Ocurrencias: al compás del encierro crecieron los divorcios

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Aumentaron los divorcios por culpa de estas cuarentenas salteadas y desgastantes. El mundo romántico tomó nota de que muchos amores subsistían saludable s y resplandecientes gracias a los sanas interrupciones. La idea de obligar a las parejas a tener que vivir un eterno domingo, ha terminado desarticulando a esas relaciones que se alimentaban de fines de semana reparadores y que de pronto encontraron que la convivencia forzada fue desgastando un vínculo que venía funcionando a golpes de ilusiones y ausencias.

Maltratadas por tanta proximidad controlada, impulsadas a discutir por cualquier cosa, muchas parejas acabaron constatando una realidad que había sido escamoteada durante mucho tiempo y que fue dejando al amor casero respiradores ni vacunas.

Tanta presencialidad puede dañar. Los divorcios fueron aumentando al compás de las restricciones. Y eso que la mayoría -dijo una experta- prefiere dejarlo para más adelante. El desamor duele y cuesta caro. Y no hay plata ni ganas de mudarse en medio de este maldito entretiempo donde todo es para después.

¿Qué hacer? El amor también necesita sus pausas para recargarse y generar anticuerpos. Cuesta lidiar con el cuidado de la casa. Y son ellas las que están sobre exigidas. Sin la colaboración necesaria, terminan hartas y agotadas ante la ensalada de zoom, chicos, lavarropas y comidas. El trabajo doméstico se ha repartido en esta pandemia, aunque no ha sido en partes iguales.

“La cuarentena puso en evidencia la desigual división de tareas que se da en la mayoría de las familias. Y las nuevas ocupaciones que aparecieron, recayeron como siempre sobre las mujeres”, explicó la abogada Eliana Groisman. “Existe -dice la escritora Nuria Labari- una invisible y pesada carga mental que ni siquiera es motivo de reparto o discusión. Me refiero a esa manera de adaptarse al tiempo de los demás que ha sido durante siglos el tiempo propio de la feminidad. Una alienación que muchos hombres siguen confundiendo con amor”.

El amor también necesita sus pausas para recargarse y generar anticuerpos

Las estadísticas aseguran que los matrimonios vienen frágiles y perecederos. El amor dura menos y el divorcio es cada vez más ágil. La cuarentena no fue sencilla puertas adentro: las audiencias de mediación predivorcio aumentaron un 35 por ciento desde marzo pasado, según los números que manejan los juzgados de familia. “Estamos viviendo una verdadera pandemia de divorcios”, apuntó Andrea Efron, mediadora prejudicial, especializada en derecho familiar. “Hoy, las parejas no se separan por una infidelidad sino por la convivencia”, resume Osvaldo Ortemberg, abogado de familia.

“No es que la cuarentena haya creado el conflicto, sino que aceleró los procesos y obligó a muchas parejas, que apenas se veían un rato a la mañana y a la noche, a pasar muchas horas juntos. Y para muchos, fue descubrir que convivían con un desconocido”, detalla Efron.

Ellas terminan hartas y agotadas ante la ensalada de zoom, chicos, lavarropas y comidas

Todo esto explica el auge de los divorcios y la fugacidad color monotonía que va teniendo la vida de muchas parejas a quienes la falta de aire libre las terminó ahogando.

¿Diagnóstico y remedio? Muchos enamorados han sufrido esta superpoblación de su intimidad. Y necesitan ya mismo, antes de la debacle, algunas dosis de amor y comprensión para incorporarlo de pleno derecho a sus protocolos románticos.

Un estudio de la Facultad de Psicología de la UBA sobre “Familia, pareja y crianza en pandemia”, marcó que la crisis del coronavirus deterioró la relación de una de cada tres parejas. Compararon cómo se sentían las parejas a los 10 días y a los 80 días de encierro. La conclusión principal fue que el ánimo general decaía y que la relación empeoraba con el correr de los días.

La pandemia ha resignificado el sentido de la palabra casa. Allí se desgastan los amores, se tensan los vínculos y es, para los femicidas, el lugar preferido para volcar su furia asesina. El 65 por ciento de los femicidios, según el registro dado a conocer esta semana, ocurrieron puertas adentro. La casa, que siempre transmitió seguridad y cariño, ahora se enfrenta la superposición de una intimidad amenazadora que exige a sus moradores el mayor de los esmeros para evitar que el amor hogareño sea un espejo quebradizo.

 

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