Ecos de la misa kirchnerista: aseguran que "hay curas y laicos muy dolidos y molestos"

Las repercusiones por la misa kirchnerista que se realizó el sábado en la Basílica de Luján no se detienen. Y en la Iglesia siguen los chispazos, más allá del pedido de disculpas que hizo el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig.

Lo cierto es que muchos círculos eclesiásticos calificaron la celebración religiosa como un acto político partidario. Y también consideraron que el objetivo de fortalecer la recaudación de la colecta Más por Menos, la iniciativa solidaria destinada a ayudar a los más pobres, quedó claramente relegada.

Según publica el diario La Nación, un obispo que dice representar la opinión mayoritaria dentro de la Iglesia, confesó que “cayó muy mal", y agregó los que sucedió "es una pena, no fue para nada bien visto". En ese sentido dijo que "el propio arzobispo se dio cuenta y por eso pidió disculpas”.

La misma fuente sostuvo que la sensación es que hay curas y laicos “muy dolidos y molestos”. Además, sostienen que el silencio de los obispos que conducen el Episcopado y el claro intento por despegarse de la convocatoria en Luján se debe a que el organismo está de alguna manera “atado a lo que se puede presentir acerca de los deseos de Roma”, en una clara referencia a la influencia del papa Francisco.

Está claro que la misa kirchnerista dividió las aguas dentro de la Iglesia y desde la institución creen que “la evaluación la tiene que hacer el que convocó”, apuntando no sólo al arzobispo de Mercedes-Luján sino también al intendente de Luján, el camporista Eduardo Boto.

Cuando ocurrió el evento del sábado, muchos pusieron de manifiesto que nuevamente la Basílica de Luján fue escenario de una misa organizada por el poder político. Y recordaron la misa de octubre de 2018, cuando el líder camionero Hugo Moyano juntó a los suyos y los llevó a ese templo, donde el entonces arzobispo Agustín Radrizzani, que falleció hace 2 años, pidió “un cambio del modelo económico”. Es por eso que la sensación que volvió a quedar en la Iglesia es que tanto Radrizzani como ahora Scheinig no midieron el impacto político que implicaba mezclarse con la política.