Residencias universitarias: el esfuerzo conjunto para seguir estudiando

La pandemia los castigó económicamente y algunos tuvieron que cerrar algún tiempo, pero con el regreso paulatino de las actividades presenciales, los centros de estudiantes de jóvenes del interior organizan diferentes acciones para recuperarse, seguir en pie y cumplir con su principal objetivo, brindar una casa a los alumnos universitarios con dificultades económicas.

La mayoría coincide en que la pandemia pegó fuerte porque todos los eventos que regularmente se organizaban para sostener los centros se tuvieron que suspender y se perdió durante más de un año un importante entrada que, en algunos casos, era fundamental para el pago del alquiler, para cumplir con los servicios o para hacer arreglos de infraestructura.

REBUSCÁRSELAS SIN LOS INGRESOS DE otros tiempos

Desde el Centro de Estudiantes Bahiense, Camila Pereyra -19- asegura en los últimos meses dejaron de contar con los ingresos que se lograban con los eventos culturales y como la mayoría de los estudiantes optó por volver a Bahía Blanca se organizaron rifas en una y otra ciudad.

“Recién pudimos hacer algo en diciembre, un show musical, una feria y exposición de artistas gráficos, todo en la calle y gratuito”, dice la joven y agrega que en mayo pasado pensaban hacer algo similar, pero una nueva ola de la pandemia hizo que se volvieran a suspender las actividades. El próximo evento se hará el 30 de octubre y está previsto un show de música en vivo.

En la actualidad hay unos 25 estudiantes viviendo en el centro ubicado en calle 46, entre 4 y diagonal 77, el año pasado permanecieron unos 15 que, por diferentes causas, en marzo del 2020 no pudieron volver a su ciudad. Camila fue de las que hizo la cuarentena en Bahía y volvió a La Plata en octubre. El promedio de edad es de 24 años, aunque hay desde 19 a 30. La mayoría estudia Artes Visuales, Música, Plástica y Cine, pero también hay estudiantes de Psicología y Medicina.

Los residentes de esa antigua casona aseguran que involucrarse en el sostenimiento del centro es esencial porque no cuentan con ningún apoyo.

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El edificio, que tiene unos cien años, se desarrolla en dos pisos, en la planta baja hay un salón y cuenta con cuatro departamentos, algunos tienen cuatro habitaciones y otros, cinco. Antes había dos unidades para mujeres y otras dos para hombres, pero ahora los departamentos son mixtos.

“Todo es autogestión, no tenemos ningún apoyo, se paga una cuota de mil pesos para cubrir impuestos; cada casa se hace cargo de los gastos, menos Absa que lo dividimos entre todos”, asegura la estudiante y agrega que tratan de reactivarlo como pueden para que el Centro Bahiense, que tiene su personería jurídica al día, siga activo.

Para los jóvenes, involucrase y participar es clave, por eso organizan jornadas de arreglo de la infraestructura y cada casa hace una limpieza semanal y otra quincenal. También se turnan para baldear la vereda, la escalera y mantener la higiene del resto de los espacios comunes.

“Tenemos un sistema de llamados y sanciones. Puede que alguien no limpie un día porque tiene un final, pero luego deberá recuperar la actividad. Si no se le hace un llamado y al tercero se lo sanciona”, afirma Camila y remarca que lo mejor de compartir la vida estudiantil en ese Centro es el acompañamiento humano y la contención.

LA SOLIDARIDAD, UN PILAR

El Centro de Estudiantes Veinticinqueño en La Plata, es una asociación civil que brinda becas habitacionales a estudiantes oriundos del partido de 25 de Mayo. Fue fundado en 1949 y es una herramienta fundamental para jóvenes de esa ciudad en condiciones socio - económicas desfavorables que quieren estudiar en la Universidad.

Para los ingresantes es un ámbito de adaptación y contención por el cambio que significa ingresar a la vida universitaria y el distanciamiento del grupo familiar.

La solidaridad es uno de los pilares de la institución, por eso mantienen un convenio con el Instituto de Hemoterapia de La Plata y cada becado debe realizar dos donaciones de sangre al año como uno de los requisitos para conservar la beca. Otros requerimientos son el rendimiento académico, la participación en actividades que realice el Centro, la convivencia y la limpieza, entre otros.

El Centro consta de dos casas que dan albergue a 40 estudiantes, una está en 8 entre 46 y 47 y la otra, en 45, entre 2 y 3. El Municipio de 25 de Mayo cubre el total de los alquileres

Tomás, estudiante de cuarto año de la carrera de Abogacía, llegó a La Plata en 2018, cuenta que actualmente hay entre 5 y 6 estudiantes en cada casa. “Hay estudiantes de Ingeniería Forestal, de Veterinaria y de otras carreras, durante la pandemia cada uno hizo cuarentena solo”, apunta y reconoce que el lugar tiene un rol fundamental para los jóvenes que llegan a la Ciudad solos y ahí pueden forjar vínculos y amistades.

Allí también se dividen las tareas por días y sectores. Tener un “No” es una infracción y a los cinco acumulados se produce un llamado de atención.

La mayoría volverá a La Plata cuando se retomen las cursadas presenciales.

La forma de recaudar fondos hasta 2017 fue a través de una cena show, pero en los últimos tiempos solo se hicieron rifas y lo recaudado sirvió para pagar los servicios y gastos de limpieza. Por lo general cada estudiante debe pagar unos mil pesos o poco más.

“Cuando uno llega, el miedo a lo nuevo es grande, después te acostumbras. El año pasado hubo 20 planillas de postulantes, algún lugar siempre se genera por alguno que deja la carrera o se va a vivir a otro lado”, afirma Tomás.

ESFUERZO COMPARTIDO

Durante la pandemia, el Centro de Estudiantes Universitarios de Tres Arroyos siguió funcionando, pero el año pasado decidió cancelar los $500 de cuota que se le cobra a los que viven en la casa, ubicada en diagonal 77, entre 5 y 6.

“Al principio vivimos unos diez y, aunque algunos se volvieron a Tres Arroyos, siempre quedaron tres para ir manteniendo las instalaciones, el lugar se alquila y proyectamos hacer socios con una cuota de 120 pesos mensuales y a cambio ofrecerles beneficios”, afirma Franco Barlucía -24-, estudiante de quinto año de Derecho y presidente de la comisión directiva del centro.

Ese centro también es autogestivo, no reciben ayuda del Municipio de Tres Arroyos y para bancarse apelaron, por ejemplo, a la elaboración y venta de sorrentinos.

Las tareas son rotativas y constan en un cronograma. Para los estudiantes es fundamental el nivel de compañerismo que se genera en ese espacio. “Cuando ingresas a la carrera no sabés cómo moverte y siempre es un resguardo vivir en un lugar así, pertenecer a la misma ciudad nos permite hablar de cosas que todos conocemos”, dice.

Aunque muchos volvieron a su ciudad durante la pandemia, siguieron organizando actividades porque se proponen ser más que un alojamiento y brindar distintos aportes.

“En vacaciones de invierno hicimos actividades solidarias en Tres Arroyos y siempre pensamos en generar una experiencia que enriquezca la vida del universitario; La Plata tiene un capital cultural muy grande y el vínculo que se establece entre las dos ciudades es muy valioso”, sostiene Franco. Los que quieran asociarse al Centro pueden contactar a través de las redes sociales.

Para los ingresantes estos centros son un ámbito de adaptación y contención ante los cambios de vida

“Todo es autogestión, no tenemos ningún apoyo, se paga una cuota de mil pesos para cubrir impuestos”.

Camila Pereyra, Centro de Estudiantes Bahiense

“Al llegar, el miedo a lo nuevo es grande, después te acostumbras... En la pandemia cada uno hizo cuarentena solo”.

Tomás, Centro Estudiantes de 25 de Mayo

“Siempre quedaron tres para mantener las instalaciones, el lugar se alquila y proyectamos hacer socios”.

Franco Barlucía, Centro Estudiantes Tres Arroyos