La Patagonia de hombres sin mujeres
Edición Impresa | 15 de Octubre de 2023 | 04:40

El libro más reciente de Fabián Martínez Siccardi, “Margot en el lago Cardiel”, es a la vez una road movie y una novela de iniciación en la que un adolescente se adentra en un territorio tan hostil como violento en la estepa patagónica poblada por hombres de raíces indígenas tan solos como feroces, que viven en un pueblo sin mujeres.
“La ausencia de mujeres en la Patagonia era una estrategia más del genocidio”, plantea el escritor.
Desde el comienzo mismo la historia que editó Alfaguara anticipa que su escenario es el lago Cardiel “una tierra de hombres sin mujeres”. Por eso no extraña que el objeto de deseo y de discordia entre esos hombres salvajes, oscuros y aguerridos sea una muñeca. Aunque en sus orígenes el nombre correspondió a un ser de carne y hueso, la soledad patagónica y la rudeza de aquellos hombres hace que, con el paso del tiempo, su nombre designe a una muñeca, capaz de generar idéntica fascinación y deseo.
Como “Los hombres más altos” y sus novelas anteriores, Martínez Siccardi ubica a sus personajes en la Patagonia, la región en la que nació. “Margot en el lago Cardiel” transcurre en los páramos más agrestes de la provincia de Santa Cruz, y tiene como música de fondo el viento, que no deja de soplar y es una presencia constante. “El viento, indefectiblemente en esta parte del mundo, golpea incansable y despiadado. De muchas cosas se lo puede acusar al viento patagónico, menos de cambiar de rumbo”, describe el narrador, que recuerda sus años de adolescencia en esa zona.
Sobre la importancia que el paisaje de su tierra natal tiene en su obra y las relaciones de poder que se establecen en las estancias entre los patrones y los peones, en su mayoría de origen indígena, conversó el autor. También compartió un microcuento sobre el viento, una presencia cotidiana en los parajes de su infancia.
Sobre cómo se gestó la novela como una curiosa historia de amor y celos entre hombres aguerridos y una muñeca, el autor explicó: “Hace unos años me pidieron un cuento breve para una antología sobre bailarinas. Las bailarinas nunca habían sido mi tema, pero dije que lo iba a intentar y en ese intento, por motivos misteriosos, regresé a mi infancia en la estancia de mis abuelos en el lago Cardiel y recordé a los peones (que eran como tíos y abuelos postizos para mí) y la vida que ellos llevaban. De repente la bailarina se materializó ahí, entre esos hombres y la historia tomó una fuerza ingobernable y ya no podía mantenerla como un cuento breve”.
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