“A las puertas” del delito: menores provocaron daños en dos locales

Están situados en 1 y 74 y son contiguos. Los atacaron en horas de la madrugada, pero los vecinos escucharon los ruidos y los espantaron a los gritos. Quedó el temor por una realidad cada vez más compleja. Graves destrozos

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Dos precoces delincuentes supusieron que entrar a robar en dos negocios de madrugada que estaban cerrados y, sin testigos a la vista, les garantizaría la impunidad que necesitaban para llevar adelante sus planes.

Sin embargo, ese razonamiento tropezó en las primeras horas de ayer contra un imponderable siempre temido por los ladrones: ser descubiertos por algún vecino, que pueda dar aviso a la Policía.

Fue ni más ni menos lo que sucedió a metros de la esquina de 1 y 74, donde los ladrones (que serían menores de edad, según lo estimado por un vecino, que los vio y con sus gritos los puso en fuga) fallaron en su objetivo de colarse en una verdulería y luego en un comercio de venta de artículos de limpieza.

Según se informó ayer a este diario, “estos pibes hicieron tanto ruido para violentar las persianas metálicas de ambos negocios, que al final un hombre de la cuadra se despertó y avisó enseguida a la Policía”.

Con serios destrozos ya causados en los dos comercios, no les quedó más remedio que emprender la retirada.

En su poder solo se llevaron la bronca y la frustración por haber fracasado.

En el lugar, mientras tanto, igual quedó la secuela de su violento accionar.

Lamentablemente, al cierre de esta edición, nada se conocía acerca de su paradero.

“NOS SALVÓ ESTE VECINO”

Griselda Rojas (30) es hija del matrimonio propietario de la verdulería y, pese a que los ladrones vieron frustrado su propósito de acceder al interior del local, no disimulaba el fastidio por una situación que ya “se dio dos veces acá y de manera muy similar, primero para las fiestas de fin de año y ahora de nuevo”.

“Ahora no salvó un vecino, que se despertó, se asomó y les gritó para que se fueran. Pero la vez pasada, tampoco pudieron meterse a robar por otros vecinos, que también les dijeron de todo”, reveló Griselda a EL DIA.

Consultada sobre el ataque de ayer contra el comercio familiar, indicó que “se ve que utilizaron una barreta y nos levantaron un poco la cortina en su zona baja, así que era cuestión de segundos para que entraran a la verdulería”.

“Eso, pese a que la cortina metálica es bastante pesada. Por eso tuvieron que forzarla”, completó.

“ACÁ YA NOS ROBARON A TODOS”

Igual Griselda no se limitó a exponer la inseguridad en su local, sino que sostuvo que también la han padecido otros comerciantes del lugar.

En tal sentido, afirmó que “acá ya nos robaron a todos los que tenemos negocios. La cuadra es muy insegura y es algo que se está notando claramente en el último año”.

La misma observación, a su vez, la realizó un hombre que sólo dijo ser “del barrio”, para evitar ser identificado.

“Casi nunca vemos pasar a un patrullero. Por ejemplo, hoy (por ayer) andaba uno de los móviles policiales cada una hora a la mañana, pero es porque quisieron robar a la verdulería y al negocio de al lado de artículos de limpieza. Pero a la tarde ya no los vimos más”.

En tanto, Griselda no obvió mencionar que “antes cerrábamos a las 9 ó las 10 de la noche. Pero desde hace un tiempo nos vamos una hora antes, porque inclusive no queda nadie en la calle y eso favorece a los ladrones”.

“NO HUBO ROBO, SI UN GASTO”

Cuando este diario se presentó en la tarde de ayer para recabar información sobre los ataques contra ambos negocios de las cercanías del hospital San Martín, un hombre estaba abocado a realizar reparaciones en el negocio de elementos de limpieza.

A su lado, atento a esos trabajos, se encontraba Gustavo (59), quien dijo ser el papá de la dueña del local.

“Pese a que lo intentaron, dañando mucho a la cortina metálica del frente, estos pibes no consiguieron entrar a robar”, consignó.

Y enseguida, a modo de reflexión, soltó que “no hubo por suerte robo, pero sí un gasto que se debe afrontar para poner nuevamente en condiciones, tanto a la cortina del frente, como al vidrio de la entrada”.

Seguidamente, reflejó que “mi hija abrió este negocio hace apenas 4 ó 5 meses, pero es la primera vez que es víctima de un episodio de inseguridad”. Algunos comerciantes de la zona lo admiten sin tapujos y otros casi en voz baja. Pero unos y otros se sienten asediados por las andanzas de jóvenes capaces de robar en diversos horarios y circunstancias.

 

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