“Guerra” de cuñadas: llantos y acusaciones entre Kate y Meghan

El libro del príncipe Enrique de Inglaterra, titulado “Spare” (”En la sombra” en español), está teniendo un éxito fulgurante en las librerías. En sus páginas, el hijo menor de Carlos III y nieto de la difunta Isabel II no escatima críticas, como por ejemplo a su hermano Guillermo, al que califica de “archienemigo”.

Y tampoco ahorra detalles al describir la tensa relación que tienen su esposa Meghan Markle, una mestiza estadounidense, y la esposa de Guillermo, Kate Middleton.

En sus memorias, Enrique apunta contra su cuñada Kate, actual princesa de Gales, hablando de los días previos a su boda con Markle, para contar un suceso que hizo llorar a su esposa con unos mensajes de texto que Middleton le envió.

Según Harry, había un problema con los vestidos de las damas de honor, entre las que se encontraba su sobrina, la princesa Charlotte. Eran prendas de alta costura francesa, cosidos a mano con las medidas de cada niña.

Middleton le escribió a Markle explicando la situación. Sin embargo, dada la gran cantidad de mensajes que Meghan tenía en su celular vinculados con la boda, tardó varias horas en responder que el sastre las estaba esperando para hacer los arreglos. Además, la duquesa de Sussex estaba lidiando con el caos que rodeaba a su padre, Thomas Markle, que no viajó a Reino Unido para acompañarla al altar en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor el 19 de mayo de 2018.

Las horas que demoró Meghan en responder le molestaron a la esposa de Guillermo, sucesor al trono. “El vestido de Charlotte es demasiado grande, largo y holgado. Lloró cuando se lo probó en casa”, escribió por mensaje Kate a Meghan, según Enrique. Y Meghan respondió: “Ya te he dicho que el sastre está esperando desde las ocho de la mañana en Kensington Palace, ¿puedes llevar a Charlotte para que se lo ajusten, como están haciendo las otras mamás?”

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El príncipe relata que Kate respondió tajante que debían hacer los vestidos de nuevo. Meghan le preguntó si era consciente de lo que estaba pasando ahora mismo con su padre. Kate dijo que sí, pero que los vestidos no estaban listos y la boda eran “en cuatro días”. La prometida de Harry respondió: “Sí, Kate, lo sé…”, le contestó la estadounidense.

LAS LÁGRIMAS DE MEGHAN

“No sé qué más decir. Si el vestido no le queda bien, lleva por favor a Charlotte a ver a Ajay (el sastre), ha estado esperando todo el día”. Algo a lo que su cuñada respondió con un simple y seco “fine”, que significa “está bien”. “Poco después llegué a casa y me encontré a Meghan llorando en el suelo”, detalla Enrique en su explosiva biografía.

El hijo menor del rey Carlos III dice que no piensa que su cuñada hubiera sido tan brusca a propósito, y agrega que a la mañana siguiente de aquellos mensajes, Kate fue a su casa con una tarjeta y flores de disculpa.

Lo que sólo revela más adelante es que esa tarde, Meghan le dijo que el problema era que todavía estaba hormonal porque acababa de parir, algo que ofendió muchísimo a Kate y que le “facturó” tiempo después. “No tenemos tanta confianza como para que hables de mis hormonas”, le espetó. Y Guillermo remató: “Es de mala educación, Meghan. Aquí no se hacen esas cosas”.

Enrique también relata en sus memorias que cuando les contó a Guillermo y Kate que estaba noviando con Meghan, “se quedaron boquiabiertos” porque eran fanáticos de Suits, la serie en la que entonces trabajaba Markle. Esto ilusionó al príncipe más chico, pensó que los cuatro podrían hacer un grupo unido. Pero su hermano mayor lo previno: “Puede que eso no ocurra, y tendrás que conformarte. Al fin y al cabo, es una actriz estadounidense. Podría ocurrir cualquier cosa”.

Pese a los resquemores raciales y al rechazo al estilo directo y desestructurado de Meghan, Enrique sentía que Guillermo apreciaba a su novia.

Asimismo cuenta el duque de Sussex una anécdota que protagonizaron las cuñadas en febrero de 2018 durante el Foro de la Fundación Real. “Meg le pidió a Kate el brillo labial. Algo muy estadounidense. Había olvidado el suyo, le preocupaba necesitarlo y se lo pidió a Kate –narra Enrique–. Ella, sorprendida, revolvió en su bolso y sin ganas, sacó un pequeño tubito. Meg se puso un poco en el dedo y se lo aplicó en los labios. Entonces Kate puso cara de asco.

Es claro que hay un choque de estilos entre ambas. ¿Podrán amigarse alguna vez? El tiempo lo dirá.