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Deportes |OPINIÓN

Messi quedó en una encerrona

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

21 de Febrero de 2021 | 05:21
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Como ya viene sucediendo demasiadas veces en los últimos años, otra vez surge un morbo especial para ver a Leo Messi en el partido que Barcelona juega hoy temprano contra Cádiz. Es cierto, Cádiz, 15º en la Liga de España, no es París SG, el PSG de Kylian Mbappé que el martes pasado aplastó 4-1 a Barcelona en su casa y lo dejó con un pie tempranamente afuera de la Champions, golpe deportivo pero también económico para un club sin dinero y en vísperas de elecciones. Y golpe también para quienes todavía tienen esperanzas de que Messi siga en Barcelona cuando Leo finalice su contrato en junio próximo. Ganarle hoy a Cádiz, hacerle hoy tres goles a Cádiz, no atenuará de ningún modo el golpe del PSG, el enésimo que sufre Barcelona en instancias de peso, y con un Messi que, hay que decirlo, tampoco él logró estar el martes a la altura de la situación.

Messi, con todo su brillo, su consistencia de años y toda esa electricidad y esa clase que todavía puede ofrecer, ya no es claramente el rey hegemónico. Mbappé se lo recordó en el Camp Nou. Fueron curiosos algunos episodios que surgieron tras la goleada del martes, cuando el francés anotó tres goles y dio también un gran empuje al argentino Mauricio Pochettino, DT todavía flamante del campeón francés. El primer episodio, en pleno partido, fue la dura discusión de Mbappé con Jordi Alba. El atacante francés, 23 años, diciéndole a Alba “Yo en la calle te mato, te mato eh” y Gerard Piqué interviniendo para decirle a Mbappé “a quién vas a matar tú”. Y Alba rematando el momento y diciéndole a Piqué “déjalo, está aprendiendo, está comenzando”. Después, claro, vinieron los tres goles de Mbappé, que además fue héroe solitario esa noche, porque PSG, peor aún, jugó afuera de su casa y sin Neymar y sin Angel Di María, que sí podrían estar recuperados para la revancha (jugó a gran nivel Leandro Paredes, buena noticia para la selección).

El segundo episodio, ya pospartido, sucedió cuando el representante Junior Minguella contó a Radio Marca que hace cuatro años, cuando perdió a Neymar, Barcelona desechó contratar a Mbappé y, por consejo de sus técnicos, eligió en cambio a Ousmane Dembelé. “Creían que, por su tipo de juego, Dembelé iría mejor y alguno llegó a decir incluso que Mbappé era una fantasmada, que contra quién había empatado este chico”. El acuerdo con Mbappé, contó Minguella, ya estaba cerrado a cambio de 130 millones de euros, más otros 25 en incentivos para el Mónaco, y con un salario anual medio de unos 13 millones para el jugador, que tenía entonces apenas 18 años y que terminó siendo fichado por el propio PSG. Barcelona terminó gastando ese dinero con Dembelé, con resultados pobrísimos, por lesiones, por rendimiento y también por cierta indisciplina del jugador. Minguella contó la anécdota para graficar que Barcelona lleva años cometiendo errores de apreciación. Que esta crisis no es nueva. Y que, si bien cómodo en algún sentido, ya no es el club si Messi quiere mantener algunos años ambicionando con volver a ganar la Champions.

La comodidad, término que podríamos poner entre comillas, se debe a que, por muy irregular que puedan ser sus últimos años, Barcelona, sus hinchas, jamás expresarían ingratitud para el jugador que cambió la historia del club. Messi seguiría “en casa”. Querido. Pero, tal lo visto, Barcelona es una casa cada vez más peligrosa. Sin dinero (está claro que Messi rebajará su actual contrato, en Barcelona, en el City o en el PSG, donde quiera que siga). Pero, más importante aún, sin proyecto para atravesar la transición y volver a tiempos mejores. Es cierto, el club celebra elecciones el 24 de marzo y se irá la actual conducción a la que Messi denunció judicialmente por la filtración de su contrato. El gran candidato Joan Laporta, o el eventual fichaje de Xavi como DT, podrían seducir a Messi. Parece cada vez más difícil que eso pueda suceder. La selección argentina, que ya tiene fecha de eliminatorias para sus próximos partidos difíciles ante Uruguay y Brasil, debe estar tomando nota de lo que está pasando. Ante rivales de peso, que dejan poco espacio e imponen marca dura, Messi precisa cada más del equipo para hacer valer su talento. Si antes era Barcelona, ojalá sea hoy la selección la que ofrezca a Messi la posibilidad de reencontrarse ambicioso en la búsqueda de títulos mayores. El ciclo no está terminado.

 

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