Trastornos alimenticios en la farándula: los famosos, víctimas, voceros y ¿culpables?
Edición Impresa | 15 de Febrero de 2021 | 06:20

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. Como nunca antes, gracias a las redes sociales, generaciones enteras han tenido acceso a información y apoyo para comprender y superar sus trastornos alimenticios y traumas ligados a la imagen corporal, gracias a movimientos como el “body positivity” y “body neutrality” y a una comunidad dispuesta a compartir sus experiencias y a romper la espiral de silencio en torno a enfermedades como la anorexia y la bulimia.
Pero por el otro lado, en esas mismas redes sociales rige la ley de la imagen: la exposición es constante y, por lo tanto, la presión también. En el caso de los famosos, para colmo, el cheque de fin de mes depende de lucir espléndido en cada selfie: el mundo se estará deconstruyendo, pero el mercado no: sigue prefiriendo, para sus promociones, figuras esbeltas, ciertos rostros, ligando el éxito a la delgadez y generando así estándares poco realistas que alimentan la ansiedad y la vergüenza en torno al físico.
Los famosos se convierten así en parte del problema, pero algunos procuran también ser parte de la solución: influencers como Cande Tinelli se han colgado la bandera de la concientización, tras haber atravesado situaciones límites con su propio cuerpo. La hija de Marce contó hace una semana que pasó más de una década con trastornos alimenticios, que provocaron que no menstruara durante cinco años y que se le cayera el pelo. E hizo un llamamiento: “Sé que hay mucha gente que sufre esto, ojalá me lean y entiendan que están perdiendo momentos de su vida que no van a volver a vivir. Nutran su alma. Disfruten. Coman, ríanse, amen”, lanzó.
Cande volvió a referirse al tema ayer, en una conversación con sus seguidores de Instagram, a los que les dijo que “siempre pidan ayuda, hablen, exprésense. Tiene solución y les aseguro que la vida es mucho mejor sin esa enfermedad de mierda. Fui muy acomplejada de pendeja. Trastornos alimenticios, mambos. Aprendí que la vida es muy hermosa y que no vale la pena angustiarse por giladas. Hay que disfrutar mucho. ¡La vida es actitud!”
En esa línea, advirtió: “Chicas, por favor, no caigan en esto. Instagram muestra cosas irreales, cuerpos que no existen. No se caguen la vida, en serio. Es demasiado hermosa. Y todas somos hermosas. Con unos kilos de más, de menos. La vida es así: un día flaco, el otro no. Pero no a estos extremos enfermizos que pueden terminar mal, al pedo absolutamente”.
Claro que la puerta de entrada es la adolescencia, un tiempo de enorme ansiedad, inseguridad y cambios donde no es tan fácil liberarse de las presiones sociales en torno a la imagen. La adolescencia fue, de hecho, la puerta de entrada de Cande, que contó que comenzó con sus problemas a los 15 años, y también de muchas otras famosas: Vicky Xipolitakis contó que llegó a pesar 35 kilos (midiendo 1.70) y que solo tomaba agua; Jimena Cyrulnik llegó a pesar 39 kilos y “odiaba la comida”; Mina Bonino afirmó que a los 21 “no estaba lista para afrontar las críticas e indirectas de las redes sociales y empecé a bajar de peso”; y Oriana Sabatini reveló que convivió durante “10 años con trastornos alimenticios, pasando de una anorexia hasta el trastorno por atracón”. La joven reconoció incluso que siempre se fotografía o se graba “cuando estoy entrenando 24/7 y pasando hambre”
EL PRECIO DE LA FAMA
Allí se revela otro factor clave: la inseguridad adolescente es solo una puerta de entrada; la exposición constante es una de las razones por las cuales tantos famosos sufren trastornos alimenticios.
Trabajar con la imagen es verdaderamente peligroso. Más aún, en una era donde la imagen está omnipresente: no existe mes, semana, día siquiera, en que los famosos puedan lucir desarrapados, comer hasta desabotonarse el jean, darse un gustito, porque hay cámaras en todos lados. Y ellos viven de la imagen.
Este es, claro, un problema que excede a Argentina. Lady Gaga confesó que padece “bulimia y anorexia desde los 15 años. Solía vomitar constantemente cuando estudiaba en la secundaria. Quería ser una bailarina esquelética pero era una voluptuosa niña italiana cuyo padre le ponía albóndigas para cenar cada noche”. Victoria Beckahm reveló que desde los 18 años padece trastornos alimenticios producto de su “ambición” con la imagen (aunque está en el ojo de la tormenta en cada fashion week, acusada de promover la anorexia y la bulimia por contratar modelos extremadamente delgadas y altas para lucir sus diseños). Angelina Jolie llegó a pesar 35 kilos. Demi Lovato afirmó que “una de las cosas que no he logrado superar aún es mi desorden alimenticio. Cuando me siento sola mi corazón siente hambre, y acabo dándome atracones, y no sé cómo lidiar con el hecho de estar sola”.
Los nombres siguen: Lily Collins, Christina Ricci, y también muchos famosos varones son afectados por los estándares de belleza impuestos por los medios. Sam Smith perdió más de 20 kilos en un año, y confesó que “todavía siento presión de lucir de una cierta forma. Para las mujeres, la presión en esta industria es terrible y debe parar”. Wentworth Miller reveló que en su momento de mayor depresión recurrió a la comida. Hasta Robert Pattinson confesó sentir mucha inseguridad por la forma en que luce.
CONCIENCIA Y CONSECUENCIA
Son los propios famosos que transitan estas presiones los que, a menudo, dan herramientas a la comunidad para combatir los impulsos poco saludables a los que lleva el culto a la imagen. “Hoy por hoy la aceptación de muchas mujeres y hombres se centra principalmente en estándares de belleza rígidos y riesgosos para la salud. Te la hago corta: tu salud no es una moda: todos somos diferentes, tenemos contexturas, metabolismos y requerimientos nutricionales distintos, por lo tanto no podés esperar tener el cuerpo de la actriz o cantante favorita, del deportista que te encanta o la modelo del momento”, rezaba, por ejemplo, un mensaje de Daniela Lopilato que compartió su hermana Luisana, también víctima de problemas por su imagen.
Pero, a la vez, muchos famosos parecen fomentar cuerpos imposibles. Como siempre, en el centro del debate ha estado Jimena Barón, varias veces acusada de “fomentar la anorexia” por las siempre fervientes redes: “La feminista que vive mostrando el cuerpo hegemónico que tiene para que las chicas aprendan a amarse”, lanzó un comentarista ante una de sus clásicas imágenes.
Al debate se sumó, incluso, el preparador físico Sergio Verón, conocido por “Cuestión de peso”: “Ella vive de su cuerpo, puede hacer mucho dinero con su cuerpo, es un cuerpo que llama la atención y ella hace uso de eso. Es un cuerpo extremadamente magro, eso lo lográs con una alimentación más que milimétricamente medida, no solo con ejercicio”. Y añadió que “es una chica hermosa, pero el común de las mujeres de su edad no tienen esa figura” y reflexionó que su mensaje “es un poquito peligroso”.
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