A los 15, con la literatura, dejó un legado que inspira

El adolescente, que cursaba en la Técnica 8 de Tolosa, escribió un libro mientras se trataba por una enfermedad terminal. Su familia y la escuela promueven un espacio artístico en la República de los Niños

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Un grupo de adolescentes de quinto año de la Escuela Técnica N° 8 trabaja para que en un sector de la República de los Niños trascienda la obra de Nicolás Gado, uno de sus compañeros que poco antes de morir a causa de una enfermedad oncológica escribió el libro “El Investigador”.

“Vamos a ambientar tres lugares inspirados en los personajes que creó, será un espacio para que chicos y adolescentes puedan leer, pintar o hacer música”, cuenta Valentín, uno de los amigos de Nico.

Los chicos que forman parte del proyecto se acomodan en una mesa de cemento del patio de la escuela y hablan de Nico como si estuviera ahí. Algunos lo conocen de la Primaria y otros compartieron desde el primer año de la Secundaria hasta tercero, cuando se separaron por orientación. Nico eligió Química. Ya en 2021 tuvo que preservarse de asistir a clases porque estaba inmunodeprimido. Falleció el 6 de noviembre de ese año, algo que no terminan de elaborar.

Inquieto, alegre, amante de la naturaleza, buen amigo, la vida de Nico y la de su familia tuvo un giro inesperado hace exactamente 3 años cuando se le diagnosticó sarcoma de Ewing.

Paula Mouras, su mamá, resume que, con la pandemia de por medio, fueron tiempos de lucha. “Hasta los 12 años fue muy movedizo, siempre mantuvo un gran sentido del humor, no era para nada rebuscado; cuando se le detectó la enfermedad estaba en la segunda mitad del primer año”, cuenta.

En 2019 Nico inició el tratamiento médico y en el verano comenzó un taller de plástica dos veces por semana con la profesora Romina “Mimi” Serrano. Esa fue la fórmula de su familia para que sus días fueran más amenos. Mediante tutoriales de Internet también aprendió a hacer trucos de magia con cartas y nació el mago Miso - apodo que surgió como una especie de apócope de “mi sobrino”, ya que compartía sus actuaciones familiares con “Miti”, una asistente muy especial, su tía. La magia lo entretuvo también en sus internaciones y con sus trucos sorprendió a médicos y enfermeras.

En 2020 cursó de manera virtual, pero le encantaba responder a todos los compromisos del colegio.

Aunque el tratamiento le impedía hacer las cosas de siempre, dibujar y escribir le abrió las puertas a un universo habitado por personajes y criaturas que le dieron voz y le permitieron hacer sin limitaciones. “En plena pandemia retomó la escritura, teñía las hojas A 4 con café y escribía a mano alzada sus historias”, cuenta la mamá.

Tal fue el entusiasmo y talento de Nico que amigos de la familia se organizaron para consultar editoriales y gestionar la publicación del libro. “Todo el año pasado se dedicó al libro y le iba a pedir a su amigo Raniero que se encargara de los dibujos, pero como estaba en clases le pidió a Mimi que fuera la ilustradora . Todos los sábados se dedicaron a esa actividad”, asegura Paula

Nico se aferró a la vida a través de la escritura de un libro que imaginó como una saga de tres

Los allegados de Nico que leyeron el libro lo reconocen en muchos tramos de la historia. Hay vivencias en las que aparecen personajes de ficción inspirados en Matías, su hermano, en su primo o en sus amigos.

Nico alcanzó a ver la prueba de galera del libro, la instancia previa a su impresión, e hizo algunos cambios. Lo mandaron a imprimir, pero falleció a los pocos días.

“Con Patricio, el papá de Nico, somos biólogos y él con el libro nos introdujo en algo nuevo para nosotros y que para mi significa como abrir una gran ventana”, resume la madre para referirse a ese legado en el que su hijo trasciende.

En pocos días, el 28 de octubre, podrán verse los ejemplares en “El Rincón de Miso”, un espacio de la biblioteca El Rincón de las Infancias, en la República de los Niños. Todo está pensado para que niños y adolescentes se expresen artísticamente.

“Este proyecto es una manera de seguir ocupándome de Nico y para Patricio fue la posibilidad de saber cómo estaban los compañeros de nuestro hijo; estamos muy agradecidos por el acompañamiento increíble de ellos, de la escuela Técnica, de nuestros amigos y de la familia”, dice Paula y agrega que El Investigador está a la venta en las librerías Rayuela y Ateneo.

La creación de historias y personajes le dieron libertad de acción al adolescente

Los compañeros de Nico lo describen como un pibe alegre, feliz, de un optimismo admirable. “Nunca hablaba mal de nadie, aunque cuando algo no le gustaba tenía sus picardías”, cuentan en medio de risas.

En cada palabra se percibe la admiración por ese chico que “siempre tenía ganas de hacer algo” y que prefería cambiar los juegos de la play por esos en los que luchaba con espadas de madera.

Los chicos recuerdan a Nico en esos momentos de los fines de semana en el ECAS, lugar en el que trabajaban sus padres. El mejor plan era darle de comer a los animales y correr por ahí.

“Pasábamos todo el día juntos, le gustaba preservar y cuidar la naturaleza, muchas veces me quedaba a dormir en su casa”, apunta su amigo Joaquín Mazza - 16 -, a quien le fascinaba visitar una casa en la que era habitual encontrarse con gallinas, chimangos o peces que estaban en recuperación.

Nico siempre fue especial. Amaba las películas de Star Wars, era fanático de los dibujos de Gravity Falls y la imaginación se le disparaba hacia la creación de personajes como el de un perro súper héroe, protagonista de una historieta que se animó a mostrarle a sus amigos.

Como si se tratara de un código común que se respeta con valentía, a Nico se lo recuerda de todas las maneras, pero nunca en sus momentos tristes porque “él no lo querría” y a los amigos se los respeta. Al fin de cuentas, en pleno proceso de despedidas, el libro le permitió nacer de otra manera y a eso se aferran. “Tiene una trascendencia cultural que es mucho más que la muerte y nosotros preferimos recordarlo con su obra y anécdotas divertidas”, dice uno de sus amigos.

 

Nicolás Gado

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