El fútbol incierto
Edición Impresa | 30 de Octubre de 2022 | 04:06

Por EZEQUIEL FERNANDEZ MOORES
El fútbol suele ser fútbol en todos lados. En Río de Janeiro, por ejemplo, hasta horas antes de la final brasileña de Libertadores que Flamengo y Atlético Paranaense jugaron ayer en Guayaquil, los rumores sobre Dorival Junior, DT del primero, iban de “futuro de selección” tras el Mundial de Qatar (en caso de triunfo) a despido fulminante (en caso de derrota). Hasta en la muy reputada Premier League inglesa Chelsea echó en setiembre pasado de modo lapidario al alemán Thomas Tuchel, el DT que lo había rescatado hasta elevarlo a la cumbre. Y en Leeds son cada vez más fuertes los reclamos para que vuelva Marcelo Bielsa.
Fernando Gago se convirtió en 2022 en el DT más interesante del fútbol argentino. “Un DT de autor”, dirían los especialistas. De esos que, jugando bien o mal, sabemos todos a qué intentan jugar sus equipos. Racing, supuestamente lírico porque arriesga mucho, fue el que más puntos sumó en el año. El más efectivo en la cuenta final (no en los momentos decisivos). Y debe medirse ahora contra Tigre y tendrá la ocasión de clasificarse finalista del Trofeo de Campeones para un eventual nuevo duelo contra el Boca de Hugo Ibarra. “Tardó mucho en dar explicaciones”, dijeron algunos hinchas, tras la conferencia del viernes pasado, la primera que ofreció tras el golpe del domingo, cuando Racing tuvo todo para ser campeón y falló. Y falló además con ese penal sobre la hora, que desnudó una cierta improvisación para un momento tan decisivo.
Primero: ¿debería haber hablado antes Gago? Tal vez sí. Lo había hecho el miércoles el presidente Víctor Blanco. Y también se pronunció Racing como club al repudiar los pasacalles que insultaron a jugadores y DT. ¿Y debería Gago haber intervenido y designado él quién tendría que haber sido el ejecutante del penal decisivo que asumió (y falló) Jonathan Galván? La escena de los jugadores de Racing antes del penal pareció desnudar una cierta fragilidad. “Cuando una vez intervine”, dijo Gago el viernes, “designé a (Emiliano) Vecchio” y el jugador, acaso el más dotado del plantel, falló su disparo. Gago recuerda que nada está garantizado, que no es lo mismo entrenar esa situación porque un entrenamiento jamás incluye el factor humano cuando hay que definir en serio y ante cincuenta mil personas en el estadio. ¿No falló luego Boca en sus penales contra Patronato, finalista en la Copa Argentina contra Talleres? ¿Debería haber intervenido allí Ibarra para sacar a Javi García e incluir a Agustín Rossi, arquero especialista desde los doce pasos? ¿Y habría garantizado la inclusión de Rossi que entonces Boca ganaba la serie de penales?
También un penal fallado en el descuento eliminó luego al Atlético Madrid del Cholo Simeone en primera rueda de la Champíons. Y la lista es interminable. Nos resulta insoportable la incertidumbre del fútbol. ¿Lo preferiríamos en serio más previsible? ¿Creemos, en serio, que nuestro equipo, además de indestructible, está integrado por máquinas? ¿Y que no hay un rival que compite y tiene el mismo objetivo que el nuestro? ¿Y que solo uno de los dos será el campeón? ¿Acaso es necesario recorrer la historia del fútbol otra vez? ¿Acaso no hemos visto ya demasiadas crónicas anunciadas de historias que luego terminaban sucediendo de modo totalmente opuesto al imaginado?
Aceptémoslo, eso es justamente lo que más nos fascina del fútbol. Porque la incertidumbre va de la mano con la ilusión. Y es la ilusión que se renueva aun después de un golpazo como el del domingo pasado. Hinchas de Racing destrozados, pero que me contaban que ya estaban buscando cómo asistir al duelo del miércoles contra Tigre. Y DT y jugadores concientes que de poco sirve prestarse al juego colectivo del linchamiento mediático y de redes, o estancarse con el dolor inevitable, porque mañana (el miércoles en este caso) hay que volver a jugar. El fútbol siempre parecido a la vida. Caer y levantarse. Volver a caer. Y volver a levantarse.
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