Otro millonario golpe a cargo de “polichorros”

La planificación y la violencia volvieron a ser empleadas el pasado lunes por la madrugada en una vivienda de Altos de San Lorenzo por un grupo de delincuentes armados.

Este hecho de inseguridad, que recién salió a la luz ayer cuando el damnificado optó por no dejar el caso impune y radicar la denuncia, ocurrió en una casa ubicada en 90 y 27, el pasado lunes a las 01.30 de la madrugada.

En base a los datos que ofrecieron fuentes oficiales, al menos cinco sujetos armados, encapuchados y provistos de guantes de látex ingresaron por el fondo de la propiedad y tomaron por sorpresa a los propietarios que se encontraban dormidos.

No hubo preámbulos. De forma inmediata se dirigieron a las habitaciones en busca de los moradores para comenzar a aplicar una ola de insultos y amenazas a sus víctimas con el objetivo de ablandarlos. Una y otra vez exigieron a los damnificados la ubicación de sus ahorros y de los objetos de alto valor.

Después de varios minutos de tensión, finalmente el dueño de casa logró que los hampones comprendieran que estaba dispuesto a dar todo lo que tenía, pero que no iba a poder cumplir con su demanda de “grandes cantidades de plata”.

Fue así que se apoderaron del coche de la familia, un Nissan modelo Tida, de varias herramientas eléctricas y de un equipo de audio. Se calcula que el valor de todo lo sustraído sobrepasa los $4 millones.

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Si bien el caso aún está en plena fase de investigación, la descripción de las víctimas sobre la forma en la que vestían, las armas que utilizaron, una especie de jerarquía y los métodos que emplearon para llevar adelante el robo casi no hay dudas para los investigadores de que la denominada “banda de los polichorros” volvió reforzada a las andanzas criminales.

Es que este hecho guarda una especial similitud con el episodio que vivió el pasado 24 de diciembre una familia de quinteros de Olmos que fue sometida a terribles amenazas y torturas por al menos cuatro delincuentes que se llevaron un botín en dinero efectivo que, en base a los primeros cálculos, rebasaría los dos millones de pesos. Al igual que en esta oportunidad, además del nivel de violencia y crueldad, también se repitió el perfil de las víctimas: una familia.