El ser humano entre la risa, el buen humor y la burla
Edición Impresa | 5 de Noviembre de 2023 | 04:28

Por MARCELO ORTALE
¿Qué significa la risa? Un hombre que viviera solo en un desierto, jamás se reiría. La explicación la dio el filósofo francés Henri Bergson (1859-1941) al señalar que la risa es un fenómeno social, una actitud que busca sancionar algún defecto o desorden humano. Ocurre que el ser social lo convierte, esencialmente, en un custodio de costumbres y por consiguiente, si la lógica se ve interrumpida, si lo que ocurre es inesperado, la primera respuesta es la risa.
Bergson en su ensayo titulado La risa alude a la mecanización de la vida y a la necesidad humana de respetar ritmos. Una persona que se encuentra en un bar tomando un café de pronto ve por la ventana que un peatón tropieza en la vereda y cae al suelo. Lo primero que atina a hacer es a reírse, porque lo que ocurrió fue una ruptura de la lógica. Se camina para avanzar, no para desplomarse, no para perder la verticalidad. El que tropieza rompe la ley mecánica que rige para todo peatón.
Sobre este núcleo se apoyó en el inicio de la época contemporánea el humor de Charles Chaplin y de toda la estela de miles de humoristas –escritores, actores- que hasta hoy siguen esa idea fundamental: la del gag, la del imprevisto. Claro, dos mil años antes, Aristóteles había dicho que el ser humano es el único animal que ríe.
Es lo ilógico, lo inesperado de la vida, lo que llama la atención. Alguien aludió a lo que ocurre si un conferenciante, que está brindando una conferencia, es invadido por un ataque de estornudos o sufre un prolongado ataque de tos en medio de su disertación. Lo previsible y no condenable es que el público se tiente o, directamente, se largue a reír. Porque lo que estaba esperando era un discurso, no un accidente respiratorio.
Pero el humor –y su primer célula, la risa- tienen un pariente complicado y hasta perverso: es la burla. La burla hacia otra persona no es resultante, como la risa, de un acto inesperado: es producto de una elaboración. Es una forma de agresión, de lesionar al burlado, de hacerle daño. El chiste puro, en cambio, divierte a todos sin lastimar a nadie.
El bullying estalla como una bomba beluga cuando ingresa en las redes sociales
Pero la burla es tan antigua como la humanidad. La literatura clásica incluye a las burlas como uno de sus tópicos más hirientes. En el diccionario se define a la burla como acción o palabra con la que se trata a una persona –a una cosa o a una situación también- como digna de risa.
La crítica española Alicia Villar Lecumberri habla de “la burla endiosada en el Quijote”. En esa obra todo es burla, empezando por el propio Cervantes y siguiendo por el flaco hidalgo y su amigo más obeso, dos figuras dignas de burla que, a su vez, se burlan de todo el mundo. Y en ninguna otra obra de la literatura los lectores se sienten tan burlados como en el Quijote. La pluma de Cervantes literalmente obliga al lector a hacerse cargo de la ficción, consistente en admitir que el universo entero se trata de una burla ingeniosa.
Claro que no todo es malo en la burla que va montada en la literatura. Con la burla se pueden denunciar abusos y ridiculizar tiranos. Acerca del Quijote la crítica Villar Lecumberri agrega que “Cervantes utiliza la burla con absoluta maestría y en su mano se convierte en un instrumento que le permite transmitir su mensaje social con el máximo rigor y seriedad con que merece ser afrontada la situación de la España del siglo XVII”.
Michel Houellebecq
“La burla le sirve a Cervantes para hacer reflexionar al lector sobre los acontecimientos, injusticia o las incongruencias a las que se vieron sometidos los españoles de la época. Cervantes se burla de los estamentos sociales, del entramado social que da lugar a situaciones grotescas”, añade.
“Al contrario que la música, que la pintura, incluso que el cine, la literatura puede absorber y digerir cantidades ilimitadas de burla y de humor”, sostiene el poeta y filósofo contemporáneo Michel Houellebecq. La sátira literaria constituye uno de los géneros más concurridos y exitosos.
El ejemplo del Quijote no difiere con los muchos existentes en la literatura argentina. Las estrofas del Martín Fierro contienen hirientes brulotes contra la autoridad, los gringos, el juez o el payador moreno al momento de murmurarle “va…ca yendo gente al baile”, cuando llega a esa pulpería junto a su robusta china.
La literatura clásica incluye a las burlas como uno de sus tópicos más hirientes
Un siglo después el Adan Buenosayres de Leopoldo Marechal es una burla global a la intelectualidad porteña. Casi no existe escritor, culto o popular, que no haya utilizado a la burla como espada rectora o como divertido puñal.
Aunque nadie se atrevió, como el escritor francés Honoré de Balzac, a incluir a toda la humanidad en una burla global, cuando sostuvo que “la mujer se burla de los hombres como quiere, cuando quiere y mientras quiere”.
“Fue sólo para tomarle el pelo…”, es una de las justificaciones de los burlones. El asunto no es tan simple. Tomar el pelo es una expresión que tiene raíz en la Antigüedad, ya que tirar a alguien de la barba o de la cabellera era una gravísima ofensa para griegos, romanos y godos, ya que quien era objeto de ese gesto sentía que le rebajaban su valor y nobleza. Y algo de aquel sentimiento debe quedar cuando hoy se le toma el pelo a cualquiera.
Pero vaya también una fuerte condena hacia la burla, como lo hace la Biblia en los 65 versículos que le dedica, considerándola una ofensa contra Dios y los hombres. Todas las religiones, no sólo la cristiana, fustigan a la burla y cuestionan a quienes, para sentirse grandes y poderosos, hieren con sus palabras a cualquier ser humano.
LA BURLA HOY
Existe asimismo una característica común a muchos: si un contemporáneo revisa hoy en su memoria cuándo recibió las primeras burlas –es decir, las primeras frustraciones de su vida social- es probable que la mayoría recuerde escenas sufridas en el jardín de infantes o en los días inaugurales de la primaria, cuando de pronto se sintió acosado y a la vez indefenso frente a esos, hasta entonces, casi desconocidos y filosos compañeros de clase.
Ahora se lo llama bullying, para definir un insulto verbal, una intimidación, una agresión que amenaza volverse física y que después podrá concretarse. ¿Qué soledad más completa puede haber que la de un niño escarnecido por su entorno?
El bullying es la burla sistemática, que pone a la pequeña víctima frente a un agresor que puede ser colectivo y que, por consiguiente, es casi invencible. ¿Quién puede defenderse?
Y el bullying estalla como una bomba beluga cuando ingresa en las redes sociales y se esparce por el mundo.
Roxana Morduchowicz, experta en educación y comunicación, editó hace poco su libro Adolescentes, participación y ciudadanía digital. Ella sostiene que “la mitad de los adolescentes dice haber sufrido intimidación o acoso por expresar sus ideas en las redes sociales”. Lo terrible del mundo digital se encuentra en “el alcance ilimitado de internet”. Allí reside la diferencia entre la vida offline y online. Los adolescentes viven en ambos universos, pero en el mundo online todo se profundiza, potencia y amplifica, agrega la investigadora.
Uno de los ejes de su propuesta pasa por la necesidad de que los chicos y jóvenes adquieran lo que ella denomina “ciudadanía digital”, es decir capacidad plena para sumergirse y no padecer burlas y acosos en el universo de las redes sociales. La escritora es doctora en Comunicación por la Universidad de París y consultora de la Unesco en temas de educación y tecnologías.
Lo terrible del mundo digital se encuentra en “el alcance ilimitado de internet”
BURLA A MBAPPÉ
“Debate” es un periódico digital español sucesor de “El Debate”, un periódico desaparecido en 1936 que fue relanzado en las redes en 2016. Cuando la Argentina ganó el Mundial de Fútbol en Qatar, un artículo de Debate rescató de una cuenta de Twitter el famoso poema de Borges – Poema de los dones”- que algunos argentinos adaptaron para burlarse de Kylian Mbappé, el crack francés que le hizo tres goles a la Argentina en una final que, sin embargo, Francia finalmente perdió.
Lo que hicieron esos argentinos, dice el diario, fue recordar la desgracia que sufrió Borges, tan amante de los libros –entre otras razones, por ser director de la Biblioteca nacional- a los que, sin embargo, por su ceguera no pudo leer.
De modo que escribieron el siguiente poema (que Mbappé habría compuesto después de la final): “Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta declaración de la maestría/ de D10s, que con magnífica ironía/ me dio a la vez tres goles y la noche...”.
Kylian Mbappé, estrella del fútbol francés / Web
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