Grave denuncia en el caso de la mujer cegada a golpes

“Reclúyase en su casa”. Ese habría sido el pedido que autoridades del Servicio Penitenciario bonaerense le hicieron a Susana Gómez, la mujer que fue atacada a golpes en 2011 y que, producto de esa bestial agresión, quedó ciega.

El motivo de la advertencia, según señalo a este diario la ONG “Casa María Pueblo”, que la asistió y cobijó desde el minuto cero del ataque, es que nadie sabe dónde está Carlos Goncharuk, el hombre condenado por el caso y que cuenta con una medida de restricción de acercamiento de 100 kilómetros a la víctima, con quien mantuvo una relación sentimental.

“Me pregunto cómo hace para protegerse una persona que no puede ver”, dijo Darío Witt, titular de la organización dedicada al abordaje integral de la problemática de la Violencia de Género y la Trata de Personas.

“Ya dimos conocimiento a la Justicia interviniente. Ante el pedido de que Susana se resguarde en su casa y, no habiéndole puesto custodia, los hacemos responsable de cualquier cosa que le pueda pasar. No entiendo cómo pueden perder el rastro de una persona a la que deben seguir las 24 horas”, agregó.

Visiblemente ofuscado, Witt aseguró que “estamos evaluando denunciar al Servicio de Monitoreo y formular un pedido de jury a los magistrados que actúan en esta causa”, expresó.

“No sabemos qué pasó, dónde está, no hay informe escrito”, mencionó Witt, que no dudó en tildar a Goncharuck de “psicópata”.

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Como se recordará, el acusado nunca quiso realizar un curso sobre violencia de género, pese a que ese requisito le permitía lograr una liberación anticipada en otra causa penal, que se inició cuando intentó acuchillar a una nueva pareja.

Goncharuk prefirió agotó la pena privado de la libertad, para después sí ser excarcelado.

Antes de quedar ciega por los golpes de su entonces pareja, Susana lo había denunciado en 14 oportunidades.

Ese día de 2011, Goncharuck la agredió y le desprendió ambas retinas, por lo que en 2014 fue condenado a 8 años de prisión.

Los peritos que lo asistieron indicaron que el agresor presentaba una “postura reivindicativa y agresiva, hostil, beligerante de amenazas, buscando provocar intimidación y conmover a quien lo evalúa y que las amenazas podrían repetirse recurrentemente según las circunstancias que se le presenten como desfavorables según su concepción”.