Messi vs. Messi
Edición Impresa | 6 de Febrero de 2022 | 04:49

Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
Hay que ver a Leo Messi esta tarde contra Lille. No por el PSG, líder cómodo en una Liga francesa desigual, pero al que cuesta mucho ver jugar bien. Sino por Messi. Y no es que Leo, faltaba más, deba rendir examen a esta altura de su carrera. Pero sí para ver de qué modo inicia el año en el que buscará el único título pendiente, ese que le exigen los más puntillosos para incluirlo definitivamente en el Olimpo del fútbol mundial.
Es cierto, Leo ya inició 2022 el lunes pasado, en la inesperada eliminación de PSG de la Copa de Francia, por penales contra Niza. Su pobre actuación le deparó las críticas más duras desde su llegada a París. Era su primer partido tras recuperarse de un Covid difícil. Pero también es cierto que Leo lleva largos meses lejos de su mejor versión.
El lunes pasado contra Niza volvió a lucir lento, impreciso. Es imposible que Messi juegue hoy como cuando tenía veinte años. Pero en PSG no solo lo vemos lento (imposible que corra como cuando tenía veinte años), sino también vemos que su pegada deliciosa perdió sorpresa. Es cierto, siempre sabíamos que si Leo iniciaba por derecha corriéndose hacia el medio definiría de modo implacable. O que combinaba con Jordi Alba en Barcelona para que éste devolviera con centro atrás y Leo definiera de primera. Todos los rivales lo sabían pero ninguno podía detenerlo. No le está saliendo igual. Como si algo de la magia estuviera tomándose vacaciones. La Copa América en Brasil, la trasferencia al PSG, el arribo como estrella a París (él, que siempre fue de perfil bajo). Cambios fuertes para una persona de rutinas precisas como Messi. En el partido contra Niza, por momentos imaginé que Messi acaso hubiese preferido estar tomando un mate con Rodrigo De Paul. Tomando mate o pasándose la pelota.
Es que cuarenta y ocho horas después, la selección argentina confirmaba su estado de gracia ganándole con notable autoridad a Colombia en Córdoba. Venía de un difícil triunfo contra Chile en el desierto de Calama. Cien por ciento de puntos. Sin Messi, Argentina tenía una media de 47 por ciento (66 con Leo). El cambio ratifica que la selección de Lionel Scaloni es un equipo y que ejecuta su idea de juego más allá de sus nombres. Durante largos años leíamos en la prensa, antes de cada partido, o de cada torneo, la “expectativa” por “los cuatro fantásticos” (porque Argentina tenía delanteros de jerarquía y era seductor juntarlos en una firma formación). Ya no se habla de “fantásticos”. Se habla de equipo. Y de equipo serio. No importa contra qué rival juegue, con qué jugadores, en qué cancha y si está o no clasificado. Presiona desde el primero al último minuto. Y pega lo justo. Suficiente para imponerse. Y, si le toca jugar mal, difícilmente se la ve desbordada. Aún bajo presión, puede mantener el dominio sicológico del partido.
Los propios jugadores cuentan lo bien que la pasan cada vez que se juntan. “Vacío sentimental”, llamó el Papu Gómez a lo que sucede cuando cada uno parte luego a sus equipos. Así como en el Maracaná todos homenajearon a Messi, en el Mario Kempes sucedió lo mismo con Angel Di María. Germán Pezzella le devolvió la cinta de capitán apenas terminó el partido. Los hinchas lo ovacionaron al grito de “Fideo” y sus compañeros lo aplaudían mientras levantaba la Copa América ganada en Brasil. Pareció la perfecta síntesis del grupo. Los nuevos honrando a los viejos. A los finalistas sin títulos. Y Di María, antes centro de debates, hoy subcapitán indiscutido, emocionado. Es la misma emoción que trasmitió Messi en Brasil. La que permite intuir que acaso esta tarde Messi esté iniciando un 2022 que buscará coronarlo a fin de año en Qatar. Porque ese equipo rocoso, que traba hasta la última pelota, y que además muestra recambios de jerarquía (Lisandro Martínez) precisará del mago cuando llegue la hora de enfrentarse contra rivales más poderosos. Como le dijo Phil Jackson a Michael Jordan para formar aquellos poderosos Chicago Bulls: “la fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada”.
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