Pedro Aznar: “Hacer un disco de música de raíz era algo que le debía a la gente”

De Pedro Aznar se ha dicho, y escrito, todo: en los albores de su carrera lo llamaban “intelectual”, despectivamente; versátil, detallista, experimentador, su talento audaz se fue abriendo paso en el panorama musical argentino y hoy, con 63 años y más de cuatro décadas de carrera, es una especie de faro de la música nacional, que amalgama con su luz los barcos de géneros diversos, épocas diversas.

Su último disco, “Flor y Raíz”, que traerá a La Plata (se presenta en la sala de 10 entre 46 y 47) mañana por la noche, es de hecho su primera obra completa de música folclórica de raíz: Aznar sigue buscando, sigue probando, a cinco décadas de, como dice en diálogo con EL DIA, que la música lo eligiera a él: jovencito, se metió en algunos de los momentos musicales más importantes, desde Serú Girán a Pat Metheny, y, aprovechando esa vieja anécdota de que escribía poesía desde los seis años, no faltó entonces, como ahora, quien le pusiera el mote de “niño prodigio”.

Pero, dice, “es un poco engañosa esa figura: el cuadro que pinta es muy limitado porque… ¿qué pasa cuando dejás de ser un niño? Es más importante tener valores más perdurables que esos. Y esos valores se demuestran con el paso de las décadas: si lo que uno hace sigue siendo valioso, si perduró. En esa cancha se dirimen las cosas”.

Efectivamente, la etiqueta le queda chica a un artista que acaba de ser nominado a los Grammy Latinos por “Flor y Raíz”, disco que “vamos a tocar completo”, avisa, en su visita a La Plata, aunque también adelanta que “vamos a tocar música de toda la discografía: vamos a picar distintos discos”.

Y, siempre inquieto, siempre trabajando, Aznar cuenta también que “vamos a adelantar música nueva de un disco que estamos mezclando, que sale en noviembre: un álbum doble de 20 canciones originales”.

Un disco “muy variado”, compuesto “de cosas que fui grabando y dejaba para volver después a verlas”. Aznar confiesa que tiene una especie de cuaderno de notas, una serie de apuntes musicales que en algún momento se concretan, y que en los últimos cuatro años y medios se colmó de música. “Por eso hay tanto material”, afirma el artista que ha publicado, desde 2016, prácticamente un disco por año. Y este será doble.

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- Has estado muy activo, lanzando prácticamente un disco por año, girando, te hemos visto varias veces en La Plata en ese tiempo. ¿Efectivamente hubo un aumento en tu nivel de producción, de creatividad, de movimiento?

- No te creas. En 2012, yo lancé “Ahora”, “Puentes amarillos” en CD y DVD, y al poco tiempo grabé en vivo “Mil noches y un instante”... Vengo trabajando mucho hace muchos años, sacando muchos discos hace muchos años. Ha sido un poco un continuo: si hay un bache, es porque estoy haciendo música con otros artistas.

- ¿Y por qué decidiste, en “Flor y Raíz”, dedicar un disco a la canción latinoamericana?

- Vengo incluyendo la música de raíz en mi repertorio hace muchos discos, pero nunca le había dedicado un álbum completo. Era algo que le debía a la gente que me escucha, que me lo pedían hace tiempo. Y era algo que yo mismo me debía a mí, que tenía ganas de hacer. Así que, en pandemia, grabamos uno de los conciertos que hicimos por streaming en 2020, desde La Usina del Arte. Es un disco que tiene el sonido y la característica de un disco en vivo, pero como fue hecho en pandemia, estábamos en una sala vacía, poniendo el alma porque sabíamos que del otro lado había miles de personas, miles de pantallas... pero cuando termina cada canción hay silencio. Y eso le da una gravedad, un peso emocional muy grande. Quedó como una postal del momento.

- Sos muy detallista en tus búsquedas sonoras, y tenés varios discos en vivo, incluido este. ¿Por qué elegís el vivo?

- Tengo muchos discos en vivo, creo que tienen una impronta muy particular, el hecho de estar tocando todos juntos le da una calidez particular. En este caso, era una apuesta fuerte, porque si bien son clásicos, salvo “Reverdece”, que la escribí para el disco, eran todos estrenos en mi repertorio. Eso le agregaba una carga de responsabilidad. Pero creo que salimos airosos: creo que es un disco que tiene una gran potencia emocional.

- El disco llegó después de que celebraras tus 60, los 40 de algunos discos emblemáticos de Serú, ahora se cumplen 40 de tu partida de Serú, de tu llegada a Pat Metheny… ¿Cómo vivís todos esos aniversarios redondos? ¿Te disparan algún tipo de reflexión?

- Las reflexiones personales lógicas en cuanto a los aniversarios personales. En cuanto a los aniversarios de los discos, en el caso de “Serú Girán” y de “La grasa de las capitales”, estuve involucrado en la remasterización. Fue un viaje en el tiempo, algo muy conmovedor. Me llenó de emoción y de recuerdos.

- También se cumplen 40 años de tu primer disco solista, que fue también en aquel 1982 donde dejás con Serú y te unís a Metheny… ¿Mirás para atrás y cómo ves a aquel Pedro Aznar?

- Lo miro con admiración por la ambición artística de un chico tan joven, 22 años… Me siento muy satisfecho con lo logrado, con la música que he hecho, con la relación que tengo con el público, que ha crecido enormemente. Una de las cosas que más satisfacción me da es que los valores que me llevaron a hacer música de la manera que lo hacía siguen siendo los mismos de hoy. La apuesta sigue siendo la misma, la dedicación y la entrega siguen siendo las mismas.

- Ese Pedro Aznar del pasado fue bastante aventurero, no tuvo problemas en irse del rock nacional a buscar su destino, hacer música afuera, hacer música de películas, cambiar. ¿Sentís que es algo que has tenido siempre, una falta de miedo para explorar?

- Creo que eso ha sido una constante: la curiosidad, desafiarme a mí mismo, seguir encontrando cosas nuevas, que me entusiasmen.

- Mencionaste recién la relación que tenés con el público, y cómo tu búsqueda ha sido siempre la misma. Con esa misma búsqueda, en tus inicios, el público no acompañaba tanto. Hoy el público argentino te abraza…

- Creo que pasaron varias cosas. Cambió el momento histórico, cambió la percepción de la gente, y cambió también dónde ponía el foco en la música. La búsqueda es la misma, sí, una búsqueda de honestidad para conmigo mismo en lo que hago, una búsqueda de emocionar al que escucha. Eso sigue igual. Pero hay cosas que vienen con la madurez. Y lenguajes que tienen que ir siendo encontrados. Mi primer disco solista fue una especie de manifiesto de los lugares donde venía: ahí hay Beatles, Ravel, música de Brasil, aires de milonga, Miles Davis. Una especie de manifiesto de las cosas que me motivaron a ser músico. De ahí para adelante, lo que hice fue tirar de esos hilos e ir construyendo un lenguaje propio, personal. Eso llevó tiempo, hasta que se pulió, hasta que cobró forma. Fue un viaje mío, propio, y también un viaje de la gente, que fue apreciando de otra manera algunas cosas.

“Han sido constantes en mi carrera la curiosidad, desafiarme a mí mismo, seguir encontrando cosas nuevas, que me entusiasmen”