Berisso, para todos los gustos: se expande la producción de bebidas

Berisso, tierra espirituosa. Quizás debido a su particular clima, cálido en los veranos y de ambiente muy húmedo por la cercanía con el río; quizás por una cultura de trabajo y esfuerzo, propia, por lo general, de los inmigrantes, que necesitan imperiosamente forjar un futuro para sus familias. Lo cierto que la ciudad ribereña, separada apenas por una avenida de La Plata, se ha convertido con el tiempo en un campo fértil en la producción de bebidas alcohólicas.

Por un lado, en Berisso se elabora el ya consolidado en su fama “Vino de la Costa”, un emprendimiento, desde hace casi veinte años, de la Cooperativa que nuclea a varios viñateros -pero de un arraigo local mucho más antiguo-, y también por familias que lo hacen de forma autónoma. Por otra parte, se produce hidromiel, el primer trago con alcohol que se conoce en Occidente, muy valorado oportunamente por griegos, romanos y los pueblos nórdicos. Y también, acompañando la tendencia nacional que no para de crecer, hay grupos en esa ciudad que fabrican cerveza artesanal.

La uva para el vino se produce y procesa a nivel local, en base a un saber de hace más de un siglo

La uva de la que sale el vino costero (la Vitis labrusca, una variedad de la Isabella) se produce a nivel regional desde hace más de un siglo, entre finales de 1800 y principios de 1900. Se cultiva y procesa a partir de un saber popular, de esos que pasan de generación en generación y que se adquieren a partir de la práctica y de los consejos de los mayores. Fue la bebida alcohólica por excelencia de los vecinos de Berisso.

Su esplendor histórico hay que situarlo en aquellos años de intensa actividad de los frigoríficos, cuando se instalaron en el distrito pegado al Río de la Plata miles de trabajadores que habían migrado de Europa.

Esa industria de tipo artesanal que, como se dijo, se inició muchas décadas atrás en algunas viviendas con capacidad para el desarrollo de viñedos, en los años 90 prácticamente se extinguió. Fue un programa de Extensión de la facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP que buscó a los pocos productores de la uva Isabella que quedaban y así se recuperó el vino, ya para comercializarlo.

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En 2001, durante una de las peores crisis económicas del país, surgió la necesidad de hallar fuentes laborales para numerosas personas afectadas por la falta de trabajo y así nació la Cooperativa de Provisión y Comercialización de la Costa. Hoy, distintos proyectos familiares giran en torno al característico vino de Berisso, que en los últimos años se diversificó en variedades y se ofrece tinto, blanco, rosado y espumante.

Otras propuestas

Además del éxito propio, la experiencia del Vino de la Costa sirvió de impulso a otras alternativas. Como sucedió con la producción de hidromiel, esa “bebida de los dioses” que animaba las bacanales en la antigüedad europea. Mezcla de agua y miel, comenzaron a producirla dos primos y herederos (por sus abuelos) de la tradición del vino costero. Se entusiasmaron con la idea de recrearla, y prueban suerte desde hace un tiempo a partir de la antiquísima combinación que termina teniendo unos 14 puntos de graduación alcohólica. La comercializan online o a través de comercios de Berisso y La Plata.

“Se fabrica con agua de vertiente natural -detalló Sebastián-; no con agua de canilla ni filtrada y la proporción del hidromiel dulce es de 700 gramos de miel por litro de agua”. El fermentado lleva no menos de seis meses, según explicó el productor berissense. “Hay que darle tiempo para que vaya decantando; primero se ve como un líquido turbio y con los días se va aclarando y pasa de un color dorado a una transparencia total”, añadió.

También la cerveza artesanal crece no en cantidad de productores, según evaluaron en la secretaría de Producción del municipio de Berisso, sino en volumen de ventas.

“Se desarrollaron distintos emprendimientos, pero la actividad cobró mayor importancia cuando se habilitaron a través del sistema de Pupas (Pequeñas Unidades de Producción Alimenticias) 16 fábricas, primero con el aval de la intendencia y después desde la Provincia”, puntualizó el titular del área, Roberto Alonso.

Para fomentar ese crecimiento, se incentiva a los productores con la organización de diferentes eventos que convocan a los amantes de la “birra”. Una de las promotoras de esos encuentros es la Asociación de Cerveceros de Berisso, que realiza dos encuentros importantes al año: la Fiesta de la Cerveza, que se celebra cada primer fin de semana de diciembre, y la Copa Tres Ciudades, que se programa siempre en marzo.

“Suelen participar cervecerías de toda la Argentina, de Mendoza, Río Negro y otras provincias. Cada vez se agrandan más los eventos y adhieren más cerveceros”, dijo el presidente de la entidad, Gabriel Montenegro, quien resaltó, al mismo tiempo, que la pandemia “pegó fuerte” en el sector y que “recién ahora”, con la temporada alta de la bebida, se empieza a notar cierta reactivación.

El jugo también demandado

Mismo origen, otro camino. Emiliano Álvarez Zanelli es ingeniero agrónomo egresado de la UNLP. Participó, décadas atrás, del lanzamiento del Vino de la Costa como técnico del proyecto. En ese trabajo de tubos de ensayo, mediciones de calidad y registros de datos, bebía el mosto que quedaba de la molienda. “Me encantaba; me parecía muy rico. Y así nació la idea de procesarlo, embotellarlo y venderlo”, contó el joven productor de jugo de la uva Isabella.

En el medio, antes de inaugurar su parcela en Los Talas con las plantaciones, viajó a Brasil, primer productor de jugo de esa vid. Ahí se interiorizó en la producción y se capacitó, asimismo, en la agricultura familiar. Para 2016 ya se extendía el viñero propio; quedó como socio de la Cooperativa –donde utiliza, además, la sala de Agroindustria de la entidad- y desde entonces produce a pleno, con unas 300 plantas dentro de media hectárea. Consigue envasar a una escala, no muy grande, de aproximadamente 1.000 litros anuales.

El arbusto que da la uva es perenne y en el caso de la Vitis labrusca el fruto maduro, listo para cosechar, es de marzo, mes en que Álvarez Zanelli fija un día y junto a su pareja, Micaela Trucco, convocan a la familia y los amigos y todos colaboran en la producción del jugo.

Se trata de un producto 100 por ciento natural, pues no hay agregados: ni azúcar, ni agua, ni conservantes: pura fruta pasteurizada a 82 u 83 grados y trasvasada en las botellas, todavía caliente, de uno y de medio litro. “No hay que excederse con los 20 minutos de cocción porque se pueden perder propiedades”, aclaró el productor, nacido en Chubut, recibido en La Plata y mudado a Berisso.

Este jugo, salido del medio del monte costero, se comercializa por las redes sociales, a consignación en algunos comercios y en ferias de la Región. Además del consumo directo como bebida hay quienes lo utilizan para la elaboración de otros preparados, como productos probióticos. En el año que termina, por caso, se envasó en marzo y en septiembre se vendió la última botella.

Un ingeniero dedicado al estudio del mosto, arrancó con la producción de jugo de uva