El autódromo porteño, un símbolo del automovilismo

“¿Qué necesitan?”, preguntó el general Juan Domingo Perón, por ese entonces presidente del Nación. “Un autódromo”, contestaron a coro Juan Manuel Fangio, Froilán González y Benedicto Campos, que volvían de Europa tras iniciar sus experiencias en la F1. Era 1950: así empezaba la historia del coliseo porteño que hoy lleva el nombre de los hermanos Juan y Oscar Gálvez.

El 19 de enero de 1951, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires hizo el anuncio oficial del “nuevo autódromo” a construirse en tierras fiscales, con una duración de obra de 15 meses.

El 9 de marzo de 1952, finalmente, el general Perón y su esposa, Eva Duarte, inauguraron oficialmente el “Autódromo 17 de Octubre” en la intersección de las avenidas General Paz y Roca, con la presencia de más 100.000 espectadores. Ese día varias pruebas de autos y una de motociclismo.

En 1953, la F1 llegó por primera a Argentina. El piloto italiano Alberto Ascari (con una Ferrari) fue ganador de la prueba en el circuito porteño.

El autódromo fue también testigo de los GP del TC, que luego de recorrer los extensos caminos del país finalizaban allí y aún sigue siendo “la Catedral” de una las máximas pasiones de los argentinos, el duelo Ford-Chevrolet; y en 1972 fue escenario del debut en la F1 de Carlos Reutemann, al comando de un Brabham, consiguiendo un séptimo puesto.

El 13 de enero de 1974 Reutemann protagonizó uno de sus carreras más recordadas: se encaminaba a la victoria y se quedó sin nafta.

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En 1989 se lo bautizó “Oscar Gálvez, en homenaje al “Aguilucho” y después el nombre de Juan. Al año siguiente se lo privatizó. En 2016 la Asociación Argentina de Volantes, que preside Juan María Traverso, conjuntamente con el Gobierno de la Ciudad, tomaron la dirección.

En su rico historial se disputaron en el Gálvez 20 grandes premios de Fórmula 1, nueve de Moto GP y múltiples carreras de TC, como los 1000 kilómetros, las Dos Horas, y varias ediciones de los 200 kilómetros de Buenos Aires del denominado TC2000.