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La actriz verá el estreno, postergado 23 años, del filme que marcó su debut en la pantalla grande: “Natural”, película fundamental del Nuevo Cine Argentino, llega finalmente a la cartelera
una joven glezer en “natural”, la película que llega a las salas comerciales 23 años después de su rodaje
La historia de Marina Glezer y la del cine nacional se encontraron por primera vez en 1999, entrelazadas a su vez con la historia de un país siempre en crisis. Como no podía ser de otra manera, piensa la propia actriz, para quien “todo cine es político”: producto de esos entrecruzamientos, de la falta de apoyo al cine nacional, de tocar una temática tabú para su tiempo, es que tras presentarse en algunos festivales, “Natural”, película de Marcelo Mangone que marcó la llegada de Glezer a la pantalla grande, nunca se estrenó comercialmente. Hasta ahora porque “Natural” se verá desde el martes en el porteño Teatro San Martín, 23 años después de su rodaje.
En esas dos décadas y monedas de ausencia, su leyenda creció, convirtiendo a “Natural” en una película pionera de ese Nuevo Cine Argentino que reflejó aquellos años 90 desde una perspectiva distinta a aquella que poblaba los cines y la televisión comerciales del momento. “Fue”, recuerda Glezer, en diálogo con EL DIA, “mi primera película, y la primera vez queda siempre clavada en el corazón”. Un poco lo que le pasa a su personaje, Sol, que vuelve al principio de “Natural” con su primer gran amor, intentando otra vez remontar un romance condenado por los celos y la inmadurez. Nada saldrá demasiado bien.
Glezer tenía por entonces solo 18 años y estudiaba teatro con Norman Briski “cuando vi un cartelito que decía ‘casting para largometraje en la FUC’, la Universidad del Cine”. Hizo la prueba y Mangone la eligió para el papel protagónico. Como estudiaba con Briski, y estaba, cuenta, obsesionada con “el método”, se fue a vivir a Ramos Mejía, donde transcurre la historia de Sol y Nico, en esa frontera que abrió los 90 entre una clase media que aspiraba a más y una clase media empobrecida y sin perspectivas, aferrada al borde del precipicio. “Salía en Ramos Mejía, vivía en Ramos Mejía… era chiquita”, se ríe hoy Glezer de aquella primera aventura.
Glezer llegará a La Plata el próximo viernes, como productora de “El reproche”, obra escrita por Víctor Hugo Morales que se mostrará en el Teatro Metro. Pero antes, el martes, verá finalmente el estreno de “Natural” en el San Martín. Un estreno postergado por las mismas condiciones materiales precarias que marcaron su realización: el Nuevo Cine Argentino sería “un cine de guerrilla, que se filmaba casi sin recursos”, nacido en tiempos donde el INCAA todavía no era autárquico y había “una imperiosa necesidad de contar historias que fueran representativas de una época”.
Filmada en blanco y negro, en 16mm, con una cámara en mano a la vez una decisión estética naturalista y una necesidad por la falta de recursos, la película se programó en algunos ciclos under y llegó a quedar seleccionada para el Festival de Venecia a partir de un VHS enviado por correo. Pero la crisis económica y social que azotaba al país impidió que el INCAA financiara la ampliación a 35mm para ser proyectada en La Mostra. Al BAFICI llegó recién en 2002, a causa de algunos acuerdos secretos entre productores de peso y directivos del festival que, además, la forzaron “off the record” a no competir por los premios. Tampoco, recuerda Glezer, hubo chance de llegar a las salas.
Pero “Natural” se hizo aún así de un lugar en ese fin de siglo gracias a su frescura para retratar la juventud sin imposturas, sin el lenguaje snob de las clases intelectuales, y su desfachatez para tocar temas todavía urgentes, como el empoderamiento de la mujer, el aborto, las familias ensambladas, el consumo de marihuana y la desocupación.
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“Es una película querida. Una película honesta”, opina Glezer, para quien “hay muchas homologaciones posibles para hacer entre ese fin de los 90 y estos años 20… La historia un poco se repite en términos de no cuidar lo propio: siempre está la intención más arrasadora del sistema, te lleva puesto, hoy también es muy difícil estrenar, hoy también es difícil contar un cuento propio, personal, nacional, que nos represente. Es una película de época, profundamente, pero está vigente el conflicto: nos endeudamos tanto, tenemos una situación de embudo tal que estamos parecido a aquellos años”.
Es una película de época también porque el punto neurálgico en el que converge la historia de Sol y Nico es un embarazo accidental: ella aborta, algo que en ese momento era ilegal. “Fue otra razón por la que no se estrenó comercialmente: de eso no se hablaba”, afirma Glezer, quien militó la despenalización del aborto y contó su propia historia, la interrupción de un embarazo no deseado.
Su experiencia fue posterior a “Natural”, aunque, cuenta, “ya le había pasado a un montón de amigas”. “En ese momento no era algo natural, no se podía hablar. Y lo que no se nombra no existe… pero ‘Natural’ existe: habla en ese momento de algo que era tabú, la historia de una piba a la que le pasa lo que le pasa a un montón de pibas”, reflexiona Glezer.
Contada desde una perspectiva femenina “muy linda, en una época donde no había muchas chances de protagonizar una historia que fuera conducida por una mujer”, la fuerza de “Natural” es el naturalismo de esta perspectiva: cuenta la experiencia de Sol de forma natural, enfocada en los conflictos de los personajes, las dudas, el dolor, y lejos de las bajadas de línea, los juicios de valor o el miserabilismo. Y “no hay manera de que no te identifique ese amor de volver con el ex, con la ex, y que todo salga peor que la primera vez…”, dice Glezer. El corazón del relato es atemporal, aunque se puedan trazar fácilmente paralelismos entre aquellos tiempos y estos en los que “Natural” llegará al cine por primera vez, gracias, otro signo de los tiempos, al interés de una plataforma por recuperar la mítica película.
Mientras tanto, Glezer se encuentra trabajando en su debut como largometrajista: autora de cinco cortometrajes, escribió el guión de “La ruptura” hace siete años y desde entonces busca financiamiento mientras afina el texto. Planea comenzar a filmar en octubre la historia de una ruptura amorosa con un trasfondo de gentrificación: transcurre en un pueblo que una clase dominante quiere transformar en espacio turístico.
“La primera nota que me hicieron, ya fantaseaba con ser cineasta, con contar un cuento propio que hablara de la economía del amor. Convertirme en directora es mi sueño desde que empecé a actuar, un poco por esto del punto de vista femenino: en una industria muy masculino, quería ocupar un espacio propio, personal”, afirma al respecto.
Pero, inquieta, sigue con otros proyectos más allá del cine: directora del ciclo de radioteatro “Vuelve”, por AM 750, la intérprete continúa también trabajando en el teatro, y llegará a La Plata en su rol de productora de “El reproche” el próximo viernes.
“El reproche” es la primera obra teatral escrita por Víctor Hugo Morales, “una pequeña comedia sobre la mentira: habla, en estas épocas de deconstrucción, sobre cómo los varones tienen algunas licencias sobre las mujeres”, define Glezer.
Dirigida por Julieta Otero, con Claudio Da Passano, Malena Figo y Mayra Homar, “es cuestionadora”, dice, “pero también bastante amorosa”.
Pero, advierte, “el cine es mi lugar. El cine y la política. Porque todo cine es político”. La radio y el teatro “se le parecen”, cierra, “pero lo que trasciende para la historia de la humanidad son las películas. Me fascina”.
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