Desde 1990 que no sumaban tantos meses con más de 3% de inflación

Tras la derrota del oficialismo en la mayoría de los distritos y en el agregado nacional en las elecciones legislativas, analistas económicos elevaron las proyecciones de inflación para este año y para 2022, al tiempo que manifestaron esperar un mayor déficit fiscal para ambos períodos y una mayor tasa de rebote del PBI.

Así se desprende de la mediana de proyecciones de las ocho consultoras y centros de estudios que participaron de la Encuesta de Expectativas Macroeconómicas de El Cronista (EMEC), que entregaron sus respuestas entre el 15 y el 23 de noviembre, con los resultados de los comicios ya sobre la mesa.

Los analistas estiman que la inflación de noviembre rondará el 3 por ciento y la de diciembre, un 3,2 por ciento, con lo que de cumplirse estas proyecciones 11 de los 12 meses del año habrán tenido un 3 por ciento o más. Se trata de un fenómeno que no ocurre desde 1990 aunque el dato anual de 2021, por encima del 50 por ciento, sería inferior al 54 por ciento de 2018.

El mes de este año con la cifra mas baja habrá sido agosto con el 2,5 por ciento previo a las elecciones PASO, facilitado por un mayor apretón cambiario y un menor ritmo de depreciación del peso frente al dólar. A la luz de los resultados, este ancla cambiaria, el atraso de las tarifas en términos reales y la intensificación de los controles de precios fracasaron en la contención de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda.

Y para 2022 la tendencia no variaría demasiado: los participantes de la EMEC proyectan una inflación de 45 por ciento para todo el año, cuyo primer trimestre superaría el 10,5 por ciento con otros tres meses por encima del 3 por ciento. La mediana de respuestas apunta a un 3,3 por ciento en enero, un 3,2 por ciento en febrero y un 3,7 por ciento en marzo.

Para entonces, 17 de los 18 meses previos habrán superado esa barrera del 3 por ciento y la inflación acumulada desde la asunción de Alberto Fernández rondaría el 135 por ciento en menos de un año y medio.

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En tanto, los analistas volvieron a ajustar a la baja el tipo de cambio oficial esperado para fin de año a $107 por dólar según la mediana de respuestas, unos pesos por debajo de los $115 que se venían proyectando desde junio, mientras que para 2022 se elevo a $163, cuando en las últimas ediciones se mantenía por debajo de $160.

Por el lado de la actividad y de las cifras fiscales, los analistas elevaron sus previsiones de rebote del PBI, en especial para este año, a 8,6 por ciento, casi un punto y medio mas que el consenso reinante antes de las PASO. Para 2022 la mediana de respuestas apunto un 2,2 por ciento, una décima mas que el mes anterior pero varias menos que los pronósticos de los meses previos.

Si bien en el neto del bienio es el mejor dato desde el inicio de la pandemia, todavía la acumulación de estos dos rebotes no alcanzaría para borrar el desplome de 9,9 por ciento de 2020 por media décima.

Además, lo que matiza el impacto de este crecimiento en la economía real es que ese eventual 8,6 por ciento supera por muy poco al nivel de actividad de fines de 2020, que era 6 por ciento superior al promedio del año pasado (diferencia que los economistas llaman arrastre estadístico). Así, contra el nivel de la actividad de inicios de año el rebote rondaría los 2,5 puntos porcentuales.

En cuanto a los datos fiscales, las previsiones para el rojo primario de 2021 se mantienen estabilizadas en torno a 3,6 por ciento del PBI, mientras que para 2022 aumenta a 3,3 por ciento del Producto.

Esta última cifra muestra el escepticismo de los analistas respecto al eventual plan plurianual que el Gobierno prometió que enviará al Congreso a principios de diciembre para acelerar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, entre sus puntos destacados, requiere una rápida reducción del agujero fiscal.

El anuncio de ese plan, que desde el año pasado el Gobierno prometía para antes de marzo de este año, constituye una de las señales de racionalidad en materia económica que intento dar el presidente Fernández, pero lejos de lograr su cometido todavía impera la incertidumbre entre los macroeconomistas.

En cuanto al comercio exterior, las previsiones de exportaciones ascendieron levemente un 2 por ciento en el último mes a U$S76.946 millones, mientras que las proyecciones de importaciones se mantienen estables apenas por encima de los U$S61.858 millones. Para 2022, los analistas esperan que ambas variables crecerán a U$S 79.947 millones y U$S70.082 millones, respectivamente.

La Encuesta de Expectativas Macroeconómicas El Cronista (EMEC) se realiza una vez por mes desde junio de 2016 entre varios de los más destacados analistas del mercado, incluidos bancos, consultoras, centros de investigación y asesores de inversión, a quienes se les pide que respondan un formulario con una treintena de preguntas sobre 12 variables clave de la macroeconomía y las finanzas nacionales.

En la edición de noviembre participaron Seido, Management & Fit, LCG, FIDE, Ecolatina, Abeceb, la Escuela de Economía y Negocios de la Unsam (Costante, Favata y Dentice) y el Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación.

ARRIBA DE LOS MAYORISTAS

La apreciación del tipo de cambio llegó a tal punto que en los diez primeros meses transcurridos de 2021 la inflación duplicó el incremento del dólar mayorista, lo que abre el camino a un mayor nivel de depreciación después de las elecciones.

Así lo sostuvo la Fundación Libertad y Progreso, que explicó que el nivel de apreciación del que se vale el gobierno como fallida ancla anti-inflacionaria “es insostenible”.

Diego Piccardo, economista de la entidad, precisó que en el acumulado del año “el tipo de cambio mayorista promedio mensual subió un 20,1 por ciento frente a una inflación interanual estimada del 41,3 por ciento”.

“En algún momento el Banco Central tendrá que elevar el ritmo de depreciación del tipo de cambio ya que las reservas son cada vez más escasas”, alertó, al tiempo que consideró que ante una probable devaluación, “la alternativa es un constante reforzamiento del cepo cambiario” y al respecto destacó que la última medida de la autoridad monetaria fue “limitar la compra de dólares a los bancos “.

También consideró que “otras opciones que tiene la autoridad monetaria es seguir limitando el uso de dólares para las importaciones”, aunque “a costa de una menor actividad económica”.

En ese contexto la Fundación proyectó una inflación de 3,2 por ciento para octubre, con un 41,3 por ciento en lo que va de 2021 y 51,7 por ciento en los últimos doce meses.

Al respecto, LyP señaló que “la inflación acumulada de 2021 es la segunda más grande de los últimos 5 años”, después del 42,2 por ciento de 2019, “como consecuencia de la devaluación luego de las PASO de aquel año”.

Para Piccardo, la principal preocupación del alto nivel de inflación de este año es que “se llegó a este punto con muchos precios pisados por el gobierno: tarifas de los servicios públicos; múltiples programas de controles de precios; naftas que arrancaron subiendo pero que terminaron atrasándose y como indica el manual electoral del kirchnerismo, el tipo de cambio”.

Por su parte, Aldo Abram director ejecutivo de LyP, indicó que “la baja de inflación que observamos en nuestro indicador con respecto a la oficial de septiembre es habitual en la estacionalidad en años que son normales y en los que la inflación no está escalando aceleradamente».

“Era lo esperable. Lo que podemos esperar es que aumente la inflación en noviembre y diciembre con respecto a octubre”, advirtió.

Abram pronosticó que “a partir de diciembre el ritmo de suba del tipo de cambio mayorista comenzará a acelerarse” y eso “arrastrará el precio de los bienes que están en las góndolas” que hasta ahora “venían subiendo más moderadamente justamente por el atraso cambiario preelectoral que estaba generando el Banco Central».