Una historia de torturas y abusos en otro caso de violencia de género

La oscuridad de la noche no dejaba ver con claridad, aunque para los agentes del Comando de Patrullas de Ensenada no había dudas. Diez minutos habían pasado de las 21 horas del lunes pasado, y en una zona abierta de Punta Lara, rodeada de algunos descampados y de una serie de terrenos donde se lleva a cabo un plan de viviendas; una mujer desnuda era golpeada de forma violenta por un hombre.

La escena era terrible y los efectivos policiales no perdieron tiempo. Ambos descendieron del patrullero y corrieron hasta la víctima y su agresor. Éste, a pesar de las sirenas del móvil y de los gritos de los uniformados, no depuso su accionar. Las piñas continuaron hasta que los oficiales llegaron hasta ellos e intervinieron de manera física.

Con bastante esfuerzo consiguieron separar al violento. La joven, aterrada y lastimada, escapó hacia el interior de una vivienda lindera.

No obstante, el martirio no terminó ahí, porque el sujeto logró liberarse de los policías y la siguió hasta la casa con claras intenciones de prolongar la golpiza. De nuevo, la actuación de los agentes, que debieron forcejear con él, fue crucial para frenarlo.

Al cabo de unos minutos, y con el hombre retenido, la mujer se largó a hablar. Se identificó, dijo que tenía 28 años, que era oriunda de Berisso. Y relató una historia terrible de torturas y vejaciones a manos de un hombre con antecedentes de violencia de género que lo llevaron a prisión.

“ME HIZO TOMAR LAVANDINA”

El ahora detenido tiene 26 años y, según informaron a este diario fuentes oficiales, hace algunos meses salió de la cárcel. “Estuvo ‘adentro’ por pegarle a su ex pareja y antes había rociado con nafta a otra mujer”, señaló el vocero.

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Es decir que lo sucedido ayer en las calles 11 entre 12 y 14 bis, tenía una precuela. Como se dijo, a la joven la avistaron “desnuda, tirada en el piso y sobre su persona, un masculino, agrediéndola con golpes de puño”.

Su presencia en ese lugar también tenía origen en una sórdida historia. La víctima declaró que desde hacía días, el violento le enviaba mensajes en los que le advertía que se quitaría la vida si ella no iba a verlo. Ese 28 de febrero cumplirían un año de relación, si bien desde hacía meses no se veían por los abusos a los que era sometida.

Mientras la mujer refería lo ocurrido, arribaron más policías a la escena. “El aprehendido seguía muy alterado y se puso agresivo nuevamente”, explicó un investigador. Poco después, llegó una ambulancia para asistir a la herida, que siguió con su exposición ante las autoridades.

En ese sentido, los voceros consultados señalaron que “aseguró que cuando se presentó en la casa de su pareja, éste la privó de su libertad y con una tijera le cortó toda su vestimenta”. Luego “comenzó a golpearla en diversas partes de su humanidad, la obligó a ingerir lavandina de una botella que también roció sobre sus partes íntimas y le tiró cera caliente en el rostro”.

La situación era tan extrema, que un vecino se acercó, una vez que la cuadra estaba llena de móviles, para preguntar por el estado de la joven. “Escuché los gritos, pero me dio miedo meterme”, le dijo a los presentes.

A causa de las lesiones y de la posible intoxicación, la joven fue trasladada de urgencia al hospital Horacio Cestino de Ensenada. En el sanatorio le detectaron una fractura en el dedo meñique de su mano izquierda y una fuerte contusión en su cabeza. Quedó en observación toda la noche y por fortuna su vida no corre peligro.

El agresor, en tanto, fue detenido por los delitos de “tentativa de homicidio, lesiones graves y privación ilegítima de la libertad”. Las prendas de la mujer fueron adjuntadas como medida probatoria en la causa.

Antes de separarse de los policías, la víctima les hizo un pedido desesperado: “Por favor, que quede preso”.

La víctima dijo que el agresor la secuestró, le cortó la ropa y la obligó a beber lavandina