La Ciudad “conurbanizada”: el vale todo en el espacio público

Al combate interminable contra el vandalismo en casas, negocios y parques, se le agregan las tensiones de la ocupación irregular de la calle y las denuncias por la inseguridad “importada” en el Centro y las localidades

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“En una época, era más linda que Capital. Eso ya se terminó”. El lamento que descargó un vecino del centro de la Ciudad tiene un resumen de una preocupación que, incluso, se extiende fuera de los límites de lo que históricamente se conoció como una joya del diseño urbano aplicado al desarrollo humano, hasta las localidades.

Los lugares de uso público del casco céntrico parecen el escenario para la muestra de una extensa lista de situaciones que acercan a la Ciudad al fenómeno denominado “conurbanización”, que describe más los peores efectos del descontrol que la aglomeración en grandes centros urbanos.

Por caso, tanto en el micro centro como en zonas comerciales de la periferia, los comerciantes consultados por este diario describen un escenario inquietante.

“Entre las mecheras que detiene la policía, la mayoría no son de la Ciudad”, indicó un referente de la zona.

Lejos, a más de diez kilómetros, en el centro comercial de la calle Cantilo, el alerta por este fenómeno del robo hormiga es constante y en los últimos días se agregó una plaga de escruches nocturnos, con pérdidas de dinero, mercadería y equipamiento.

La bronca de este último capítulo, tras una serie de ataques en cuestión de horas, vino con el diagnóstico sobre la presencia de ladrones que llegan desde el Conurbano, golpean y escapan. Algo similar, pero en menor escala a la asonada de bandas que atacan en la zona de quintas del cordón fruti hortícola. Entre esas, la conocida “banda del drone”, conformada por “ilustres” delincuentes de la zona sur del Gran Buenos Aires.

De día, los comerciantes afrontan una permanente competencia ilegal en las ventas. En sintonía con lo que indican los estudios estadísticos, La Plata es un terreno fértil para la modalidad de los manteros, que copan veredas y plazas.

Eso sí, no están en todos lados. “Se concentra la oferta en 7, 8, diagonal 80, calle 12 o la 51 frente a la Legislatura. Están en zonas muy específicas y por otras ni aparecen. Eso es llamativo”, apuntó el comerciante. Curiosamente no está esa presencia en el área de 5 y 50, donde sí perduran los “trapitos”.

Esa presencia sobre las veredas extiende rubros hacia la venta cada vez más amplia de ropa, zapatillas, frutas y verduras.

Hasta cortinados y sábanas se ofrecen en estos días cerca de los locales legalmente establecidos. Un caso: una manta con centenares de anteojos a dos o tres metros de una óptica, en el microcentro.

No se termina ahí. Plaza Italia alberga una impactante feria de ropa con rastros históricos en Plaza San Martín.

La modalidad que creció en los últimos años es la de la ropa usada. “De eso, tenés una especie de sucursal en la vereda del Pasaje Dardo Rocha”, avisó otro comerciante. Lunes, miércoles y vienes, son los días de intercambio de ropa. “Es tierra de nadie”, definió un vecino.

En las inmediaciones de las plazas y calles donde hay oferta constante de manteros se repite, entre los reclamos, la inquietud: “para calentar agua o cargar celulares hacen empalmes a los cables de las columnas de alumbrado”, indicó el vecino del microcentro que, como otras fuentes prefirió no identificarse.

Pintura, afiches

El espacio público aparece tomado por el vandalismo. Eso en la imparable modalidad del grafiti, que altera fachas- en casos de alto valor patrimonial-, fuentes y piezas escultóricas. La intervención, cada vez más violenta, llega a las roturas. Entre esas, las “mutilaciones” de piezas invaluables del Bosque y otros espacios verdes. Puntualmente, el Bosque fue reciente escenario de una pelea entre barras que desarrollaban, como ocurre en forma cotidiana, su tarea consistente en pintar con sus colores todo lo que se cruzan.

Lo mismo padecen en los comercios del centro. Las persianas bajas, paredes y columnas, indican actividad permanente de los grafiteros. Las cortinas bajan por la inseguridad nocturna o bien por la crisis. En los casos de los locales afectados por el parate económico, directamente pueden transformarse en escaparates para la pegatina de afiches de partidos políticos.

Las recurrentes campañas de limpieza urbana parecen generar solo una interrupción en el paisaje constante dominado por afiches y pintadas.

El desprecio llega hasta la puerta de la Universidad. En la semana, con la vuelta de los exámenes presenciales en la Facultad de Derecho reapareció el clásico enchastre en la vereda y la pared de la unidad académica. Todo, a centímetros del cartel que avisa: “Dañar a la universidad pública es perjudicar a la República Argentina”.

Los manteros se concentra en zonas “específicas” del Centro, indican en los comercios

Entre las plazas más castigadas está Moreno, frente a la Municipalidad. A principios de año hubo allí trabajos de recuperación de la piedra fundacional de la Ciudad y los dos Copones ornamentales situados en la misma línea que traza la avenida 13.

Un poco antes hubo que intervenir los monumentos a Raúl Alfonsín y a Mariano Moreno. A la lista se sumó la restauración de la histórica ‘Las Cuatro Estaciones’ (de hierro fundido), el Acuario, los Monolitos y Placas.

trapitos

Sobre el asfalto, también la tensión para los automovilistas que buscan estacionamiento.

A pago del cargo oficial por ocupar el espacio se suma en el microcentro la “ayuda” para los trapitos.

Vecinos y comerciantes advierten sobre la presencia de visitantes del diversos puntos del Conurbano en esas labores.

“Tuvimos un periodo de tranquilidad en ese sentido durante la cuarentena, cuando no había tren. Desde hace unos meses todo volvió a ser como era antes”, dijo una vecina que vive a metros de la Gobernación que suele dialogar con trapitos y vendedores de pañuelos o bolsas de residuos.

“Algunos vienen de lugares como La Matanza. Dicen que de allá los sacan. Por eso, se toman el tren para este lado”, indicó.

 

 

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