Lavaderos extreman cuidados para recuperar los clientes
Edición Impresa | 19 de Marzo de 2021 | 01:41

Los lavaderos automáticos de ropa y los talleres de compostura de calzados fueron otros de los rubros afectados durante la cuarentena y, por más que se aplican protocolos para evitar la propagación del virus, los comerciantes aseguraron que aún son muchas las personas que evitan llevar prendas a lavar por temor a que no se apliquen las normas de higiene adecuadas. “De a poco nos vamos recuperando, pero los clientes de edad más avanzada todavía no salen de sus casas, siguen temerosos”, contó el dueño de un lavadero cercano a Plaza Malvinas.
Las pautas de higiene están en todos los protocolos y desde organismos internacionales se recomienda lavar las sábanas, las toallas y la ropa con regularidad. En una página de UNICEF se indica que para minimizar la posibilidad de que el virus se disperse por el aire, hay que evitar sacudir la ropa sucia, y lavarla entonces con jabón o detergente y con agua lo más caliente posible. Tanto el lavado como el secado ayudan a matar el virus.
Sin embargo, en los lavaderos de ropa se indicó que numerosos comercios del ramo cerraron durante la pandemia y que muchos clientes ya no recurren a sus servicios.
Damián Guadarrama, tiene su lavadero en 49 y 19, y está en la actividad desde hace 40 años. Después de varios meses de inactividad, optó por trabajar en horario reducido, no deja entrar a ningún cliente al local y sanitiza con alcohol cada bolsa de ropa que le llevan.
“Nunca se nos mezcla la ropa porque se lava todo por separado, con los cuidados necesarios, hace dos meses repuntó un poco el trabajo, pero se trabaja un 40 por ciento menos que antes de la pandemia, no alcanza para pagar algunas obligaciones como por ejemplo, los impuestos”, dijo el comerciante.
En ese local siempre se trabajó con una cartera de clientes estables, pero entre ellos hay gente de mayor edad que ya no volvió. “Antes nos llamaban para que retiráramos la ropa a domicilio, pero están temerosos, casi no salen de sus casas, esa gente no vino más”, agregó.
En ese lugar, al igual que en el resto de los comercios consultados, se manipulan las bolsas con guantes, se usan desinfectante para las manos a base de alcohol y nunca se mezclan las prendas.
“Atendemos a través de una ventana, con barbijo, y usamos guantes para separar las bolsas”
Cristina, en la actividad del lavado de ropa desde 1998, también remarcó que a su negocio no entra ningún cliente y que a las bolsa las sanitiza con alcohol rebajado.
“Utilizo guantes, jabón con bactericida y seco completamente las prendas; al principio prácticamente no se trabajó, pero ahora estamos mejor, aunque no como en el 2019”, dijo la comerciante de 50, entre 15 y 16, que también optó por reducir el horario de atención.
Desde un lavadero de 21 y 47, se indicó que la gente puede regresar tranquila a ese tipo de comercios porque los productos que se utilizan dejan las prendas en perfectas condiciones, además nunca se mezclan.
“Atendemos a través de una ventana con barbijo, después separamos bien las bolsas, las rociamos con alcohol y para manipular las prendas usamos guantes; todo se lava con detergentes y desinfectantes”, dijo la empleada de ese comercio.
No es muy diferente la forma de trabajo en los talleres de compostura de calzado, espacios que durante la pandemia se vieron obligados a cerrar.
En esos locales que no son de concurrencia masiva, es más sencillo estar atentos al distanciamiento social y la mayoría de los comerciantes consultados por EL DIA afirmó que proceden a la sanitización inmediata de zapatos, zapatillas, mochilas y valijas que les llevan para reparar.
REPARACIÓN DE CALZADOS
Jorge, al frente de un taller de arreglo de calzados de 11, entre 43 y 44, contó que a partir de marzo del año pasado estuvo 8 meses parado. “Ahora trabajo a media persiana, con barbijo y alcohol en gel a mano. Cuando me traen maletas y mochilas de gente que viajó, las desinfecto antes de repararlas”, apuntó.
El comerciante reconoció que de a poco se va trabajando más, “tanto las zapatillas como los zapatos están muy caros y la gente prefiere llevarlos a arreglar, pero todavía la actividad no alcanza para ponernos al día con obligaciones como el pago de impuestos”, dijo.
En otro taller de compostura de calzado de la zona de San Carlos, Damián reconoció que la crisis provocó que muchos llevaran su calzado a reparar porque les resulta imposible acceder a uno nuevo. “Nuestra actividad no escapa a la crisis, pero de a poco vamos arrancando; en el taller se trabaja con todas las normas de higiene para evitar cualquier contagio, pero igual preferimos atender a los clientes a través de una ventana”, sostuvo.
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