estado de ebriedad, entre otros.

Bien se conoce que tanto en el Centro, como en los barrios y localidades de La Plata no se respetan los límites de velocidad, las prioridades de paso, los lugares de estacionamiento y las señalizaciones, entre otra suerte de festival de infracciones que incluye el no uso de cinturones de seguridad, de cascos y de otros elementos de prevención.

Las infracciones pasaron a ser, si se quiere, la regla, mientras que los que cumplen con las leyes integran, lamentablemente, la minoría de los usuarios de las calles, ya sean automovilistas, ciclistas o peatones. El saldo se mide en la alta cantidad de muertos y heridos por accidentes viales en nuestra zona.

Una vez más corresponde insistir en la necesidad de que se atienda a las reiteradas sugerencias de los especialistas, encaminadas a que se imparta y priorice la educación vial en las escuelas, de modo de poder contar en pocos años con automovilistas y peatones que conozcan a fondo sus responsabilidades y obligaciones como tales.

Ello no impide que, paralelamente, se acentúen las campañas de concientización, destinadas a que, por caso, quienes manejan vehículos sepan en profundidad que de sus propias actitudes puede depender la vida propia y la de terceros.

Pero además de esas tareas pedagógicas y de difusión, el Estado debe velar también por mejorar la condición general de las calles y rutas, cada día más deficiente y riesgosa para quienes circulan por ellas. De no ser así, tal como queda demostrado año tras año, el poder de vigilancia parece quedar casi completamente reducido a un mero afán recaudador.

 

 

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