Las historias de cada una, con mucho en común

“Mamá, no quiero ir con papá porque me baja los pantalones y me toca la cola”, le dijo a su madre B., cuando tenía tres años. Durante varios segundos, Analía se quedó petrificada en el medio de la cocina, con su hijo agarrado a una de sus piernas. Desde ese día, el 29 de junio de 2017, la vida de la mujer y sus tres hijos dio un cambio rotundo. Casi cinco años más tarde, debido a la voluntad y el trabajo de la mujer, el abusador del pequeño está preso a la espera de un juicio.

En el medio, Analía y sus tres hijos (todos víctimas del mismo sujeto) padecieron las vicisitudes de un sistema mal preparado. “Y también de la sociedad, porque Ensenada es un pueblo y cuando tocás a gente que está bien considerada lo pagás muy caro”, se encargó de explicar.

Mariel, en tanto, contó una historia similar. Aunque, en su caso, está presente la violencia de género. “A mi marido lo conocí cuando yo tenía 14 años y él 23. Tuvimos tres hijos, dos mujeres y un varón; y en 2019 la más chiquita -en ese entonces de cuatro años de edad- me contó que el papá la tocaba”, expresó. En agosto de ese año lo denunció. Más tarde, la nena más grande (ahora con 10 años) sumaría su relato en términos parecidos. El hombre ya tenía antecedentes y denuncias por violencia doméstica e incluso le impusieron una orden de restricción de acercamiento a su familia. Las menores, en tanto, hicieron la Cámara Gesell y hablaron con psicólogas. No obstante, la causa fue archivada.

Melanie soñó desde chica con ser bombero. En 2018, cuando tenía 17 años, se anotó en Punta Lara y empezó el curso de 9 meses. Después de ser cadete, en 2020 pasó a formar parte de los “ingresantes”. Pero, un año más tarde, un superior intentó abusar de ella. “Como era de noche se ofreció a llevarme a casa. Pero se desvió con el auto y cuando le pregunté e dónde íbamos me agarró del cuello, me quiso besar y me manoseó”, indicó. Ella lo denunció y el hombre comenzó a hostigarla en la calle. “Cambió todo desde ese día. Siento que en bomberos me soltaron la mano. Él sigue como si nada y yo tuve que irme”, lamentó.