“El Reino”: una ficción altisonante protagonizada por los mismos de siempre
Edición Impresa | 16 de Agosto de 2021 | 02:12

Por PEDRO GARAY
“ElReino” desembarcó el viernes en la pantalla de Netflix con el cartel de “gran apuesta” gracias a un elenco estelar, compuesto por los “sospechosos de siempre” de la ficción argentina con afanes de exportación, actores de prestigio y carrera en el exterior, una ilustre reunión para dar vida a un thriller político de trama de intrigas familiares y conspiraciones en el seno del poder político y religioso.
Es una gran “producción”, sin dudas, no solo por los nombres y los temas“importantes”, sino también por el cuidado en la parte formal, esa apuesta por lo “cinematográfico” (las comillas, aviso, llevan una carga irónica). Pero aterrizó en la plataforma con mal timing: todos sus “valores de producción” palidecen ante “Okupas”, reestrenada en la misma plataforma tres semanas antes, realizada con dos pesos, sin “estrellas”, y capaz, sin embargo, de marcar una época, tanto al momento de su estreno como ahora.
Las comparaciones son, desde ya, un ejercicio más tuitero que crítico, un ejercicio sin demasiado sentido ni posible rigor. No tiene demasiado sentido, por ejemplo, hablar de cómo con pocos recursos “Okupas” generó climas más realistas: mientras la serie de Bruno Stagnaro apostaba con sus pocos recursos por una estética sucia y barrial coherente con su historia, “ElReino” aprovecha los dólares de la N roja para apostar por un realismo extasiado, casi operático. Pero quienes pensamos como amantes infieles en una mientras veíamos la otra no pedimos a “El Reino” realismo, sino verosimilitud. Y allí el quid de la cuestión.
“El Reino” tiene su apuesta formal, sí, pero no parece una apuesta genuina, sino importada/impostada: “ElReino” luce como todos los dramas “prestigiosos” de Netflix, ese tono azul en la imagen, esos diálogos recargados, altisonantes. Tan importado es el drama que hasta parece que los libros, escritos por Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro, fueran traducciones del inglés, con frases como“control de daños” o “loco aislado” que son parte de las formas del habla policial estadounidense. También parece importada, de hecho, esa importancia adjudicada al evangelismo en la política argentina.
Tiene sentido: la inversión en la serie se realiza pensando en venderla a todo el mundo, y por eso se produce con esa gramática audiovisual aplanada. Un no lugar audiovisual.Como un aeropuerto. Todo lo que no es “Okupas”, una ficción que pinta su aldea sin pretensiones de exportación (e igual termina pintando algunos aspectos de un mundo más “universal”).
En ningún espacio es más notable que en los cuerpos: esas superestrellas de “ElReino” son los cuerpos habilitados y digeridos por el mainstream televisivo y cinematográfico, cuerpos generalmente blancos, generalmente esbeltos, generalmente clase media-alta porteña. Donde “Okupas” trajo a la pantalla otras formas de estar en el mundo, de caminar y de hablar (y de allí, de esa diversidad de formas, extraía su potencia y verosimilitud), “El Reino” vuelve a apostar por la misma hexis corporal hartamente representada en la tevé nacional. La hexis Pol-ka.
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