Bicicletera, el oficio al que se le animó Fabiana

En pandemia se convirtió en mecánica de esos rodados. Dice que hay hombres que se vuelven para no dejarla en manos de una mujer

Edición Impresa

Albañiles, herreras, choferes de transporte público, zapateras, ya no hay casi ningún trabajo en el que las mujeres no hayan incursionado. De eso también da cuenta Fabiana, una joven bicicletera de Villa Elvira que arrancó con el oficio para acompañar a su pareja y ahora descubrió que es algo con lo que se puede ganar la vida y disfrutar a la vez.

Un poco por necesidad y otro poco para compartir las horas juntos, Fabiana incursionó en el mundo de la bicicletería durante la pandemia. “El necesitaba alguien que lo ayudara porque empezó a entrar mucho trabajo, también quería compañía, y me fue enseñando a emparchar y a conocer, por ejemplo, como es el sistema de frenos de las bicicletas”, contó Fabiana.

Ya con algún conocimiento en su haber, Fabiana sintió el deseo de aprender un poco más para responder a reparaciones más complejas. “Hice cursos de mecánica básica general y era la única en la clase, lo bueno fue que yo ya tenía noción de lo básico, que son los frenos, cómo cambiar una cámara o una cubierta”, contó.

El comercio se encuentra en 7 N° 2192, casi 77 bis, y se llama Ragnarok Bike, un nombre que surge de la mitología nórdica y se traduce como “el destino de los dioses”. Fabiana adhiere a que hay cosas que aunque uno no las espere, suceden, como por ejemplo, esta vocación que se le despertó a ella por un oficio que es inusual entre las mujeres.

“El nombre del comercio también significa el comienzo de algo nuevo; antes yo me dedicaba a hacer estampas, después dejé eso para dedicarme de lleno a las bicicletas y ahora hago los dos trabajos”, apuntó la bicicletera.

La joven sostuvo que esta nueva vida laboral arrancó por el deseo de acompañar a su pareja para que pudiera cumplir el sueño que siempre tuvo, el de tener bicicletería. “De no gustarme, me empezó a gustar todo y me metí de lleno en el tema”, agregó.

Una de las cosas que destaca es la cantidad de chicas que van a la bicicletería y remarcan que se sienten muy a gusto con el ambiente familiar y con el hecho de que las atienda otra mujer porque, dicen, eso les da mucha tranquilidad.

Como contrapartida, en otras ocasiones son los hombres los que preguntan por “el chico” y, al darse cuenta de que el arreglo caerá en manos de una mujer, optan por volver en otro momento o por comprar los materiales para arreglar ellos mismos su bicicleta.

“Yo me tomo todo con más pausa, pero trabajamos en equipo y todo funciona mucho mejor que hacerlo individualmente”, confesó Fabiana y reconoció que Jonathan está contento porque no esperaba que se “cope” tanto con todo.

“Esto también fue parte de la pandemia, surgieron diferentes oportunidades y la bicicletería fue una de ellas”, concluyó.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE