Vecinos sometidos a una prestación deficiente del servicio de agua domiciliaria

Una vez más y como ocurre desde hace décadas: llegan las temperaturas altas y empieza a faltar agua en los domicilios de la Región servidos por el servicio domiciliario. Y también se reiteran, como conclusión natural de ello, los reclamos de numerosos vecinos por la falta de agua en las canillas y tanques de sus viviendas.

En algunos lugares de nuestra ciudad, como en el caso de 7 y 62, quienes residen en esa zona aseguran que hace dos meses que padecen una prestación deficiente. Similares quejas se escucharon en el barrio del Mondongo, en 61 entre 1 y 115, por los reiterados cortes que sufren y por la baja presión que sufren en el suministro de agua corriente.

A unas cuarenta y cinco cuadras de allí, en 142 entre 66 y 67, algunos vecinos de Los Hornos aseguraron que desde fines de octubre reciben una prestación insuficiente en sus domicilios. Varios frentistas coincidieron en que presentaron los pertinentes reclamos, pero que no recibieron respuesta alguna por parte de la empresa Absa.

El mismo inconveniente fue denunciado por vecinos de 63, entre 143 y 144, y por residentes de Villa Elvira y de distintas zonas de Gonnet, una de las localidades del distrito más castigada por este problema desde hace muchos años. Este diario reflejó además protestas similares desde lugares como el barrio San Carlos.

Es de sobra conocido que existe un nutrido y cambiante catálogo para explicar las recurrentes faltas de agua en los distintos vecindarios de la Región, que en realidad se presentan ya no sólo en la temporada calurosa sino a lo largo de todo el año.

En algunas ocasiones se habla de desperfectos en los equipos de bombeo, en muchas otras de insuficiencias de la planta de Punta Lara y también en roturas en las cañerías que distribuyen el agua en los domicilios y acaso sea éste –la obsolescencia de las redes de distribución domiciliaria- una de las causas más graves del problema. Las pérdidas de agua desde las redes hacia las calles y veredas menudean en todos los barrios.

LE PUEDE INTERESAR

Afloja la inflación en Estados Unidos

LE PUEDE INTERESAR

Latinoamérica en el G20, con esperanzas y escasa influencia

En cuando a invocar como motivo de las defecciones en el suministro la llegada de la temporada veraniega, que hace crecer en forma abrupta la demanda, esa causal debería ser fácil no sólo de prevenir –en la medida que obedece al ciclo de las estaciones- sino de resolver mediante los planes de obra y otras acciones preventivas que debieran haberse adoptado hace décadas.

Hay otras razones, pero sería largo enumerarlas. Lo cierto es que en los últimos años los vecinos se han venido convirtiendo, además de virtuales “peritos” en las deficiencias del servicio de agua, en reales víctimas de una prestación con demasiadas intermitencias.

Tal como se ha dicho tantas veces en esta columna, se trata de una historia que se reitera año tras año casi sin matices. Una somera revisión de los testimonios vecinales y de las crónicas permite comprobar que la escasez de agua se presentó en las últimas cuatro décadas y aún más, sin que en ese lapso se haya logrado poner en valor la planta de captación de agua en Punta Lara, las redes de pozos extractores y las cañerías de distribución domiciliaria.

Pasan los años, se suceden las administraciones, las promesas de obras se reiteran y lo único comprobado es que el agua sigue faltando.

Puede también hablarse de un proceso prolongado de desinversiones, durante cuyo transcurso muchos fueron señalando lo negativo de ese proceso y que, a la corta o a la larga, desembocaría en fallas estructurales de todo el sistema de captación, depuración y distribución del agua domiciliaria. Sin embargo, tales razones no justifican las penurias que deben enfrentar los usuarios y, en todo caso, habría que volcar recursos de una buena vez para revertir las deficiencias.