Delito adolescente, un problema para nada “menor” en la Ciudad

El delito adolescente es una realidad que llegó para quedarse. Desde hace un tiempo a esta parte, en la Ciudad comenzaron a pulular banditas de menores, algunas de ellas muy numerosas, que a su paso solo dejan rastros de violencia y destrucción, muy impropios de la edad o la etapa en la que se encuentran. Pero su situación de evidente abandono, sin la debida contención familiar o escolar, sumado a la poca efectividad -para no hablar de inacción- de los organismos que deberían actuar para atacar el fondo del problema, los coloca en una posición realmente muy riesgosa. Porque todos están en serio riesgo. Más cuando están en la calle, perdidos, a la deriva.

Son múltiples los ejemplos que se pueden citar para describir lo que viven muchos vecinos y comerciantes, que son blanco constante de sus incursiones delictivas, generalmente de madrugada. Al amparo de la oscuridad y la impunidad por la falta de presencia policial.

Entre los más recientes hay que hablar de la presencia amenazante de seis jóvenes, aparentemente uno armado, en un kiosco de 11 y 54.

Ese grupo, en base al relato de varios testigos, venía acechando a las personas que se movían por la zona y a una de ellas le intentaron arrancar una riñonera.

Una cámara los filmó en primer plano, por lo que no debería ser muy compleja la tarea de identificación. Igualmente, es más que seguro que ya han pasado por varias comisarías, de las que salieron en tiempo récord, al amparo del cliché judicial: “Notificación y entrega a sus progenitores”.

Algo parecido de lo que sucedió en 16 y 51, dentro de una tienda de delicatessen, a la que ingresaron a robar un chico de 14 años y otro de 15, quienes se apoderaron de siete celulares, 10 mil pesos y una botella de aperol.

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En este caso, con la denuncia del suceso, personal del Comando de Patrulla logró interceptarlos cuando escapaban en bicicleta por la calle 531 entre 9 y 10.

Allí los redujo y, en medio del procedimiento, se descubrió que llevaban una réplica de una pistola 9 milímetros.

El final fue el ya anunciado. Previo traslado a la comisaría primera, la UFI Nº 1 del Joven dispuso su libertad.

Paradójicamente, un grupo integrado por al menos seis adolescentes destrozó a pedradas, en la madrugada de ayer, la vidriera de una casa de electrodomésticos de 10 y 50, en pleno centro de La Plata.

Tras lo ocurrido, los vecinos de la zona estallaron de indignación y hartazgo por la reiteración de ese tipo de hechos violentos.

“Fueron seis pibes de entre 14 y 16 años que siempre andan por la zona. Desde que hay bares suceden estas cosas a diario. Son bares con un público muy específico. Siempre hay desmadre. La cuadra tiene miedo. Es el colmo”, expresaron.

En ese marco, lamentaron que “la Policía no puede hacer nada, porque son menores”. Son siempre los mismos. De hecho hay menores que chumban a la Policía, le dicen ‘tocame que soy menor y vas a ver...’”.

Preocupados por estos ataques vandálicos, aseguraron que “esto pasa a diario, en días de semana, fin de semana, no les importa”. Por eso reclamaron medidas de seguridad para proteger a las familias de la zona y a los comercios.

Días atrás, en 8 entre 48 y 49, fueron cuatro los adolescentes demorados por violentar la persiana metálica de una conocida zapatería.

Tres tienen 15 años y uno 16. La UFI Nº 1 del Joven, como es protocolo, dispuso: “Actuaciones y hacer entrega de los menores a sus respectivos progenitores y/o servicio zonal”, según informaron fuentes policiales.

Qué decir de los llamados “Hermanos Macana”, que baten récords de ingresos en distintas seccionales de la Región, porque también extendieron sus andanzas a Ensenada. O de los tantos “Chuckies” que surgen con bastante frecuencia.

Es claro que algo está fallando, al margen de la cuestión de la imputabilidad, claro está.

Para la ley argentina, una persona es punible desde los 16 años, aunque siempre está la posibilidad de adoptar medidas de seguridad, en los supuestos de riesgo para si o para terceros, herramienta que, sin embargo, no es muy utilizada por las autoridades. Como tampoco se hace un abordaje integral del adolescente y su círculo más cercano, en busca de una salida a tan cruel destino.