“Antes de leer cada trabajo de Nico ya sabía que era para un diez”, dijo su profesora de lengua
Edición Impresa | 13 de Octubre de 2022 | 03:38

“El libro es espectacular. Nico está ahí. Creó criaturas maravillosas, seres extraños; ideó misterios por resolver, fue el diario de un investigador y se percibe su esencia, su mensaje proteccionista”, afirma María Laura Correas, la profesora que compartió con él las clases virtuales durante la pandemia.
En el texto, de una gran impronta lúdica, el adolescente deja espacios en blanco como para que el lector escriba lo suyo, complete la obra. En una página también se anima a preguntar: ¿vos a qué le tenés miedo? o coloniza espacios con símbolos y códigos que guardan mensajes como si fueran tesoros que sólo descubre quien invierta tiempo en pensar.
“Todos creemos que su universo creativo incluso era mucho más grande que lo que está en el libro; él transformó lo duro en creatividad y eso se nota hasta en los mínimos detalles”, cuenta un amigo y la profesora agrega: “escribir el libro le permitía ser él en estado de libertad pura”.
Mientras lo escribía, Nico preservó con un gran hermetismo la historia, pero aventuró a decir que sería el segundo de una saga de tres.
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