Una tarde sin redes: desesperación y ansiedad

Antes de que existieran WhatsApp e Instagram, y de esto no hace tanto tiempo, a nadie se le hubiera ocurrido que la caída de una red social provocara lo que generó ayer el “párate” de estas dos aplicaciones durante entre 7 y 8 horas, con gente que, en muchos casos, se sentía -aunque parezca exagerado- como si le faltara el aire.

Mirar el teléfono una y otra vez, ver si se veían las tiritas azules en los mensajes enviados, verificar cual fue la última vez que un contacto se conectó, intentar llamar a cualquiera para ver si el servicio funcionaba, fueron ayer escenas repetidas también entre los platenses, como si todo llevara a una desesperación colectiva.

Es que el asilamiento por la pandemia potenció el uso de estas redes sociales y de comunicación ¿Qué hubiera pasado si el Covid hubiese llegado por lo menos 2 ó 3 décadas atrás? es difícil la respuesta porque las generaciones anteriores dieron prueba de que se puede vivir igual sin toda esta tecnología conectiva. En cambio, sobre todo los adolescentes, creen que sin ellas hubiese sido el apócalisis en el encierro obligado.

Más allá que esas siete horas sin estas aplicaciones trajo desconexión familiar -aunque siempre hubo otras alternativas, como el llamado telefónico-, trajo complicaciones laborales para muchos que se manejan con el uso del WhatsAPP. Ni hablar de los trastornos con los que aún siguen con el teletrabajo desde sus casas.

La psicóloga Laura Jurkowski, especialista en adicción a las tecnologías, explica que la caída de WhatsApp, Instagram y Facebook Messenger que ocurrió ayer “genera mucha ansiedad y a su vez refuerza el concepto de inseguridad, porque depender de estas aplicaciones lleva muchas veces a que se dejen de utilizar recursos alternativos”.

“Esto genera mucha inseguridad y ansiedad -señaló la profesional- porque al dependerse tanto de WhatsApp y otras redes sociales, muchas veces se dejan de utilizar otros recursos alternativos tan simples como el teléfono”.

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La profesional destacó a su vez que “yo separaría adicción de lo que es un uso dependiente, porque cuando se habla de adicción se utilizan patrones como abstinencia y angustia”.

distinto rango etario

En relación a la utilización de las otras redes sociales, la especialista apuntó que, a diferencia de WhatsApp, “están más divididas por rango etario”.

“Cuando no se puede realizar ese comportamiento cotidiano, y ese es el principal interés de una persona, que a su vez descuida otras actividades, entonces sí se puede hablar de adicción”, explicó.

La también directora del Centro Reconectarse, sostuvo asimismo que “lo que vemos es que la gente tiene un uso excesivo y no utiliza otros recursos, pero no toda la gente es adicta, es más bien un uso dependiente. La adicción, en cambio, es una manera de llenar un vacío por medio de ese comportamiento”.

“Por ejemplo a alguien que tiene dificultades sociales -apuntó la especialista - le cuesta más hablar por teléfono o encontrarse cara a cara con alguien ante la imposibilidad de utilizar WhatsApp, porque WhatsApp hace que dejemos de entrenarnos en aquellas cosas que más nos cuestan”.

“Genera mucha ansiedad y a su vez refuerza el concepto de inseguridad”