Para viajar desde casa

Un listado de crónicas para viajar desde el sillón  o animarte a emprender nuevas rutas. Leemos, mientras esperamos que el anhelo perdure.

 

Hay pocos viajes que no conozcan, desde el principio, sus palabras.

 Martín Caparrós.

 Por Coni Crowder

En esta peculiar temporada de verano, salir del país es una odisea plagada de trámites y dificultades. Los destinos nacionales, en especial la costa atlántica y las escapadas cortas de fin de semana, dan una pista del nuevo veraneante en contexto de pandemia.

 Sin embargo otros, por imposibilidad o elección, dedicamos el tiempo libre a la tranquilidad del hogar y hacer vida de vacaciones en el patio o el sillón para disfrutar series y libros mil veces postergados.

 Volví, entonces, una y otra vez a mi biblioteca y en siestas interminables, días sofocantes o tardes de lluvia, abrí libros olvidados. Me encontré con autores de literatura de viajes, crónicas y relatos del caminar o moverse de un lugar a otro, que me recordaron decisiones y deseos. Caminos, partidas y llegadas.

 Viajamos y  leemos;  cuando leemos, quizás, nos trasladamos a ver aquello que vio y sintió otra persona. 

¿Qué libros de viaje podrían despabilar tus ansias viajeras o  mantenerlas en pausa a la espera de volver a viajar?  Comparto, entonces, libros que viajan hacia horizontes difusos y vienen por senderos sin huellas o marcas visibles del género viajes.  Un listado arbitrario de crónicas y autores que desde el viaje, escriben de cielos luminosos o desiertos mil veces visitados. De rutas afectivas y personales, geografías inexploradas y travesías en solitario que captan y transmiten el instante de la experiencia.

Fuera del mapa

Alastair Bonnett propone un viaje extraordinario a lugares inexplorados e indaga en el tema del viajar con la advertencia que el libro que estás por abrir no es una guía. Hay, dice el autor, lugares que nadie quiere visitar y otros tan persistentes en su rareza que ningún alma se asombra ya de su peculiaridad.

La fascinación que nos producen los lugares fuera de lo común es tan antigua como la geografía misma. Ese hechizo navegó hasta hoy, planeta mapeado e interconectado, sin lugares que no conozcamos.

“Imagina que tomas el sol en una isla creada de manera artificial con espuma helada.  Colonizas una ciudad junto a Chernóbil que jamás llegó a ser habitada. Pernoctas en un cementerio habitado (por vivos) en el norte de Manila. Visitas un micro estado fundado en una plataforma armamentística en mitad del océano. Conoces al amor de tu vida en una campiña británica, capital del sexo al aire libre” dice Bonnett.

 Cuarenta y ocho lugares fuera del mapa, por los que el autor siente una especial atracción, asumiéndose parte de esta especie que ama los lugares y sugiere que no todo está descubierto y conquistado.

Cronistas suburbanas y del andar

En un escenario, sin micrófono y bajo la luz de un reflector que produce luces y sombras en su rostro, la escritora Hebe Uhart habla sobre el género literatura viajera mirando un punto fijo al frente, postura que interrumpe ante cada pregunta de su entrevistadora, con un lento movimiento de cabeza hacia el costado.

Hacia el final de la charla, me acerco para decirle que me gusta mucho lo que hace.

-Me gusta mucho su trabajo.

Hebe recibe el halago. Lejana, me dedica una sonrisa tan veloz como sus ojos, como quien suspira. 

No es fácil describir a Hebe Uhart: sus crónicas escapan a los lugares mil veces visitados en la escritura de viajes. Lo suyo fueron las crónicas, pero no de grandes viajes y aventuras, sino la descripción de eso que todos vemos desde el detalle y la simplicidad. “No soy aventurera”, precisó alguna vez como una parábola, toda una concepción de la escritura.

 A través de sus relatos no buscó ir hacia la experiencia, simplemente estuvo ahí y lo contó como si dijera: hace frío. “Nací en un pueblo: me gustan los pueblos. Me resulta más difícil trabajar una ciudad grande. Los pueblos chicos son abarcables, me parecen literarios y además van con mi personalidad. Yo todavía llego temprano a todas partes, todavía estoy acostumbrada a la matriz de tiempo de mi infancia. Como persona y como escritora, no soy campesina ni citadina ni conurbana: soy suburbana”. 

 También, que se desplazó por dos clases de crónicas de viajes, dos tipos de impresiones: “una más libre, subjetiva, donde aparezco más yo, que son las que se parecen más a un cuento. Y las que están más documentadas, con información relevante, unida a mis impresiones personales. Los géneros están muy mezclados. Hay cuentos que pueden ser leídos como crónicas y crónicas que son cuentitos”.

Para empezar, pueden hacerlo con “Turistas”, desde el cual conocerán, a través del humor, la diferencia no romantizada entre turistas y viajeros y el original estilo de la escritora, que falleció en 2018.  Otros títulos: “Visto y oído”, “De aquí para allá”, “Viajera crónica”, “Del cielo a casa”, “De la Patagonia a México”.

Por último, “Wanderlust, una historia del caminar” y “Una guía sobre el arte de perderse” de Rebecca Solnit, quien nos muestra que hay tantos motivos por los que la gente sale y camina como personas hay en el mundo. Que aunque la metáfora del caminante ha sido recorrida por muchos cronistas, posee, según quien mire, aristas inexploradas.

 En Wanderlust, habla del poder que implica el caminar, salir, encontrarse con otros, manifestarse, ser parte de congregaciones por causas justas o sin absolutamente ninguna causa. Caminar en solitario puede ser la razón, por alguna promesa, agradecimiento, o por simple conexión con la naturaleza. Las sociedades civiles se manifiestan a pie y pueden cambiar el curso de los acontecimientos. “El otro súper poder del mundo” definió el New York Times alguna vez a las caminatas multitudinarias por motivos políticos. “Caminar en sí no ha cambiado el mundo, pero caminar juntos ha sido un rito, una herramienta y un reforzamiento de la sociedad civil, capaz de resistir ante la violencia, el miedo y la represión”, dice Solnit. En Wanderlust le interesa esbozar un mapa de la historia del caminar, que así como respirar o comer, la actividad puede estar revestida de significados culturales en extremo diferentes: “desde lo erótico hasta lo espiritual, desde lo revolucionario hasta lo artístico”. Una poética del desplazamiento que pueda apropiarse de diferentes sentidos del caminar, de diferentes caminares y caminantes “porque la imaginación ha moldeado y a la vez ha sido moldeada por los espacios que atraviesa sobre dos pies”, reflexiona la autora.

El caminar creó senderos, rutas comerciales, sentimientos de pertenencia a determinada región; configuró ciudades, parques, mapas, guías, equipos y una inabarcable biblioteca sobre caminatas, peregrinaciones, senderismo y montañismo. La metáfora andante resume al caminar como un adentrarse sin permiso en los campos más diversos y en la ausencia de límites. Aunque, sabemos, esta historia no pueda ser sino parcial, un relato de una caminante que vuelve sobre sus propios pasos, mira alrededor y lo cuenta.

“Una guía sobre el arte de perderse” también habla de movimiento, de cosas que en determinado momento son un antes y luego un después. O sitios que se nos aparecen como seguros donde anclar, hacer pie y luego descubrimos que eran espejismos. Los relatos son anécdotas e historias que marcaron su vida: la travesía es íntima, afectiva e intelectual a través de múltiples formas de lo que para ella fue, en algún momento, perderse.

Los dos libros de Rebecca Solnit hablan del movimiento que deviene relato, el relato que configura una y otra historia, sin señales permanentes, perdiéndose y aún así, delineando el sendero vital.

Otros títulos:

Viajeros exploradores

Bruce Chatwin, "En la Patagonia" 

Francisco P. Moreno, "Viaje a la Patagonia Austral"

Lucio V. Mansilla, "Una excursión a los indios ranqueles"

Charles Darwin, "Diario de la Patagonia", "Viaje de un naturalista alrededor del mundo"

Viajes extraordinarios

 Julio Verne, “La vuelta al mundo en 80 días”, “20 mil leguas de viaje submarino” “De la Tierra a la Luna”, "Viaje al centro de la tierra" .

Emilio Salgari, "El continente misterioso", "Sandokan, el rey del mar", "Sandokan, los tigres de Mompracem" 

Viajes y caminos

Jack Kerouac, "En el camino"

Paul Bowles, "El cielo protector"

Jhon Berger "Hacia la boda"

Crónicas de un país

Martín Caparrós, “El interior” 

Benjamín Subercaseaux, "Chile o esa loca geografía”

Ariel Dorfman, "Rumbo al Sur, deseando el Norte" y “Memorias del Desierto”

Mario Markic, “Misteriosa Argentina”, "Misteriosa Argentina 2" Mario Markic

Crónicas de una región

Leandro Vesco, “Desconocida Buenos Aires” Secretos de una provincia; “Desconocida Buenos Aires” Historias de Frontera ; “Desconocida Buenos Aires” Escapadas soñadas. 

Crónicas dispersas

Clarice Lispector “En estado de viaje” 

Victoria Ocampo, “La viajera y sus sombras” Crónica de un aprendizaje.

Martín Caparrós, "Una luna" y “Larga Distancia” Martín Caparrós

Lawrence Osborne, "El turista desnudo"

Hebe Uhart,  “Viajera crónica”.

Carolina Reymúndez, “El mejor trabajo del mundo” y "Verás cosas extraordinarias".

Aniko Villalba, “El síndrome de París” y "Días de Viaje".

Alastair Bonnett, "Fuera del mapa". 

Juan Pablo Meneses "Equipaje de mano". 

Matsuo Batsho "Diarios de viaje".

Viajes en bicicleta

David Byrne, "Diarios de bicicleta".

Juan Carlos Kreimer "Bici zen, el ciclismo urbano como camino".

Marc Augé, "Elogio de la bici". 

Sobre viajeros y literatura de viaje

Juliana González Rivera, “La invención del viaje”.

Paul Theoroux, “El Tao del Viajero”. 

Ensayos sobre el viajar

Michel Onfray, “Teoría del Viaje”, poética de la geografía y “Thoreau, El salvaje”. 

Ensayos y crónicas del caminar y/o perderse

Fréderic Gros, "Andar, una filosofía".

Edgardo Scott, “Caminantes” Flaneurs, paseantes, walkmans, vagabundos, peregrinos.

Werner Herzog, "Del caminar sobre hielo". 

 

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