Vacaciones o traslados en las decenas de comercios ilegales

Pasada la fiesta, la Costa sería su nuevo destino organizado. Ventas en negro y mercaderías de origen desconocido

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Y repentinamente desaparecieron una importante cantidad de las decenas de verdaderos comercios ilegales que funcionaron en la Ciudad hasta el viernes pasado. En algunas arterias abandonaron sus lugares aproximadamente la mitad de los vendedores. No fue consecuencia de los operativos policiales, de inspectores impositivos o de control ciudadano. Simplemente la poderosa organización que maneja la venta callejera en La Plata resolvió que los empleados se tomaran vacaciones o muy abruptamente comenzaran a trasladarse a la Costa, y para que no haya dudas de que se trata de una estructura, los “manteros” actuaron una vez más al unísono, aún cuando se dedicaran a distintos ramos con la venta de productos textiles, de joyería, calzados, relojes, entre otros artículos.

Antes de partir, las transacciones fueron importantes y tres puestos en una misma cuadra, en la que había otros, vendieron por lo menos 37 remeras y musculosas, 15 pares de zapatillas, 39 juguetes y unas 40 prendas de ropa interior. Por supuesto que todas las operaciones fueron en negro y los diferentes artículos de origen desconocido. Esas operaciones que pueden calcularse en unos 150.000 pesos se llevaron a cabo cuidando que no se superpusieran la venta del mismo tipo de mercadería en los diferentes puestos. Resulta difícil calcular el total del dinero embolsado en las transacciones que se efectuaron en toda la Ciudad durante la semana pasada, pero se trata sin duda de una cifra millonaria.

Por supuesto que para ello es necesario un mando o administración unificada y una logística que involucra el aprovisionamiento que se llevó a cabo con más de un automóvil.

La cuadra que se realizó el control está fuera del corazón de la zona comercial del centro de la Ciudad donde las ventas son mayores. Entre los tres lugares que observaron informantes del diario ocuparon unos doce metros de vereda que se convirtieron en vidrieras con variedad de modelos y que en algunos casos dejaban un estrecho corredor para que los peatones pasaran.

En muchos casos los llamados “ambulantes” -que no lo son- se instalaron frente a comercios legalmente establecidos cuyos titulares y empleados observaron una imbatible competencia que les restaba ventas.

Ayer no tuvieron ese problema porque la organización, vale la pena repetirlo, o dio franco a todo el personal o lo trasladó a la Costa. El abastecimiento de esos comercios es de disputa que se realiza a partir de establecimientos clandestinos, de mercaderías robadas o de contrabando, con lo cual pueden hacer ofertas a precios menores, que el de los comercios legalmente constituidos.

El daño ya está hecho y la banda que comanda estos operativos siguió gozando de la más absoluta impunidad a pesar de las reiterados protestas de quienes cumplen las normas sanitarias, impositivas y laborales que influyen sobre sus costos, y consecuentemente en los precios que deben fijar al público.

 

 

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