Internas en el oficialismo alrededor de la deuda

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Ricardo Rosales

prensa,rosalesr@gmail.com

¿Habrá acuerdo con el FMI? ¿Qué pasará con las deudas con el Club de París? ¿Nos acercamos a otro default o el presidente Alberto Fernández logrará encausar las negociaciones? Los interrogantes son uno de los ejes de las preocupaciones en las empresas y finanzas locales; el otro es el confinamiento y el plan de vacunación. Pero las gestiones externas y la posición de la Argentina tomaron temperatura en la última semana, luego del viaje europeo del Presidente, de la reciente conversación por zoom con la canciller alemana, Ángela Merkel y las decisiones sobre el rol de Venezuela. Las diferencias internas en el frente oficialista entre “albertistas” y “kirchneristas” eran conocidas, aunque ahora han alcanzado un alto nivel de virulencia, a medida se acercan las fechas de elecciones.

Este conflicto abre muchas dudas en los negocios, adentro y afuera, sobre la viabilidad de las declaraciones de Alberto F. y de los márgenes que tiene el ministro Martín Guzmán para negociar algún acuerdo. El kirchnerismo, en sus distintas versiones, inició una ofensiva sobre el FMI, el Club de París y los sectores de las finanzas que impulsan un acuerdo con la Argentina que alcanzó un climax con la “Proclama del 25 de Mayo”. Existen márgenes muy estrechos en esta pulseada interna, ya que una renuncia de Guzmán podría desbarrancar el gobierno de Alberto F., razón por la cual el funcionario es blanco de estas luchas internas, aunque por otro lado respalden su continuidad.

Resulta que Guzmán se ha convertido en un factor clave en las negociaciones, siendo apoyado por los sectores financieros que, precisamente ha comenzado a criticar con dureza el ala kirchnerista. De igual manera, el titular de Economía se ha convertido en una pieza clave del Presidente en esta pelea de poder. El ministro está buscando un acuerdo, aunque sea transitorio con los acreedores externos, motivo que originó la inquietud de los sectores K y bonaerenses, por las exigencias fiscales o monetarias que podrían surgir del ese acuerdo. Y debido a ese aliento que recibe Guzmán de los sectores financieros y económicos, exacerba los ánimos k, que lo culpan de “fiscalista” y pretenden llevar las negociaciones para después de las elecciones. No quieren que sus candidatos a las legislativas, deban defender un programa oficial de ajuste o de actualización de las tarifas.

Guzmán, recibe otras críticas, como las de tener “apetencias políticas”, dirigidas a limar su gestión (además, obvio, de la inflación), aunque en realidad está solo dedicado al frente financiero. Ha dado un paso al costado en la gestión económica diaria, evitando otra confrontación como la que ocurrió con el Subsecretario de Energía. En definitiva, aprendió que en ese terreno son más fuertes sus adversarios, tanto el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, como la militancia de la Campora. En silencio, Guzmán intenta continuar con la disciplina fiscal de los primeros meses de este año, aunque sus márgenes se achican semana a semana. Precisamente, este “ajuste” desvela a las huestes K y parece inquietar también a la vicepresidente Cristina Kirchner.

Debido a la inflación, las asignaciones familiares cayeron alrededor de un 14%; las jubilaciones y los salarios públicos, 6%; las transferencias a las provincias se redujeron 21% y el presupuesto público para las universidades bajó el 27%. Con esas estadísticas, una parte de la coalición gobernante teme perder las elecciones de Noviembre próximo, que según algunas encuestas, podrían ganar holgadamente si los precios se hubieran controlado en esta primera parte del 2021. La necesidad de disponer de recursos para repartir antes de las legislativas los lleva a confrontar con Guzmán, quién además aparece defendido por los sectores financiero, otro blanco usado por los sectores “progresistas”, a quienes acusan de los males nacionales.

La verdad es que una parte importante de la dirigencia mundial agrupada en el G-20 y el mismo board del FMI, está dispuesta a dar facilidades y plazo a la Argentina para que haga frente a sus acreencias, pero exige a cambio la presentación de un programa económico que sea consistente y permita volver al país a un ciclo de crecimiento. La pandemia a expandido la pobreza a un número importante de países, por lo que la dirigencia americana y europea a dado un giro en sus expectativas y en consentir flexibilizar ciertas condiciones financieras.

Pero los mismos protagonistas de estas negociaciones, advierten que el oficialismo muestra dificultades en tejer una posición uniforme sobre la deuda. Es un comentario permanente en Wall Street, así como en otros sectores financieros internacionales, funcionarios del Club de París y con mayor precisión, de los técnicos del FMI que participan de las conversaciones: advierten una división en el seno del Gobierno con la presencia activa de los sectores K duros, que descreen de cualquier acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Esas internas y las luchas partidarias influyen, en definitiva, con demasiada facilidad en el curso de la economía local, con consecuencias negativa, y aparecen como una valla para aprovechar otras favorables, como los precios récord de los granos que se exportan o estas posiciones en el G-20 y el FMI para suavizar las condiciones de las renegociaciones. No se trata de normas laxas y sin ninguna restriccion, pero esta dirigencia mundial está hoy más alerta en resolver la pandemia con planes de vacunación, que en cobrar deudas o dejar caer en default a un país como la Argentina.

 

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