La necesidad de enfrentar el drama de los perros sin hogar en la Ciudad

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La noticia reflejada en este diario, acerca de que se impulsan jornadas en distintos barrios para que los vecinos platenses puedan llevar a vacunar a sus perros, constituye ciertamente un dato positivo, aunque insuficiente para enfrentar un problema que reclama la presencia de una política integral frente al drama que plantea la proliferación de perros vagabundos en la Ciudad. Lamentablemente, sobre este punto existe una completa inacción estatal que se transmite en las sucesivas administraciones municipales.

Como se sabe, la información del operativo de vacunación se vio acompañada por una exhortación formulada desde la dirección de Zoonosis municipal, en la que se señaló que “una vez al año, a partir de los tres meses de vida del animal, se debe aplicar obligatoriamente la vacuna antirrábica porque se trata de la principal herramienta de prevención”. Sobre ese punto, no sería necesario enfatizar en que no deben ser muchos los propietarios de perros que cumplen con ese calendario.

Perros callejeros en el Centro, en los barrios, en las localidades de la periferia. Jaurías de perros cimarrones en las zonas rurales. Perros sin dueño, abandonados en la Terminal de ómnibus, en las plazas céntricas, en las calles más comerciales, en lugares transitados por miles de personas; canes peligrosos que originan toda clase de episodios violentos. Y de tanto en tanto, con víctimas fatales o seriamente heridas por ataques de perros.

No se trata en modo alguno de cuestionar el amor a los perros que profesa mucha gente. Pero la Ciudad debiera sopesar detenidamente el hecho de que se estiman en muchos miles los ejemplares sin dueño.

Existen además estudios realizados en La Plata por especialistas universitarios que aluden, por dar otro ejemplo negativo, a los enormes reservorios de parásitos eliminados por las heces que muy pocos recogen, además de los ataques que protagonizan esos canes sin dueño.

En el informe mencionado y publicado hace cinco años se estimó que en nuestra ciudad hay un perro cada cuatro personas, y unos cien mil de ellos sin hogar fijo. El enorme déficit en la tenencia responsable de mascotas es un tema que fue abordado varias veces por el Concejo Deliberante local, sin que surgieran medidas llevadas a la práctica.

Se sabe también que hace tres décadas la Municipalidad local dispuso el cese funcional de la siempre cuestionada “perrera”, que procedía a la captura y, días más tarde, a la muy controvertida eliminación de los ejemplares que no habían sido reclamados por sus dueños.

Fue después una ley provincial la que generalizó la prohibición de contar con perreras a todos los municipios y por cierto el sacrificio de animales. Pero esa norma y, acaso las nuevas pautas culturales incorporadas, fueron interpretadas erróneamente, en el sentido de que no se debe ni puede impulsar ningún tipo de política preventiva en esta materia.

Es de esperar entonces que las autoridades -no sólo de La Plata sino de los distintos municipios- dispongan la aplicación de normas que permitan regular la cada vez más acuciante cuestión que plantean los perros callejeros. Sería, en cambio, un verdadero absurdo insistir en la fórmula de suponer que la única solución posible es hacerse los distraídos y dejar al problema sin solución alguna.

 

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