Migración, redes, pandemia: historias que le dan la razón a San Valentín

A veces, las cosas suceden donde no se las espera. También donde se las busca. Casualidad, azar o determinación es lo que configuró dos de las miles de historias de amor a las que, en público o en privado hoy se les hará un homenaja en la Ciudad, en línea con el calendario, que fija el Día de los Enamorados.

Al final, ni Venezuela, ni La Matanza ni Quilmes. En el capítulo del corazón, lo más significativo podría ser para Liss Calderón (27) y Juan Manuel Castillo (25), por un lado, y Milagro López (36) y Ariel Bozzo (42) por otro, lo que sucedió entre el Centro y City Bell.

Ambas parejas se conformaron en la Ciudad y se consolidaron con relaciones de convivencia de las que nacieron hijos.

“Nos conocimos a las apuradas, tuvimos hijos a las apuradas”, dice Juan Manuel Castillo y se escuchan risas.

Luego detalla que la primera cita ocurrió fines de febrero, el 25; a mediados de marzo, el 17, empezó el noviazgo; y en poquito más, cuando ya convivían, se vio el fruto: Liss quedó embarazada de los mellizos que ayer dormían plácidamente la siesta, mientras la madre y el padre contaban su historia a este diario.

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“Nos conocimos en febrero. Nos pusimos de novios en marzo y a los dos meses quedó embarazada. Hicimos todo apurado”

Juan Manuel Castillo

“Me dijo que iba a ser mi novio”, recuerda Liss, cheff de profesión y encargada de la cocina de una pizzería local. Aquel lance se produjo a través de una red social.

Entonces, la mujer trabajaba como pastelera, los fines de semana y Juan Manuel era dueño de una pizzería en Isidro Casanova, La Matanza. Se cruzaron en un grupo de la red dedicado a la compra y venta de bienes y servicios en la Ciudad.

Liss ya llevaba varios años en La Plata, tras decidir la salida de su país natal, en búsqueda de mejor futuro. Juan Manuel había tenido una experiencia en La Plata, con una panadería, pero estaba de vuelta en su ciudad.

El noviazgo prácticamente se inició junto con la cuarentena por el coronavirus, en marzo de 2020. “En ese momento estaba en Isidro Casanova. Como perdí el DNI me quedé acá”, apunta Castillo. El cierre fue duro. Ambos quedaron sin trabajo. “Empezamos a hacer bolas de fraile para vender. A los 2 meses y medio quedó embarazada. Entonces, nos dedicamos a hacer delivery y en enero de 2021 nos casamos”, cuenta el expizzero que ahora se dedica a la reparación de equipos de informática. “Me preguntó en diciembre `que tenés que hacer´ y dije `nada´. Me dijo que había sacado turno para casarnos”, apunta Castillo. Las sorpresas ya eran una constante en la vida de la pareja: “Pensamos que era uno solo y cuando fuimos a la ecografía nos dijeron que eran dos. Ayer cumplieron un año”, dice el técnico informático sobre el capítulo de los mellizos.

“Hablamos por mensaje casi un mes antes de conocernos en persona. Ya tenemos 3 años juntos y un bebé que tiene dos meses”

Milagro López

Para Calderón, la historia venía con emociones profundas tras la decisión de dejar Caracas instalarse en el país. “Fui una de las primeras venezolanas”, dice sobre la corriente de los últimos años. “Cuando llegué no tenía familia, nada”. La única referencia fue una pareja anterior que la impulsó a venir para “probar suerte y estudiar cocina”.

Ahora, desde las inmediaciones de El Mondongo, buscan abrirse camino. “Es difícil tener mellizos en plena pandemia. Subsistimos gracias a las bolas de fraile. Cuando empezó la cuarentena me echaron de los tres trabajos”, recuerda. Aunque se sienten cómodos en la Ciudad, tienen planes para seguir el viaje en búsqueda de una mejor situación económica.

Milagro, oriunda de Valencia, en Venezuela, llevaba poco en la Ciudad. “Busqué un país donde fuera más accesible conseguir permanencia para trabajar legal porque me vine con mi hija de 5 años”. Por esos días, decidió recurrir a una App de citas por consejo de una amiga. No le fue mal. Apareció Ariel, quilmeño y gerente de una empresa. “Hablamos por mensaje casi un mes antes de conocernos en persona”, dice. La primera cita se concretó en un café de City Bell, donde la mujer tiene uno de sus locales (en otro, en el Centro) dedicados al rubro de la estética femenina.

“De mi parte, dije `este es el hombre´. Él es menos expresivo y dice que se llevó una buena impresión. Tanto que me invitó a una segunda cita”, recuerda. Entonces, hablaron un poco sobre la decisión de ella de cambiar de país y en adelante no hubo más para dudar. “Todo fue muy rápido. Desde esa primera cita nos vimos todos los días. Al mes ya éramos novios oficiales y al año ya convivíamos”, apunta. Ya llevan tres años en pareja y hace dos meses llegó un bebé.

Bozzo dejó la residencia y los viajes diarios a La Plata desde Berazategui. La familia ahora es de City Bell. “Él se enamoró de esta Ciudad. Dice que no se iría más de aquí”, apunta López, quien vive emociones parecidas: “Es una cuidad hermosa, con gente maravillosa con mucha calidez humana siempre dispuesta a dar una mano sobre todo al inmigrante”.