Ocurrencias: sexo obligatorio

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

“Debemos fomentar activamente un nuevo tipo de cultura matrimonial y de procreación”, dijo Xi Jinping, el líder de China, al inaugurar esta semana el Congreso Nacional de Mujeres. Y afirmó que los funcionarios del partido deben influir en las opiniones de los jóvenes sobre “el amor y el matrimonio, la fertilidad y la familia”.

China está desarrollando un programa de estímulos y recomendaciones para que las parejas tengan más hijos. Fue la respuesta elegida ante el descenso de la tasa de natalidad (en mínimo histórico) y la posibilidad de que la población disminuya en 2025. Pero aquella sugerencia no tuvo la respuesta esperada y ahora, para poder comprar forros, se va a necesitar un salvoconducto.

Nadie ignora que en China no conviene desafiar una recomendación estatal. Son imposiciones más que sugerencias. Como faltan chicos, el mandato oficial es mandar a todos los mimosos a la cama y darle a la matraca, una decisión oficial que hace a un lado las posibles desavenencias, los proyectos de la pareja y las ganas.

La solución del Partido Comunista frente a la crisis demográfica y a la ralentización de la economía china consiste en reorientar a las mujeres hacia los roles tradicionales. Que dejen de trabajar y de querer perfeccionarse. Volver a la casa, tener satisfecho al marido y obligar a su cuerpo a ceñirse a la esfera concreta de la tarea doméstica. No es una invitación a reforzar pasiones conyugales, es un programa productivo que se deberá cumplir, haya o no haya deseos de agrandar la familia. No se puede desobedecer al Estado ni en la intimidad. Cualquier panza de estos días empieza a ser oficialista. China necesita más chinos para su futuro. Y en esa deriva, el sexo termina siendo un goce encomiable que alegra la noche y de paso colabora con la nación.

El sexo termina siendo un goce encomiable que alegra la noche y de paso colabora con la nación

Las mujeres deben volver a la casa, satisfacer al marido y obligar a su cuerpo a ceñirse a la esfera concreta de la tarea doméstica

Las pautas políticas presentadas por la Comisión Nacional de Salud, instaron en su momento a aumentar el gasto en salud reproductiva. Piden a los gobiernos locales que “desarrollen medidas activas de apoyo a la fertilidad”, entre las que incluyen subsidios, rebajas de impuestos, mejores seguros de salud, así como apoyo en educación, alojamiento, trabajo, créditos fiscales y de vivienda, beneficios educativos e incluso incentivos en efectivo para animar a las mujeres a tener más hijos. Un plan que, de aplicarse por estos pagos, salvaría por lo menos a las fábricas de cunas.

Por eso en el discurso de este año, Xi no habló de las mujeres en el trabajo. El partido necesita desesperadamente que la línea de producción materna no se detenga en minucias. Con baja tasa de nacimientos, una economía en desaceleración y un obstinado auge del feminismo, el partido se ha propuesto devolver a las mujeres al hogar, pidiéndoles que no hagan otra cosa que mantener la casa, cuidar a los ancianos y esmerarse en la cama. El trabajo, en palabras de Xi, es esencial para “el camino de China hacia la modernización”. Y en esa marcha, les pide a los desganados que se entusiasmen en el lecho matrimonial y logren un dichoso maridaje del éxtasis con el producto bruto.

Lanzar un decreto para exigir follar más, es una convocatoria mandona que obliga a que las mujeres comparezcan con sus cuerpos a mejorar la coyuntura económica. Y en casi todo el mundo, fue repudiado. Pero los planificadores no hacen consideraciones sobre el goce conyugal, el amor y la planificación familiar. Ellos se meten directamente con la necesidad de mejorar la producción de bebés sin atender los planes de la pareja. Hay que poner actitud en la cama grande para demostrar al menos que la sala de máquinas está dispuesta y gustosa de poder sumarse a la consigna oficial. Concentrarse y buscar estímulos por donde sea para poder festejar cuando llegue el ansiado atraso. Los padres de un solo hijo van a tener que lanzarse con entusiasmo a la búsqueda de otros para no ser mal mirados. Los desganados van a tener que reciclarse. China necesita más nenitos. Hablan de extremar la pedagogía del deseo, de ofrecer ajuares a precios cuidados y de hacer a un lado todo aquello que complique la visita de la cigüeña. Obligadas a fabricar niños, las señoras no podrán a negarse a este programa oficial que acaba convirtiendo a los revolcones conyugales en un servicio patriótico.

 

 

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