Familia, ayuda y vacas en otra receta para los cien

Según se infiere de lo que se cuenta cerca de Elena Ipucha de Rodiño, el interés inoxidable por la ayuda comunitaria, por su familia -hoy un extendido círculo con tres generaciones - y la mayor parte de su vida vinculada con el campo, son componentes esenciales del combustible para llegar, la semana pasada, a los cien años y seguir adelante.

Todo empezó para Elena, lejos de La Plata, en Bahía Blanca, como parte de una familia de siete hermanos, con un padre ferroviario que enviudó joven. El tren los llevó hasta Lezama y de ahí nuevamente a Bahía, donde la mujer vivió hasta los 19 años. Entonces, el casamiento trajo un nuevo destino, en General Conesa, Tordillo, donde conoció las labores de venta de cueros, lana y ganado que desarrollaba su esposo. “Hasta el día de hoy siguió vinculada al campo. Luego con la producción ganadera”, le contó a este diario una de sus hijas, Nora Rodiño. En aquel pueblo, con un paso breve por Dolores, formó su núcleo familiar y en el inicio de los ´60, otro cambio: una de las chicas planeaba estudiar en la UNLP. “La primera empezaba a estudiar medicina. Nos llevábamos 5 años y no querían que viniera sola. Entonces, se radicó toda la familia en La Plata”, dijo Rodiño. Se calculó entonces que detrás de la mayor vendrían también las hermanas, todavía lejos de esa etapa.

La celebración fue la semana pasada por partida doble para Elena, en el hogar donde reside y luego en casa de familiares. “El ánimo, la razón de su vida es ayudar a la gente”, afirmó Nora y detalló que desde aquellos años en Conesa, cuando no había iglesia aún, su madre “organizaba la visita del sacerdote, la ayuda para gente mayor. También trabajó por la creación del asilo de ancianos”.

En suma, Rodiño concluyó en que su madre es “solidaria con todos. No cambió nada” por estos días.

También disfruta de la pintura, el bordado y todo lo que sean labores artesanales.

La semana pasada hubo fiesta y reencuentro, con sus tres hijas, 7 nietos, 9 bisnietos.