El espíritu competitivo de Rafa Nadal sigue intacto pese al paso del tiempo

Rafael Nadal pudo con todos los obstáculos. El español conquistó el título número 12 del Barcelona Open Banc Sabadell tras una batalla antológica, levantando una bola de partido para vencer al griego Stefanos Tsitsipas por 6-4, 6-7(6) y 7-5 tras una final de alta tensión de tres horas y 40 minutos de juego. En uno de los partidos del año, competido mano a mano hasta el punto final, Rafa encontró lo que más buscaba en la ciudad condal: un buen paso al frente en la gira de polvo de ladrillo, que tendrá como cierre a Roland Garros.

En singles, el mallorquín alcanzó el título 87 de su carrera: 61 en arcilla

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Fue un partido como suele decirse, no apto para cardíacos, Nadal le puso freno frenó al jugador que mejor nivel ha mostrado hasta aquí en la presente temporada. Después de conquistar su primer ATP Masters 1000 en Montecarlo, ganar los 17 sets disputados sobre arcilla en la temporada y consolidarse como número 1 en la carrera FedEx ATP de Turín, Tsitpsipas se presentaba como un tenista más que peligroso en la final de Barcelona.

Nadal había definido al griego como “el mejor jugador del momento” y la amenaza no tardó en asomar. Con una capacidad innata para proteger el fondo de la cancha, Tsitsipas comenzó a desplegar su juego agresivo en polvo de ladrilla. El griego quebró el saque de Nadal cuando una derecha combada del español se perdió lejos de las líneas y colocó un 3-1 tan duro como el hierro.

El partido arrojó a dos jugadores dispuestos a dejar todo. Nadal apareció decidido a encontrar ese “extra” que subrayó necesitar en la previa del partido. El mallorquín aceptó el desafío del griego y se empeñó en hacer lo que acostumbra: ir un paso más allá cuando todo parece perdido. Con devoluciones espectaculares desde la línea de fondo, Rafa consiguió dar vuelta un set que estaba casi perdido. Una derecha cruzada del griego impactó en el borde de la faja, que le permitió llevarse el set inicial al tenista local.

Con una gran actitud, Tsitsipas digirió el destino para seguir optando a todo. Con un revés afilado y unos golpes sencillos pero firmes, el griego volvió a levantar una ventaja de 3-1 en el segundo parcial empeñado en retorcer la lógica; aunque nadie había podido batir a Nadal en las finales que disputó en Barcelona.

El tramo final del segundo set fue un intercambio de golpes formidable. Tsitsipas remontó dos match point con el partido 4-5, demostrando su capacidad de supervivencia en el escenario más duro de todos. Después, Nadal colocó el 5-5 tras reponerse de un 0-40, levantando al público en las gradas. Claro que la batalla se extendería hasta llegar al tie-break, donde las pulsaciones no bajaron en ningún momento.

Nadal pasó de dominar 4-2 a verse cara a cara con drama. El español levantó dos puntos de set con 4-6 en el marcador, pero no pudo evitar que el griego forzara la tercera set cuando un resto de revés murió en la red. Nadie había arrebatado un set a Nadal en una final de Barcelona desde 2008, trece años atrás, pero Tsitsipas ya había demostrado su enorme capacidad.

El recuerdo de Melbourne podía sobrevolar la ciudad condal. En el primer Grand Slam de la temporada, en un partido emocionante como pocos, el griego consiguió remontar dos sets a Nadal para firmar una de las victorias más memorables de su carrera. Unos meses después, en una superficie diferente y con el espíritu intacto, Stefanos remarcó una de las señas de su juego: una fe sin límite para conseguir los imposibles.

El último set era cuestión de supervivencia. Con una tensión máxima de ambos lados de la red, Nadal y Tsitsipas cruzaron pases con la decisión de los elegidos. El revés a una mano del griego, un arma colosal para abrir la cancha, se encontró con el tesón del español, esforzado en responder a cada embestida dando marco a una batalla como pocas se recuerdan en Barcelona.

Con una firmeza a la altura del reto, Tsitsipas consiguió tener una pelota de partido con 4-5 en el marcador. Y el drama no pudo ser mayor, pero Nadal lo levantó yendo al límite. Exigido en el fondo por la violencia en los golpes de Stefanos, Nadal mandó un revés paralelo que pasó de milagro, ya que otra vez besó el fleje de la red, lo que le terminó dando una segunda vida. El juego fue tan emotivo que Nadal lo cerró con una volea en la red, un vía crucis que el mallorquín anuló arengando al público.

El empeño de Nadal encontró su premio en un cierre inolvidable. En uno de los juegos más intensos de la final, Tsitsipas pestañeó con las fuerzas al borde del colapso. Buscando asegurarse el desempate con 5-5, una derecha cruzada del griego se marchó al cuadro de dobles, dándole al español la oportunidad de cerrar el encuentro al servicio. Nadal aprovecharía la oportunidad para apretar los dientes y sellar una de las finales más parejas en Barcelona.

Cuando el último golpe de Tsitsipas aterrizó más allá de los límites de la cancha, el español se desplomó sobre la arena con los ojos cerrados, saboreando una victoria bien especial ante su gente. Un triunfo de esfuerzo pleno para redondear una mágica semana en casa.