Los intendentes del PJ y un enigma que vuelve a aparecer tras las PASO

Las elecciones Primarias en la Provincia fueron el estreno prácticamente formal de la conducción de Máximo Kirchner en el PJ bonaerense. Es cierto que el diputado nacional recién asumirá el cargo en diciembre, pero no menos verdadero es el hecho de que tuvo una gran injerencia en la definición de listas, incluso aquellas de categorías menores como las de concejales en numerosos distritos.

Ese bautismo no fue, claramente, el mejor. El Frente de Todos sufrió una sonora derrota que asoma difícil de remontar en las generales de noviembre. Y que pone en jaque, incluso, el proyecto político del propio jefe de La Cámpora.

Máximo, ungido en el cargo y dueño de la lapicera por concesión de los barones del Conurbano, no pudo esquivar la ola de Juntos por el Cambio. Sufrió en persona, como nuevo vecino de La Plata, la derrota del Frente de Todos en la ciudad que lo vio nacer. Pero además, intendentes de su propio espacio político fueron duramente derrotados. Con el agravante de que la mayoría de ellos gobiernan en el Conurbano, un territorio en general hostil para la oposición.

Uno de los traspiés más duros fue el que sufrió Mayra Mendoza en Quilmes. La intendenta camporista perdió en su primer test electoral tras arrebatarle la intendencia hace dos años a Martiniano Molina.

La camporista sucumbió por 7 puntos frente a la sumatoria de Juntos y ayer salió a empapelar varias zonas de su distrito para agradecer a los votantes de su espacio.

La otra derrota de La Cámpora se produjo en Mercedes, donde gobierna Juan Ustarroz. Mercedes es el pago chico del ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro. Allí Juntos cosechó el 51 por ciento de los votos contra el 34 por ciento de la lista del alcalde.

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No fueron los únicos casos de traspiés de intendentes cercanos a Máximo Kirchner. Por ejemplo, en Luján, el intendente Leonardo Boto también resultó derrotado por Juntos. Boto no integra formalmente La Cámpora pero tiene una aceitada relación con el futuro presidente del PJ bonaerense.

En esa ciudad de la Primera sección electoral, la oposición consiguió el 51 por ciento de los votos contra el 29 por ciento de la nómina impulsada por el alcalde kirchnerista.

Otra de las derrotas camporistas se produjo en General Rodríguez, donde gobierna Mauro García. El alcalde también cercano a La Cámpora derrapó frente a Juntos: perdió por 45 a 30 por ciento de los votos.

Pero no todas fueron derrotas para La Cámpora. Por caso, Julián Alvarez ganó la interna del Frente de Todos en Lanús y, en la sumatoria de las tres listas que se presentaron, derrotó al PRO que lidera Néstor Grindetti. Un dato llamativo: Grindetti fue el jefe de campaña de Diego Santilli, quien ganó la Paso en Juntos y fue el candidato más votado del espacio opositor.

En Hurlingham, donde acaba de asumir el camporista Damián Celsi en reemplazo del ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, el Frente de Todos salvó la ropa: ganó por apenas 400 votos a Juntos.

BARONES EN APUROS

El derrape no fue exclusivo de La Cámpora. Algunos de los barones del Conurbano perdieron en sus distritos como el histórico Alberto Descalzo en Ituzaingó. También, Julio Zamora en Tigre y Luis Andreotti en San Fernando.

La lista auspiciada en San Martín por el ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, perdió feo frente a Juntos. Katopodis fue hasta hace poco intendente de ese distrito y la lista de concejales era encabezada por su esposa.

En la Tercera sección electoral, el peronismo logró victorias en la mayoría de los distritos, pero con diferencias sensiblemente menores en relación a 2019 donde habían obtenido distancias astronómicas.

Lograron superar la ola opositora pero recibieron algunos magullones.

Esta situación sumada a la posibilidad de que al oficialismo le cueste ensayar una remontada en noviembre, abre una serie de interrogantes. ¿Jugarán a fondo los barones del Conurbano para traccionar la lista nacional que lidera Victoria Tolosa Paz o, por el contrario, se refugiarán en sus distritos en busca de garantizarse gobernabilidad?

Esa pregunta comienza a rondar la política bonaerense por estas horas en el que el sorpresivo resultado de las Paso aún está fresco.

¿Pondrán toda la carne en el asador estos intendentes, que aún cuando ganaron vieron reducir fuerte los porcentajes de adhesiones que cosecharon hace dos años? Hay quienes no descartan que varios de ellos se terminen refugiando políticamente en sus distritos y que pongan el cuerpo para potenciar a sus listas de concejales con la premisa de conservar las mayorías que ostentan en sus concejos deliberantes.

Sería una forma de desentenderse de la suerte de la lista de diputados nacionales y, en definitiva, de las necesidades del gobierno nacional y, también, del bonaerense.

Esa estrategia de la que ya comenzó a hablarse, no sería una novedad. Hace varios años, el ex presidente Néstor Kirchner sembró la sospecha sobre varios intendentes del Conurbano cuando el kirchnerismo perdió la legislativa de 2009 con Francisco De Narváez. Alguien, luego de aquella derrota, salió a “cazar traidores”. Fue Mario Ishii, el alcalde de José C. Paz. ¿Se repetirá la historia?