La culpa es del que se fue, “descanso” para Alberto F. y la lapicera en el “estuche”
Edición Impresa | 9 de Julio de 2022 | 04:11

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com
Desde El Calafate, Cristina Kirchner bajó un cambio ayer en su tironeo constante con el presidente Alberto Fernández, esa característica de la dinámica interna del oficialismo que no hizo más que debilitarlo. El renunciado ministro Martín Guzmán, de quien la vice ha sido una gran detractora, aparece ahora como el gran blanco del cristi-camporismo desde lo discursivo, el depositario de las culpas por la realidad económica del país.
Ahora fue Cristina quien fulminó al economista platense, pero un día antes había sido el diputado Máximo Kirchner el que disparó la primera ráfaga al definir como una “irresponsabilidad supina” la renuncia intempestiva de Guzmán y condenar a los que “se abrazaron” a él. “Otra vez tiene que venir Cristina a dar la cara”, se había quejado el también titular del PJ bonaerense el jueves último.
Pues bien, Cristina reapareció luego de su última incursión en Ensenada, precisamente a la misma hora en que Guzmán renunció por Twitter. Se ve que la serie de reuniones reservadas entre ella, Fernández y Sergio Massa han dado como resultado una suerte de pacto para que la vice ya no le pida al Presidente que “use la lapicera” en cada aparición pública que tiene y que no le reproche aquello que, para su lógica, son malas decisiones de la Casa Rosada.
Paz aparente
Ese eventual acuerdo se habría consensuado ante las evidencias de que las peleas constantes en el poder esmerilaron la autoridad presidencial. En las últimas horas, el mundo político y financiero se llenó de rumores sobre supuestas decisiones drásticas que podría tomar Fernández y se instaló una sensación de desgobierno, que repercute muy negativamente en una economía desequilibrada. Se verá cuánto dura esa aparente paz.
Algo disfónica, Cristina fulminó a Guzmán al definir su renuncia como: 1) “Un inmenso acto de irresponsabilidad política”; 2) “Un acto de desestabilización” (agravado, según su mirada, porque fue por las redes); y 3) “Una inmensa ingratitud personal hacia el Presidente”.
Después de tanto maltrato a Fernández, la forma en que se refirió ayer a su compañero de fórmula casi que pareció una caricia. “No voy a ocultar que tengo diferencias con él, pero este Presidente lo había bancado (a Guzmán) como nadie, enfrentándose a las propias fuerzas de la coalición; ¿se merecía eso?”, dijo Cristina. Casi como si no hubiera tenido nada que ver en la renuncia del ministro.
La salida de Guzmán, las movidas y la llegada de Batakis
Se recuerda que, luego de meses de tironeo interno con La Cámpora, Guzmán al final se fue cuando comprobó que los camporistas que manejan el área de Energía del Gobierno le frenaban la segmentación del aumento tarifario, un ítem clave de su programa económico para bajar el déficit fiscal.
Después vino la saga de los candidatos a sucederlo que no aceptaron, incluyendo el intento de Massa por convertirse en el nuevo hombre fuerte del Gobierno, y el nombramiento de Silvina Batakis, que fue consensuado con Cristina.
“No voy a revolear a ningún ministro”, aseguró la vicepresidenta sobre el comienzo de su discurso, avisando que no pediría allí ninguna otra cabeza del gabinete. Seguramente respiró aliviado el titular de Trabajo, Claudio Moroni, amigo personal de Alberto, y que no es para nada querido por el kirchnerismo duro. Sobrevida para él.
“Discutir políticas, no personas”
En una presentación de perfil económico, que incluyó una filmina, Cristina hizo hincapié en un concepto que pareció un mensaje a sus socios de la alianza gobernante: “Discutir políticas, no personas”. Que es lo mismo que decir que no es una cuestión de nombres, sino de rumbos. El dato no es menor porque, se sabe, existe una gran diferencia conceptual entre ella y Fernández.
El Presidente cree que, en el marco de su programa económico, el acuerdo con el FMI para refinanciar la deuda heredada es imprescindible; y el cristicamporismo piensa que lo que firmó Guzmán, con el aval de Fernández, es un entendimiento muy malo, que el gobierno prácticamente rubricó una rendición y que, para eso, es mejor no acordar nada.
Es en esa diferencia que nace la mencionada arenga de Máximo K respecto a los que se “abrazaron” a Guzmán y un párrafo del discurso de ayer de Cristina. Fue cuando dijo: “Todo el arco político opositor, todo el periodismo en general, todo el establishment salió a hablar de la racionalidad del ministro y adivinen quién era la irracional”, dijo en alusión a ella misma. Fue, en efecto, Juntos por el Cambio quien ayudó al Presidente con la aprobación parlamentaria del acuerdo con el Fondo, porque los legisladores kirchneristas, que son oficialismo, no lo votaron.
La palabra de Alberto F.
No hay indicios de que el Presidente haya cambiado de parecer respecto al FMI luego de la ida de Guzmán. Hoy romperá un silencio de una semana en los festejos del 9 de julio. Será la primera vez que hable luego de aquel sábado frenético. Otro termómetro para medir si efectivamente está en marcha una tregua en la coalición conocida como Frente de Todos, como sugieren fuentes oficiales, o si esas diferencias conceptuales son insalvables.
Se espera con expectativa lo que diga hoy Alberto F. en un acto por el 9 de Julio
El cristicamporismo piensa que el acuerdo que se firmó con el FMI es muy malo
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