El amargo retorno a la vandalizada sede presidencial

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Pisos despojados de sus piedras originales, vidrios rotos, muebles semisumergidos en agua y un persistente olor a gas lacrimógeno. El estado del Palacio de Planalto, sede de la Presidencia en Brasilia asaltada por bolsonaristas, arrancó lágrimas.

“Yo lloré”, dijo una funcionaria al regresar ayer a trabajar al edificio ultrajado, un día después de la masiva invasión de seguidores del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro a las instalaciones.

Los equipos de limpieza se dedicaron a barrer y a levantar sillas y otros muebles dejados en el patio delantero, algunos asomando por encima del espejo de agua del edificio de grandes espacios e ícono de la arquitectura modernista.

Mientras, los empleados gubernamentales intentaron recuperar algo de normalidad luego de la invasión de las sedes de los poderes públicos en la capital brasileña el domingo, justo una semana después de que el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva asumiera por tercera vez el mando del gigante latinoamericano.

Los manifestantes, que exigían una intervención militar para sacar a Lula del poder, traspasaron las barreras policiales y penetraron el Congreso y las sedes de la Presidencia y la Corte Suprema, ubicados en la Plaza de los Tres Poderes, destruyendo mucho de lo que se encontraban a su paso.

Los incidentes del domingo dejaron fachadas marcadas con grafitis y vidrios quebrados; al interior de los edificios públicos, puertas y ventanas fueron dañadas y algunas oficinas vandalizadas.

En Planalto, los manifestantes arrancaron piedras del piso para usar como munición contra la policía y las ventanas de vidrio en la fachada de esta joya creada por el reputado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, en una ciudad imaginada por el urbanista Lucio Costa que fue inscripta por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Mangueras de incendio, sillas y otros muebles como una gran mesa de madera tallada quedaron tirados a la intemperie, junto con restos de proyectiles y bombas lacrimógenas usadas por las autoridades para despejar la zona invadida.

Asimismo, las autoridades brasileñas hallaron restos de sangre, heces y orina en el interior del Palacio de Planalto, lo que podría servir para identificar a los atacantes, según se indicó.

 

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