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Espectáculos |DESTACADO DE LA CARTELERA

Luis Longhi: “tengo una relación enfermiza con el bandoneón”

Teatro y tango se funden en la obra más personal y terapéutica del artista platense y que presentará mañana en la Ciudad

Luis Longhi: “tengo una relación enfermiza con el bandoneón”

En escena, longhi tiene una “discusión matrimonial” con el bandoneón

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

10 de Marzo de 2022 | 03:02
Edición impresa

Luis Longhi, destacado actor, director, escritor y bandoneonista local, se sincera casi de entrada al admitir que “dedicarse al arte exclusivamente es una lucha”. Y si en condiciones normales su profesión baila en un pie sobre una tabla bamboleante de incertidumbre, la pandemia no hizo más que potenciar la fragilidad de ese vaivén de quien vive “creando espectáculos para sobrevivir”.

Como muchos colegas, él se volcó a escribir para suplir la ausencia de cuerpo en el escenario, y la falta de público más allá. Y de esas jornadas, que se autoimpuso con la religiosidad de un trabajo de oficinista (de lunes a lunes, al menos 500 palabras por día sin excepción), nació “El último bandoneonista”, quizás su propuesta más personal y terapéutica.

Adaptación de la novela homónima que aún no publicó, Longhi creó un grotesco musical absurdo que, como dice su director, Rubén Pires, “respira”.

En diálogo con EL DIA, el artista que en 2018 fue declarado Personalidad destacada de la cultura local cuenta que su propuesta nació de la desesperación y por eso la define como “catarsis pura porque en lugar de darme la cabeza contra las paredes, escribí”.

En el escenario, Longhi es “un artista en conflicto con su tiempo, con su arte, con los elementos técnicos de su creación y con su instrumento”. Está encerrado en una especie de búnker, en un taller musical alquímico donde se bate a duelo con imágenes que se le aparecen, y que lo llevan a interactuar y proyectarse en ellas pero siempre, siempre, con su bandoneón en la mano.

La obra reflexiona sobre cuestiones de peso que tienen que ver con el arte y cómo, a veces, también “puede ser cruel”.

“Es tan dura la vida del arte que, en un momento, él se autotortura con su propio acto creativo y comete muchas locuras”, advierte Longhi, y revela una de las escenas que más impacta a los espectadores: esa especie de autopsia a la que somete al bandoneón, “un desmenuzamiento poético” con el que descubre cómo esas partes que lo integran le han generado “mucho placer pero también mucho dolor”.

Una dualidad que va más allá de la ficción y cala hondo en la realidad porque Longhi, que es bandoneonista (estudió durante cinco años con el maestro Rodolfo Mederos), también ha tenido -y tiene- una relación tóxica con el instrumento.

“Mi relación con el bandoneón es absolutamente enfermiza. La palabra bandoneonista, incluso, me queda grande. Realmente, digo que toco el bandoneón”, destaca.

Longhi aprendió a tocar el instrumento para darle más herramientas a su actor y, de hecho, le debe a él su debut televisivo cuando entró en “Cosecharás tu siembra” tras ganar un casting en el que buscaban a un actor que supiera tocar el bandoneón.

A pesar de haber sido parte de diferentes grupos musicales con los que tocó por el mundo, de repente se encontró con que el bandoneón “vino a invadir, en el buen sentido, mi vida de actor” y terminó “guardándolo en el ropero”. Aunque lo sacó a tomar aire con algunos espectáculos (“Demoliendo tangos”, por ejemplo) había permanecido a la sombra durante los últimos diez años hasta que la pandemia le dio una nueva oportunidad de la mano de “El último bandoneonista”, la excusa que lo llevó a volver a estudiar “furiosamente” su interpretación como hace 30 años.

Longhi vuelve a poner otra vez sobre el escenario sus dos pasiones, el teatro y el tango, algo que ya ha hecho en varios espectáculos (los últimos “Enrique” y “El regreso de Mario Cárdenas”), un género al que su personaje ve como “una trampa” y de la que dice cómo salir. “Los tangueros tenemos que ‘matar’ a Gardel, Troilo y Piazzolla para que el tango de hoy no se transforme en una cosa de tarjeta postal, que nos hace siempre volver al pasado: hay que llevarlo para adelante”, repasa Longhi una idea de su texto con la que coincide plenamente.

En medio de la “discusión matrimonial” que su criatura tiene con su bandoneón y en la cual van emergiendo diferentes fantasmas (desde su terapeuta, hasta un alumno y el mismísimo Dios), Longhi hace lo que bien sabe hacer (aunque a él no le guste decirlo): tocar el bandoneón.

La pieza teatral se estrenó a fines de 2021 en Andamio 90, sala a la que acaba de regresar tras un gran recibimiento y buenas críticas. Mañana, en tanto, se ofrecerá a las 20.30 en Dynamo, 17 y 68. Entradas por Alternativa Teatral.

“Es catarsis pura porque en lugar de darme la cabeza contra las paredes, escribí”

 

 

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