La elección enfrentada a los desafíos y demoras que podría implicar la pandemia
Edición Impresa | 5 de Septiembre de 2021 | 02:15

Hace ya mucho tiempo que esta columna viene aludiendo a la necesidad de que se promueva una reforma de los sistemas electoral y político vigentes en la Argentina. Se habla, por ejemplo, de la conveniencia de que la ciudadanía argentina pueda conocer mejor a los representantes que elige, de poder controlarlos en forma eficaz a lo largo de su gestión y de que exista una mayor agilidad en los comicios. Ello, por cierto, sin dejar de valorar que los actos eleccionarios, afortunadamente, se vienen sucediendo con continuidad desde 1983 y que se vieron reflejados en alternancias democráticas.
En cuanto al último punto en cuestión -una mayor agilidad en los comicios- los próximos que se realizarán con motivo el venidero 12 de septiembre, encontrarán un desafío que podría volver más crítica esta circunstancia y que deriva, como es imaginable, de que deben realizarse condicionados por el cumplimiento de los protocolos propios que exige la pandemia.
Es muy probable que, por el comprensible celo de las autoridades de mesa y policiales presentes, encaminado a garantizar esas prevenciones sanitarias, pueda registrarse una ralentización del comicio y, a partir de allí, la existencia de largas filas de votantes.
Por otra parte, cuando se trata de elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, es decir de las PASO, la profusión de boletas suele originar también demoras en cada cuarto oscuro. Tardanzas que, luego, se reiteran en el escrutinio, al punto de que en ocasiones ha debido esperarse más de cinco días para conocer los resultados definitivos.
Pareciera, entonces, oportuno advertir que el próximo acto comicial debería desarrollarse, por el contrario, con la mayor fluidez y dinámica posibles, en lugar de que se originen demoras, filas y embotellamientos impropios del marco sanitario existente.
Sin abogar por una celeridad desmedida, que deje de lado las garantías intrínsecas que deben respetarse en toda elección, las autoridades responsables de las PASO en cada escuela debieran extremar esfuerzos para impedir que se registren aglomeraciones y extensas esperas para el público, en los distintos ámbitos que ocupe el acto eleccionario.
Se comprende que puede resultar difícil ordenar las distancias y otras medidas, pero el ideal es que el acto de votar resulte lo más expeditivo posible en estas condiciones.
Algunos especialistas han recomendado, asimismo, sugerir que cada persona que acude a las urnas lo haga con su propia birome, para firmar con ella en los registros que le presentarán las autoridades de mesa. De esa manera se evitará un probable foco de contagio.
Se ha dicho también muchas veces que se requieren reformas en el proceso electoral y que es la propia realidad la que le demanda a las instituciones y a los partidos políticos el desafío de modernizar sistemas desactualizados, que no se encuentran a la altura de los reclamos de una población que aspira a consolidar un modo de vida basado en el respeto a las reglas del juego y a las opiniones del otro.
En cuanto a la mayor premura posible que se demanda en esta oportunidad, ello no implica en modo alguno que las autoridades electorales puedan dar luz verde a cualquier tipo de alquimia que apunte a desnaturalizar la voluntad popular.
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