Los bienes privados y públicos agredidos por una ola de grafitis y pegatinas
Edición Impresa | 20 de Noviembre de 2021 | 01:41

Las propiedades de nuestra ciudad, los muros de los edificios públicos, los pedestales de los monumentos, así como cualquier otra superficie disponible, siguen siendo el blanco predilecto de pintadas que contienen leyendas de todo tipo, ratificándose así la vigencia de actitudes casi siempre anónimas que concitan un general rechazo en la población.
En tal sentido, una nota publicada ayer en este diario reseñó los serios perjuicios económicos y estéticos que el avance exponencial de las pintadas ocasiona en las paredes del casco urbano y también de la periferia.
En rigor no hay superficie de los frentes, del mobiliario urbano e inclusive de los cordones y calles que no quede exento de las pintadas, muchas de ellas plagadas de dibujos o frases inconexas. Los bancos de plaza, los monumentos, los semáforos y demás señalético, todo sirve de pizarrón para quienes, por lo general, en horas nocturnas dan rienda suelta a una suerte de “creatividad” ciertamente discutible, que arruina todo lo que encuentra a su caso. Tal como se dijo, alcanza con caminar unas cuadras por un centro comercial, un barrio o una zona de la periferia platense para advertir el avance aluvional de los grafitis.
Según estimaron los grafitis causan en cada fachada gastos que los propietarios se ven obligados a afrontar por costos que entre los mil y los 5 mil pesos entre mano de obra y materiales, para concretar los trabajos de limpieza.
La acción “grafitera” en estos días, lejos de acabar, se multiplica, con zonas que están siendo especialmente castigadas, como por ejemplo, las calles 9, 10 y 11, desde 60 en dirección a la avenida 72, donde vivienda tras vivienda, ya sea casa baja, de dos plantas o edificio de altura, se presentan recargadas de la típica pintura con aerosol.
Estos y otros datos fueron corroborados también por representantes de la Red de Casas Antiguas de La Plata, Icomos Argentina, el Centro Comercial de Calle 12 y la Asociación Amigos de Calle 12. Algunos de ellos reclamaron una acción concertada con la Municipalidad para contener esta expansión caótica de pintadas que, por cierto, afean a la Ciudad.
A este panorama se le suma la “pica” futbolera de la Ciudad, que lleva a algunos grupos de hinchas de Estudiantes y de Gimnasia a pintar, por temporadas, los árboles y bancos del Bosque, con ataques también en distintos barrios que consideran “propios”, donde cualquier paredón o poste de servicios públicos viene bien para expresar la rivalidad.
Si bien la modalidad más dañina la constituyen las inscripciones con aerosoles, la mayoría de ellas indelebles, que obligan a una costosa reparación, también la pegatina de carteles resulta nociva cuando no se ajusta a las especificaciones contenidas en las reglamentaciones vigentes.
Por lo demás, se está atentando permanentemente contra bienes ajenos y contra principios estéticos que son comunes de modo que resulta imperioso poner término al capricho personal de algunos pocos, que se creen autorizados para causar esos daños, a través de una rigurosa fiscalización de la actividad y la consiguiente prohibición de afectar espacios que deben permanecer ajenos a tan lamentable fervor publicitario.
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