Ocurrencias: no sólo los chinos se escapan
Edición Impresa | 5 de Junio de 2022 | 04:00

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
Se le escapó un chino a una comisaría de La Plata. Tenía captura internacional, pero noches atrás, abrió el calabozo, saludó y se marchó caminando sin apuro hacia el Teatro Argentino. Fue el mejor unipersonal de una sala que anda floja de atracciones. El detenido estaba sospechado de comandar esa mafia china que alterna precios cuidados con dueños descuidados. Y al parecer en la seccional nadie se dio cuenta que le faltaba un oriental al plantel de encerrados. Es que en estos días, con tantos sospechosos dando vueltas, a veces los detectives se enredan. ¿Habrá tantos chinos en cautiverio para que el guarda se confunda? Este no necesitó disfrazarse. Huyó a cara descubierta y tranco seguro, como si ya estuviera ensayado ese saludo final a la salida del Teatro.
Por el hacinamiento y el crecimiento de la violencia, las comisarías se han vuelto lugares tan concurridos que a veces, en el conteo de cada noche, a los uniformados se les traspapela algún prófugo solvente. La prisión es muy desgastante y más de un pensionista busca cualquier variante para poder mejorar su estadía. Hace poco, en Comodoro Rivadavia, una jueza a domicilio se instaló en una celda para brindarle cariño y atención a un condenado. Fue un consuelo superlativo y arbitrario que le sumó gentilezas a la resocialización. No sabemos si ella logró los datos que fue a buscar, pero sin duda el recluso habrá ganado puntos extras con esta muestra de ternura a cargo de una señoría que le dio cariñosas esperanzas a las fantasías de los prisioneros.
El arte de la fuga se ha tercerizado
En una comisaría santafecina, una policía tenía sexo sobre un escritorio con un presidiario muy entusiasmado y agradecido
Y esta semana se conoció que en una comisaría de la ciudad de Santa Fe, cuando la justicia llevaba a cabo un allanamiento para investigar presuntas coimas, al abrir la puerta de un despacho policial, la comisión se topó con una escena que le puso aire picante a la diligencia: una policía femenina, que prestaba servicio en otra dependencia, estaba teniendo sexo sobre un escritorio con un presidiario muy entusiasmado y agradecido. ¿Estaría en funciones? Porque después de lo que dijo el juez sobre la fiesta de Fabiola en Olivos, hay que estudiar bien los horarios laborales antes de hacer cualquier barbaridad. Como se ve, el ejemplo de intimar con los reclusos ha ido perfeccionando sus herramientas consoladoras. Trascendió que no sería la primera vez que esa policía atendía en escritorios a los desesperados. Ella, suponen los investigadores, hacía horas Cores a su manera, ofreciendo desahogos sanadores fuera de escalafón. Eso sí: ese preso, sin esposas ni vigilancia, no estaba en funciones.
Pero no sólo se escapan detenidos y precios. También en los planteles políticos los referentes escuchan ofertas y manejan alternativas en busca de refugios seguros. Hasta los soldados más leales amagan con salir disparando hacia algún cuartel que los tiente con índices más amables y mejores expectativas. Las puertas de salida se empezaron a abrir. Y con tanto viento, cuesta cerrarlas. En la política, a diferencia de lo que sucede en el fútbol, el libro de pases nunca se clausura. Los dueños de las llaves maestras de los dos clubes favoritos hacen malabares, no ya para obtener más seguidores sino para poder mantener los propios.
No sólo los chinos se escapan. Y nada de andar limando barrotes o cavando túneles. El arte de la fuga se ha tercerizado. El bandidaje hace cuantiosas inversiones para poder acceder al grupo de encerrados vip que usan las celdas como oficinas. La visita al condenado de Comodoro Rivadavia, que pareció una muestra exagerada del buen trato carcelario, quedó opacada por esa poli santafecina que alquiló sus ardores en plena seccional.
La cosa está tan difícil, que rajarse y mejorar ingresos ha empezado a ser una legítima tentación. Las grietas los tienen tan ocupados a los candidatos, que no miran más lejos. El oficialismo mantiene su plantel entretenido y peleando. Los muchachos de Cambiemos se han vuelto muy intercambiables. Y el tremendista Milei propuso la compra y venta de órganos para mejorar ingresos. Mientras tanto, la inflación, la inseguridad y la pobreza siguen disparando. Al tranquito y sin que nadie las ataje, como al chino del Teatro Argentino.
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