El primer día de la nueva ciudad

“Desde las seis de la mañana se movilizó el ferrocarril, en el complejo recorrido que iba a la Ensenada por la costa y de allí a la estación de Tolosa. La primera máquina salió de la Estación Central de Buenos Aires muy temprano, a la mañana; hubo después una seguidilla de coches hasta que por último partió el elegante tren que llevaba a la comitiva oficial. Era tal el gentío que algunos convoyes llevaban dos máquinas de tracción. Ese día Sarmiento, Mitre, y algunas personalidades más, fueron los notables ausentes. Pero la más notoria, a pesar de las excusas ofrecidas, fue la del general Roca, presidente de la República y padrino de la Ciudad.

Así empieza el relato del día de la fundación, reflejado por “Cien años de vida platense”, el libro que publicó EL DIA al cumplirse el centenario de La Plata: “La política jugaba su partido, había tensiones entre Roca y el fundador Dardo Rocha, así como entre Sarmiento, Mitre y los Hernández. En representación de Roca vino Victorino de la Plaza, vicepresidente entonces. Pero fue enorme el gentío que llegó a la ceremonia inaugural de una ciudad completamente nueva, gestada desde un plano”.

Se había instalado un ferrocarril de trocha angosta -sistema “Decauville”- que permitía trasladar a los viajeros hasta la hoy Plaza Moreno, en el centro geográfico de la nueva ciudad donde tendría lugar la ceremonia.

Ese pequeño tren resultó insuficiente para la cantidad de gente que se reunió, por lo que muchos tuvieron que llegar en carruajes y la mayor parte a pie, como lo muestran las fotos de época. En la plaza esperaban el Batallón 8 de Infantería de Línea, el 6 de Caballería y el Primer Regimiento de Artillería.

A las cuatro de la tarde se colocó la piedra fundamental. A su costado el palco estaba alfombrado de azul y blanco. A las numerosas banderas argentinas se les agregaron las que representaban a las comunidades extranjeras, entre las que predominaba la representación italiana.

DISCURSO DE ROCHA

En un clima de júbilo Dardo Rocha pronunció un largo discurso, donde expuso sus ideas sobre el futuro de la Ciudad. Habló de “la sangre derramada para llegar hasta acá”- en clara referencia a los enfrentamientos armados de 1880 y a las restantes luchas civiles por la cuestión capital. Se explayó también sobre las luchas libertarias encaradas contra España.

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“Ha pasado por fortuna la época de las batallas y de los grandes sufrimientos y no se trata de seguir las huellas de los viejos soldados para defender los límites del sagrado territorio nacional. Nos basta aumentar las escuelas, poblar nuestros extensos campos, perfeccionar nuestros medios de comunicación y abrir los puertos sobre nuestros ríos y sobre el mar, ligándonos a los centros de producción para aumentar los beneficios de los productores y asegurarnos el triunfo en la competencia del mundo”, dijo.

La creación de la nueva capital “será recordada no como un acto de la vida de provincia, sino como un acontecimiento argentino. Se construirá un centro floreciente, no sólo administrativo, sino también comercial, industrial y cultural”. Después de Rocha habló Victorino de la Plaza.

Finalizados los discursos se procedió a colocar la piedra fundamental, a un metro y medio al Nordeste del damero proyectado. Junto con ella quedaban diversas medallas recordatorias, el acta fundacional y diversos mensajes esperanzados.

Luego de la bendición del arzobispo Aneiros, la esposa de Rocha vertió la primera cucharada de argamasa con una fina cuchara hecha en oro y diamantes. Se iniciaba, así, también, el mito del verdadero contenido que tuvo la urna fundadora, aludiéndose así a botellas de vino que se guardaron para que fueran recobradas en los festejos del Centenario de La Plata.

En la avanzada y aún cálida tarde se iniciaron los preparativos para el banquete celebratorio, un gran asado de cuya carne se había encargado nada menos que José Hernández.

Pero la carne, por el calor, se había puesto mala; el pan estaba duro y el agua escaseaba, de modo que ese capítulo gastronómico resultó un verdadero fracaso. Sin embargo, los festejos continuaron hasta bien entrada la noche.