A 35 años del comienzo del levantamiento carapintada
Edición Impresa | 16 de Abril de 2022 | 03:24

Se cumplen hoy 35 años del inicio del levantamiento carapintada de Semana Santa de 1987 liderado por el teniente coronel Aldo Rico, que comenzó el 16 de abril de 1987 y se extendió hasta el domingo 19, cuando los militares sublevados se rindieron tras firmar un acta acuerdo con Raúl Alfonsín, que luego pronunció la recordada frase “La casa está en orden, Felices Pascuas”, ante una Plaza de Mayo colmada a favor de la democracia.
Durante más de cien horas, los carapintadas tuvieron en vilo al país reclamando una “solución política” para cientos de citaciones judiciales contra oficiales por las graves violaciones a los derechos humanos.
También pedían el relevamiento de la entonces cúpula castrense porque, entre otras cosas, la hacían responsable de la rendición en la Guerra de Malvinas; además exigían el fin de la supuesta campaña de desprestigio militar que atribuían a los medios de comunicación, el incremento del presupuesto en materia de Defensa y que no fuera sancionado ninguno de los participantes en el alzamiento.
El inicio del conflicto tuvo origen dos días antes, cuando el entonces mayor de Inteligencia Ernesto Barreiro, hoy condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, se negó a concurrir ante la Justicia Federal por cargos de torturas y asesinatos, y junto a otros 130 militares se amotinaron en el Comando de Infantería de Córdoba.
La sublevación carapintada se generalizó el 16 de abril, cuando el levantamiento se extendió a otros cuarteles del país, siendo el epicentro la Escuela de Infantería de Campo de Mayo, donde los alzados eran comandados por Rico junto a Enrique Venturino, Gustavo Breide Obeid y Juan José Gómez Centurión.
Apoyos
La amenaza al orden institucional que implicaba el desafío con armas en la mano a la autoridad del Presidente elegido en las urnas zanjó cualquier diferencia política entre los dos principales partidos, el radicalismo en el Gobierno y el peronismo en la oposición, cuyos principales dirigentes se mostraron juntos y acompañaron al Presidente en la defensa de la continuidad democrática.
Esa postura conjunta quedó reflejada en la llegada a la Casa Rosada, en medio del alzamiento, de diputados y dirigentes del PJ, como Antonio Cafiero, José Luis Manzano, Carlos Grosso, Oraldo Britos y José Manuel De la Sota, quienes se mostraron junto a Alfonsín.
En ese contexto, hubo una movilización popular espontánea en diferentes puntos del país, con un fuerte epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde hubo marchas multitudinarias en el Congreso y Plaza de Mayo.
En una vigilia histórica, se realizó un recital con artistas como Joan Manuel Serrat, Alberto Cortés, Piero, Nito Mestre, Mercedes Sosa, Antonio Tarragó Ross, Jairo y Osvaldo Pugliese.
La movilización popular en defensa de la democracia incluyó el intento de grupos de manifestantes de ingresar por la fuerza a la guarnición militar de Campo de Mayo, donde estaba Rico con el contingente de carapintadas, pero esa intención fue frenada por Alfonsín para evitar un derramamiento de sangre.
Desde las puertas de Campo de Mayo, los manifestantes cantaban: “Si se atreven, les quemamos los cuarteles”.
Alfonsín participó de una Asamblea Legislativa que contó además con el aval de una multitudinaria marcha que colmó las zonas aledañas del Parlamento, donde aseguran fuentes de la época que hubo alrededor de 300 mil personas. Allí, el Presidente aseguró que “la democracia no se negocia” y llamó a “doblegar el brazo de los golpistas”.
Comité de crisis
En ese momento se conformó de urgencia un Comité de crisis, que funcionó en la Casa Rosada y se reunía en la oficina del secretario de la Presidencia, Carlos Becerra, en Casa Rosada, con la participación del ministro de Defensa, Horacio Jaunarena; el jefe de la bancada de la UCR en Diputados, César Jaroslavsky; y los dirigentes radicales de ‘la Coordinadora’ Federico Storani, Marcelo Stubrin, Leopoldo Moreau, Enrique Nosiglia y Jesús Rodríguez, entre otros.
Aquel Viernes Santo y el Sábado de Gloria transcurrieron bajo una tensión extrema porque la resolución se demoraba, el alzamiento carapintada continuaba, los ánimos de la sociedad se endurecían y multitudes anunciaban su intención de movilizarse masivamente hacia Campo de Mayo.
La resolución del primero de los cuatro levantamientos carapintadas que paralizaron al país entre 1987 y 1990, llegó el domingo de Pascuas cuando Alfonsín viajó hacia Campo de Mayo para exigir la rendición de los sublevados luego de haber firmado entre todos los dirigentes de los partidos políticos un Acta de Compromiso Democrático en la Casa de Gobierno.
Ante una multitud en la Plaza de Mayo, Alfonsín anunció su traslado a Campo de Mayo para reunirse con los rebeldes, que exigían su presencia para rendirse, lo que provocó que vecinos de la dependencia militar y militantes políticos entraran por las inmediaciones del cuartel y se acercaran a metros de los carapintadas.
Los sublevados, finalmente, se rindieron ante el Presidente y a las 18.07 de ese domingo el jefe de Estado aseguró desde el balcón de la Casa de Gobierno: “Compatriotas, Felices Pascuas. Hoy podemos todos dar gracias a Dios porque la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”, anunció Alfonsín, acompañado por dirigentes de la oposición.
Durante más de cien horas, los carapintadas tuvieron en vilo al país
En distintos puntos del país hubo movilizaciones en apoyo a la democracia
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